jueves, 2 de abril de 2009

¿Independientes? ¡Claro que sí!

Parodiando a la famosa frase que ha popularizado una de las “otras” compañías telefónicas que ofrecen servicio de larga distancia, me gustaría compartir algunas reflexiones que han surgido luego de la presentación a la consideración nacional de un grupos de hombres y mujeres que, declarándonos independientes, manifestamos nuestra convicción de involucrarnos activamente en la vida política del país, mas que meros espectadores, como jugadores titulares, a quienes hay que tomar en consideración.

Cuando hace casi 3 meses, anunciábamos nuestro respaldo a una candidatura en especial, recibimos críticas (por decir lo menos) de, principalmente políticos de la vieja escuela y algunas personas que aparentemente no nos conocen lo suficiente. Por un lado estaban los políticos que a pesar de haber sido electos y reelectos y reelectos, aún siguen sin “conectar” con sus electores y siguen pensando que con ferias populares y guacho se resuelven los problemas del país. Por el otro lado tenemos a quienes nos han visto en muchas ocasiones pero no entienden que en ésta vuelta no quisimos quedarnos en las casas y oficinas criticando todo y a todos. Queríamos votar a favor de alguien y no en contra de todo.

A los pocos días de haber anunciado nuestro ingreso al ruedo político, coincidí con un viejo amigo, hoy Legislador de la República, quien me criticaba mi actuar y le daba razón a otro colega oficialista suyo, quien había “agriamente” preguntado que quien me había dado el derecho de erguirme con una representación de la sociedad civil que no me habían dado, desconociendo totalmente que esa era precisamente una de las frases que había utilizado en el discurso con el que hacíamos el lanzamiento oficial de la Coordinadora Nacional de Independientes.

Le comenté en ésa ocasión que a diferencia de quien me había criticado, Yo tenía mas de 20 años de estar caminando calles, haciendo donaciones de cuadernos, lápices, botiquines, techos, escuelas, hospitales, equipo médico, becas escolares y muchísimo mas, pero que a diferencia de otros tantos, jamás había pedido un voto a cambio de mi solidaridad. Otros sugerían que habíamos dejado de ser independientes el día que nos habíamos identificado con los ideales del joven político Martín Torrijos. Les pregunto a ellos y a tantos otros que les hubiere gustado hacer la misma pregunta: No emitieron ustedes un voto en 1999 por alguno de los candidatos de ésa época? Dejaron de ser ustedes independientes porque en ése momento se identificaron con dicho candidato? La respuesta es no!

Independientes somos todos aquellos que sin militar dentro de en un partido político, queremos a ésta patria que nos vio nacer. Que nos preocupa la corrupción, el nepotismo (aunque no sea pecado), el juega vivo y la sinverguenzura. Somos todos los que no queremos seguir siendo espectadores, sino que queremos ser protagonistas. No queremos ser ciudadanos cada 5 años cuando emitimos nuestro voto, sino que queremos ejercer dicho título durante los 5 años. Somos esa gran mayoría de hombres y mujeres que anhelamos un mejor Panamá para nuestros hijos y nietos. No anhelamos a ningún puesto de lección, pero si seremos la mosca en la oreja de la vaca del próximo presidente de la república.

Queremos convertirnos en la conciencia de todos los que integrarán el nuevo gabinete y de todos los funcionarios que hoy prometen y que mañana deberán cumplir. Estamos orgullosos de ser y sentirnos independientes, pues dentro de nuestras filas hay quienes por un lado adversamos abiertamente la dictadura militar, al partido en gobierno actualmente y en fin a todos lo que atenten contra la democracia, la justicia y la libertad por la que peleamos por tantos años.

Hoy estamos convencidos que hay un candidato que se erige frente a los otros como un hombre joven, inteligente, honrado, trabajador, buen padre de familia, paciente y de gran cordura. Un hombre que nos ofrece un rayo de esperanza en éste mar de neblina en que estamos inmersos, pero una esperanza tangible, real y con un alto sabor a pueblo. Ese será el Panamá por el que tantos hombres y mujeres están dispuestos a luchar. Es el Panamá que una vez mas nos unirá y nos permitirá recuperar ésa tacita de oro que fuimos y que hoy hay que lustrar. Estoy convencido que en los días que se avecinan, nuestro mensaje seguirá calando y estaremos apostando, no sobre quien va a ganar, sino que apostaremos sobre si ése candidato alcanzará llevarse por sí solo el 50% mas uno de los votos emitidos en Mayo del 2004.

Los independientes somos más y estamos dispuestos a trabajar con aquellos políticos que quieren a su país y que están dispuestos a erradicar la corrupción del vocabulario gubernamental. Los invitamos a unirse y juntos luchar para que esta horrible pesadilla se acabe y amanezcamos en una nueva cama con nuevos sueños, bríos y compromisos que cumplir.

¿ALIANZAS PARA QUE?

Todavía existen puentes que tienen colocado un letrero de bronce que dice algo como así como “donado por la Alianza para el Progreso”. Sin embargo son pocos los que recordarán lo que dicha alianza debió representar para varios países latinoamericanos. Y digo debió representar, pues por desidia, malos manejos y tantos otras bellezas, los fondos destinados no cumplieron su fin. La Alianza para el Progreso fue una iniciativa del gobierno de los Estados Unidos de América para asistir a los países en vías de desarrollo de la región latinoamericana, para la construcción de puentes, carreteras, escuelas, etc.

Muchos años después de ésa alianza y gracias en ésta ocasión a la iniciativa de la sociedad civil y el respaldo de organizaciones como las Naciones Unidas y nuevamente de la agencia de asistencia para el desarrollo del mismo gobierno norteamericano, nace en Panamá una organización que agrupaba a las mas prestigiosas organizaciones no gubernamentales, universidades y pensadores que tenían que ver con la administración de justicia en Panamá, con el ánimo de ayudar al órgano judicial panameño en el fortalecimiento de los cimientos sobre los cuales se estaba construyendo un aún endeble sistema legal panameño.

Con esto en mente inicia una ardua labor (como podrán imaginar), que debió iniciarse a una velocidad “de atraso” y con recursos limitados pero con una brújula que indicaba una ruta claramente definida, con metas trazadas y muchas ganas de convertir el sistema judicial panameño en un espejo en el que pudieran reflejarse todas las instituciones del país y de la región.

En los dos años que ha venido funcionando, la Alianza Ciudadana Pro Justicia, dirigida por Magaly Castillo, una profesional que se ha desenvuelto en los campos de los derechos humanos y promoción de la justicia, con mucha experiencia y sobre todo convencida de la necesidad de éste tipo de organizaciones, inició organizando charlas y seminarios, publicando boletines, artículos en periódicos, programas de radio y apariciones en programas de televisión, llevando el mensaje a las grandes masas.

El efecto no se hizo esperar, el ciudadano “de a pié” empezó a sentir que tenía a alguien que no sólo lo escuchaba sino que actuaba, que no era uno mas de los que prometía y no cumplía sino que tenía a mas de 10 organizaciones que lo respaldaban y le sugerían acciones a tomar, como debía defenderse y también cuales eran sus obligaciones como ciudadanos.

La reciente publicación de un “Manual del Ciudadano y Ciudadana” fue una de las primeras ocasiones en que las personas sintieron que les habían regalado un “librito” que les indicaba cuales eran sus derechos y también sus deberes. Igualmente no hace mucho tiempo y conjuntamente con la Procuraduría de la Administración y el Municipio Capitalino, lanzaron el primer espacio de mediación en lo que ha sido denominado “la corregiduría modelo”. Ojalá muy pronto en todas las corregidurías del país la mayoría de los problemas se puedan resolver pacíficamente sin necesidad de ocupar innecesariamente los tribunales de justicia.

La Alianza Ciudadana Pro Justicia fue la bandera que utilizó la mayoría de las organizaciones de la sociedad civil durante la promoción de las reformas al método establecido para la designación de magistrados a la Corte Suprema de Justicia y Procuradores, donde han tenido una participación destacada.


El análisis periódico que sobre el estado de la justicia se ha venido haciendo, la promoción de métodos alternos de resolución de conflictos y la lucha contra la corrupción así como la defensa de la justicia como un todo, han sido el norte que ha movido a las, ahora 13, organizaciones que hoy conforman ésta gran alianza. Un pequeño pero dedicado equipo de profesionales dirigen una estrategia que busca fortalecer la justicia como una institución, mas que como cualquier otro órgano de gobierno.

Ojalá y todos los panameños, sin distingos de orientación política, profesión, raza o credo religioso nos podamos identificar con ésta alianza que muchos frutos promete para toda la ciudadanía; que ha sabido identificarse con la función que debe cumplir y la representatividad que debe tener, sin pretender menoscabar el esfuerzo de otras instituciones políticas, educativas o religiosas con las que le toca compartir experiencias.

Esta es una alianza bien diseñada entre todos los panameños de bien que luchamos por un Panamá mejor, mas justo, donde la corrupción sea una nostálgica historia, mas que una fantasía o una enseñanza utópica que le contemos a nuestros nietos. Solo unidos y trabajando por ésa Justicia, Democracia y Libertad que en los primeros 100 años de vida republicana nos ha unido, tendremos el país que todos nos merecemos. ¡Esta es una alianza que sí trabaja!

miércoles, 1 de abril de 2009

¿Y tú, que vas a hacer?

Tomado de El Panamá América. Panamá, 9 de marzo de 2009.

Los panameños, como de costumbre, estamos convencidos que “la crisis” no tiene nada que ver con nosotros. Claro, los medios están diciendo que Panamá es uno de los tres países que tendrán un crecimiento significativo (China y Perú son los otros dos).

Mientras que en los grandes países se ha reducido el gasto personal, el envío de remesas, las ventas y se busca la forma de reactivar el crédito para que haya consumo y por ende el dinero empiece nuevamente a circular, en Panamá, seguimos gastando como si la plata no se nos va a acabar nunca.

Total estamos en campaña política y por ende hay un buen chivo expiatorio para todo: ¡“el gobierno”! No importa que tengamos un buen crecimiento, que las industrias hayan crecido, que tengamos una zona libre robusta, que a pesar de la “crisis mundial”, en Panamá el desarrollo inmobiliario sólo se haya desacelerado y no estancado como en otros países.

Eso es lo de menos, en Panamá la culpa de todo la tiene el gobierno. No queremos darnos cuenta del gran país que tenemos y que somos el espejo en el que les gustaría mirarse muchos de nuestros vecinos.

A finales de mayo de 2004, recién finalizada la contienda electoral anterior, escribí un artículo que denominé “Mitos y Realidades”, del cual hoy extraigo sus últimos dos párrafos:

…No podemos llenarnos la boca reclamando “cero corrupción” por un lado y practicar exactamente lo contrario por el otro. No es justo pedir que el gobierno no promueva la corrupción, cuando ofrecemos coimas para obtener negocios y prebendas, nos “brincamos” las filas, no pagamos las multas y les decimos a nuestros hijos que digan que nos nieguen cuando estamos en la casa para evitar conversar con algún cobrador.

Panamá es de todos y todos tenemos la responsabilidad de ayudar a los nuevos gobernantes a lograr reducir el desempleo, mejorar la seguridad y lograr que nuestros hijos y nietos vivan en un país donde la corrupción sea un triste recuerdo de un Panamá que se fue y que nunca más regresará. Sinceramente en ésa misión Yo siempre estaré al frente, promoviendo que todos como un gran pueblo que somos logremos entrar a esa “Patria Nueva” que anhelamos.

¿Cuántos de verdad contribuimos a mejorar a nuestro país? Cuantos asumimos algún tipo de responsabilidad por cumplir metas, que no pueden ser de ningún gobierno o partido en particular, deben ser de todos! Ahora, es muy tarde para lamentarse. No para quienes no hacen nada por cuatro años y ahora se convierten en “sabios”, dictando cátedra de lo que se debió o no se debió hacer.

Si lavamos nuestro vehículo todas las semana en un lugar donde el nuestro es uno mas, pues dos veces al mes, pídanle al señor que lava el carro de a pié, que les lave el suyo; si lustran sus propios zapatos, de ahora en adelante visiten al limpiabotas mas cercano para que lo haga.

Si ustedes son de los que hacen las cosas dentro de sus residencias para “ahorrase unos centavos”, contraten a un “todero” para que haga esas reparaciones necesarias. Hagamos lo mismo con la hierba del jardín, el mantenimiento de las flores, el que sirve los tragos, etc.

Si lo ponen en práctica los que mas tienen, contribuirán a que haya circulante, a lo mejor se creen nuevas pymes y le demos una oportunidad a nuestro país.

Pero hay que empezar ya. No nos sentemos a esperar cuatro años más para volver a quejarnos (somos expertos en eso). El país es de todos y todos tenemos una responsabilidad para con las nuevas generaciones. ¡Asúmanla!

DISCULPENME, PERO NO ENTIENDO…

Credenciales: Hace más de 20 años empecé a caminar las calles de mi país, usando el marco del club cívico en el cual me he formado. Como una vez le comenté a un amigo legislador que criticaba mi participación política, durante ése tiempo jamás pedí un voto (excepto aquellos que me llevaron a la Presidencia Nacional y posteriormente a la Presidencia Internacional de dicha organización), sin embargo he gestionado o participado de la donación de mas dinero que lo que cualquier legislador ha soñado con entregar.

Milité en la lucha activa en contra de la dictadura que nos agobió a finales del siglo pasado y mi familia sufrió vejámenes y persecuciones y finalmente emigré fuera del país hasta mediados del año 1990 cuando regresé y seguí identificándome con las necesidades de los mas necesitados, en especial los niños y jóvenes. Adicionalmente la educación para la democracia o educación cívica orientada ha venido jugando un papel importante en mi vida.

Mas recientemente ante mi apoyo manifiesto a una candidatura, recibí críticas de propios y extraños, pues, a su juicio, los que nos activamos en la “sociedad civil” o al frente de organizaciones que la integran debemos abstenernos de manifestar nuestras inclinaciones políticas. Como si el ser ciudadano significa el acudir a ejercer el sufragio cada 5 años. ¡Infortunadamente no estoy de acuerdo! El ciudadano es aquel que participa, critica y propone, todos y cada uno de los días del año.

Hace algunos meses, el Movimiento Ciudadano Anticorrupción, integrado por organizaciones, personas e instituciones representativas de la gran mayoría de la ciudadanía panameña (participan personas allegadas a la Iglesia Católica, Defensoría del Pueblo, Clubes Cívicos, Universidades, organizaciones que promueven la transparencia, empresarios, etc.) produjo un programa de televisión donde entre otros temas se habló de posibles reformas que afectarían a nuestra constitución. Cuando se llevaron a la Asamblea Legislativa las reformas electorales propuestas el año pasado, sólo 4 personas miembros de organizaciones de la sociedad civil se hicieron presente y participaron de las mismas.

Hace algunos meses, el Comité Ecuménico promovió la recolección de firmas para que nuestra Carta Magna fuera reformada por medio de una Asamblea Constituyente paralela, conformada equitativamente por partidos políticos y organizaciones de la sociedad civil (o sea los miembros de la sociedad civil éramos una raza aparte, con privilegios especiales); recolectaron un poco mas del equivalente al 5% de los votos emitidos el pasado 2 de mayo en las elecciones generales.

Hoy los líderes del Foro 2020, conglomerado de organizaciones, partidos políticos, iglesias, etc., que también había promovido un planteamiento similar al de las iglesias, se han manifestado a favor, aunque vigilantes, del reciente paquete de propuestas presentado por el Presidente Electo. Sin embargo, un grupito de aquellos que se mantienen en contra de todo y a favor de nada, han criticado dicha iniciativa.

¡Discúlpenme pero no los entiendo! Aceptan que lo presentado es una buena iniciativa; esta incompleto, dicen, pero como no es lo que Yo digo y con mis reglas entonces me manifiesto en contra. Esto es como la historia que si no juegan en mi cancha, entonces no juego. Para esto se valen de falsedades, como aquella que esgrimen al decir dice que el Presidente Electo se había comprometido a convocar a una Asamblea Constituyente y no contemplar nada más. ¡Falso! ¡Mentirosos! El siempre se manifestó en contra de violentar la actual constitución y precisamente cumpliendo su palabra empeñada, propone incluir la constituyente como alternativa constitucional.



Reconocen que la gran mayoría de las propuestas presentadas contemplan lo acordado y propuesto por el Foro 2020, pero como no esta todo lo que ellos quieren entonces lo adversan. El Foro 2020 siempre dijo que no proponían cambios específicos sino áreas en que se debía trabajar para el cambio. Esto es lo que se ha hecho. Los adversadores profesionales (no se si existe éste adjetivo) agregan: ¡No se puede participar en las evaluaciones en 7 u 8 días! Como si no se pudiere convocar a sesiones extraordinarias.

Señores, no critiquemos por criticar. Participen aunque no se utilicen las reglas del juego que ustedes han diseñado. Yo soy un convencido que lo que se ha propuesto es mejor de lo que tenemos y tanto hemos criticado. ¿Es preferible rechazar lo ofrecido, porque no me ofrecen todo lo que Yo quiero? ¡No creo!

Creo firmemente que debemos, desde nuestras organizaciones de la sociedad civil, comunidades, escuelas, etc. leer las propuestas formuladas, evaluarlas y de ser necesario proponer los cambios o adiciones que consideremos justos. Como sostuve durante la campaña electoral, aquellos que quieren seguir viviendo en el pasado, no deben forzar al resto de los panameños a no subirse al autobús del modernismo y del futuro. Los que quieran seguir viajando en las viejas chivitas (pues son las únicas que conocen) no perjudiquen a los que queremos viajar en metro.

Hay que empezar a pensar en positivo, no mantenernos luchando por estar en contra de todo lo que nos proponen. ¡Por favor, pensemos en Panamá!

¡Si a la eficiencia!

Desde que nacimos como nación, los panameños iniciamos una lucha, que prevaleció a través de varias generaciones, hasta que ése glorioso 31de diciembre de 1999, alcanzamos lo que se ha denominado, la soberanía total de nuestro territorio.

Aunque para mí soberanía significa mucho mas que una sola bandera ondeando en nuestro territorio, el sólo acto que el mundo entero conociera que éramos capaces de manejar eficientemente el canal, mostraría sin espacios para dudas, que lo que los panameños habíamos proclamado al mundo entero sobre nuestra capacidad para administrar la vía acuática mas importante del hemisferio, era cierto y comprobable.

Pero resulta ser que cuando uno compara, ¡somos más eficientes! Hoy en día el Canal de Panamá, maneja más tráfico, rinde más beneficios al país, contrata más panameños y es timbre de orgullo para todos los que orgullosamente nos llamamos panameños. Es el “Canal de Panamá”, en todo el sentido de la palabra.

¿A quien le debemos tanta eficiencia? A los hombres y mujeres que día a día entregan lo mejor de sí, de sus conocimientos y de sus esfuerzos para que éste cuerpo de agua que une los dos océanos que nos bañan, funcione como “relojito suizo” (algún día dirán que “funciona como el canal de Panamá”). Todas estas personas que profesionalmente se prepararon para que la seguridad y eficiencia sea el nombre común con el cual se identifican.

Todos pertenecen a la Autoridad del Canal de Panamá. La ACP que tanto orgullo nos produce, es la misma organización que se ha comprometido con todos a que los costos de la ampliación del Canal de Panamá que se ha presentado, serán proporcionados por los propios ingresos que produce la vía acuática. Es la misma entidad que nos ha dicho que no debe haber alteraciones en el suministro del agua para Panamá y sus alrededores. Son los mismos que se ha tomado la misión de contestar todas las interrogantes que se han formulado sobre un proyecto que debe rendir grandes beneficios para nuestro país y de carambola para toda la región.

Pero ahora resulta, que hay quienes se han dado al trabajo de poner en tela de duda la credibilidad de la ACP y de sus directivos. Y Yo pregunto: ¿En que momento dieron éstos pié para que empezáramos a desconfiar de ellos? ¿En que momento dejaron de cumplir las metas que se habían estipulado? ¿En que momento empezaron a engañar al pueblo panameño?

Compatriotas, no nos dejemos llevar por cantos de sirena de algunas personas que por un lado o buscan protagonismo, o no están enterados de lo que pasa en nuestro país y en el mundo marítimo, no se han tomado el trabajo de leer la propuesta, o pero aún sencillamente son de aquellos que se levantan en la mañana y cuando se miran al espejo para lavarse los dientes se dan una insultadita a ellos mismos para “no perder la costumbre” de estar en contra de todo.

Amigos, no dejemos que la política partidista prevalezca sobre la razón. No permitamos que la lucha que emprendieron nuestros abuelos se vea mancillada por intereses mezquinos de algunas personas que sólo pretenden ver sus nombres en falsas marquesinas.

Mantengamos el orgullo y la confianza por aquellos hombres y mujeres que todos los días le dan brillo a nuestro país y que cada día trabajan en favor de algunos valores que pareciera que a varios otros se les han perdido: La eficiencia, la dignidad y el orgullo de ser panameños.

¡Y DALE DE NUEVO CON LO DE LOS VALORES!

Confieso que me ha resultado extremadamente difícil mantenerme al margen de tantos temas sobre los cuales me hubiera gustado volver a escribir, sin embargo me abstenido de manera que no fuera a ser criticado por hacerlo ostentando un cargo dentro del engranaje oficial. Sin embargo he considerado que el volver a insistir sobre el tema de valores, el cual me ha caracterizado durante toda mi trayectoria en clubes cívicos y otras organizaciones de la sociedad civil.

Muchos pensarán que éste tema es aburrido y nada importante, pues hay temas de muchísima mayor trascendencia en la vida nacional. Yo les contestaría que precisamente por la ausencia de los valores, existen tantas falencias, deficiencias e incongruencias entre el predicar y el actuar de tantos empresarios, políticos y dirigentes en nuestro país, es que tienen que surgir otros temas que se vuelven de mayor trascendencia.

Si los políticos (y aspirantes a políticos) practicaran los valores cívicos, éticos y morales que les fueran inculcados (sinceramente espero que haya sido así) al igual que practiquen la urbanidad de Carreño, ése famoso venezolano que escribió un librito que ya casi nadie lee y muchos menos practican, otro tipo de gobernantes y ciudadanos tuviéramos.

Hoy leía un artículo sobre una controversia que ha surgido en el viejo continente sobre quien debe enseñar y promover los valores cívicos y morales, así como las buenas costumbres (agrego Yo), yo tendría que contestar que afortunadamente para mi los valores que tanto promuevo y practico me fueron enseñados en mi casa por mis padres, una maestra y un ingeniero (de calles 14 y 13 respectivamente en San Felipe) y luego reforzados en el Instituto Pedagógico.

La Urbanidad de Carreño pertenecía a las asignaturas que se impartían en primaria y se debía practicar cada día. Eso nos enseñó a convertirnos en hombres y mujeres de bien. A muchos nos ha servido y seguimos practicando, orgullosamente, lo que nos enseñaron nuestros padres y maestros.

Hay una deficiencia en éste tema en Panamá. Hay que reconocerlo (éste sería un gran primer paso). Pero hay muchos que se limitan sólo a criticar y no a proponer. Hoy quisiera llamar la atención a mis hermanos de los clubes cívicos y demás colegas de los gremios y organizaciones gremiales a que nos unamos en nueva gran cruzada por el adecentamiento y el fortalecimiento de los valores cívicos, éticos y morales de nuestra querida Panamá.

Yo propongo que cada uno de nosotros ofrezcamos media hora mensual y acudamos, con la aprobación del Ministerio de Educación, a centros educativos a hacer dos cosas: Dictar charlas interactivas (léase no aburridas) sobre que son y como los valores cívicos, éticos y morales han incidido en nuestras vidas profesionales y nos han convertido en profesionales exitosos, lo cual se pudiera hacer en jornadas de media hora o cuarenta y cinco minutos dentro del período de clases por un lado y por el otro, reforzar los conocimientos de la materias tradicionales de éstos estudiantes (donde igualmente hay una deficiencia enorme y donde se podría aprovechar para reforzar la enseñanza de valores)en sesiones de una hora que se pudieran dictar en los mismos planteles los sábados por la mañana.

¿Ustedes se imaginan la cantidad de ingenieros y arquitectos que pudieran brindar media horita de su tiempo en reforzar conceptos de matemáticas o los médicos que estuvieran dispuestos a asistir a los estudiantes en biología y así sucesivamente? Esto debe hacerse, no sólo en los planteles de educación pública, sino en los colegios de educación privada, pues todos los jóvenes de nuestro país deben beneficiarse de éste tipo de iniciativa, que a la postre solo puede rendir frutos para todo el país.

¡Empecemos ya! Para mañana es muy tarde. ¿Quien esta dispuesto a levantar ésta bandera y hacerse cargo de la organización? Avísenme y Yo sería el primero en firmar y ser voluntario, pues aunque lejos, me sigue preocupando el país que me vio nacer.

Ya es hora que todos empecemos a contribuir en la medida de lo posible, en la construcción de un nuevo país, mas decente, mas ético, mas cívico y mas moral. Es muy fácil y conveniente pretender dejarles toda la responsabilidad a los gobiernos de turno. Estos están ahí por sólo 5 años, nosotros tenemos toda una vida por delante, sin contar el tipo de vida que le queremos legar a nuestros hijos y nietos.

Hablando como se debe (1a y 2a partes)

Durante las recientes fiestas de navidad, cuando estaba de vacaciones en Panamá, me llamó la atención varias cosas que tienen que ver con el uso de nuestro idioma, las cuales, si bien es cierto se habían venido dando a niveles populares, me llamó la atención que ahora hasta entidades del gobierno nacional y los mas reconocidos medios de comunicación también han caído en los mismos errores.

Siempre me llamó la atención el por qué mis apreciados colegas periodistas se referían a “ciudadanos asiáticos” cuando se refieren a personas de origen chino. En éste país siempre les hemos llamado chinos e inclusive la famosa “tienda del chino” es y siempre ha sido la popular referencia de muchas direcciones en nuestro país.

No se si a mis queridos compañeros de pluma, les agradaría que en otras latitudes dijeran que un “ciudadano latinoamericano” fue arrestado por posesión ilegal de drogas, ensuciando a todos por igual. Aparte que no hace sentido pues uno es ciudadano de una ciudad o de un estado y no de un continente. Es importante enmendar éste tipo de errores pues en muchas ocasiones son los periodistas a quienes se toman como guía de un buen castellano.

Igualmente me llamó la atención que, haciendo la fila para pagar mi apartado de correos en la estafeta 0816, que en un flamante letrero afuera de una de las ventanillas de atención al público se lee que en ella se entregan cheques de la “Embajada Americana”. La verdad es que no sabía que el continente americano tiene una embajada den Panamá y peor aún es que haya personas que todavía se refieran a la “visa americana” cuando es bien sabido que en nuestro continente no hay acuerdos de tipo “Schengen” donde con una sola visa se puede visitar a casi todos los países de la Unión Europea.

Regresando a lo que nos hemos mal acostumbrado a decir y lo mas triste es que hay quienes le están enseñando a sus hijos a hablar así (incluyendo maestros y profesores), hay quienes ven de lo mas normal hablar de “mas sin embargo” como si efectivamente sonara mejor o mas refinado y lo que llamaría la “tapa del coco” el tan famoso “hubieron” en reemplazo del hubo, esto sin mencionar los tan populares “se venden”.

Ojalá quienes tienen la responsabilidad de enseñar a los niños y jóvenes en nuestras aulas se tomaran el trabajo de “regresar a aprender” y que las autoridades del Ministerio de Educación (léase supervisores) hagan un trabajo profundo para verificar que estamos realmente enseñando y orientando para que éstos “horrores” ortográficos y de lenguaje sean subsanados y nunca se vuelvan a repetir en una aula de clases y mucho menos frente a un micrófono.

Sería ideal regresar al periodismo de calidad que nos enseñaron ilustres maestros de la pluma que nos antecedieron como Gaspar Octavio Hernández, Mariano Arosemena, Eusebio Morales, Tomás Gabriel Duque, Eduardo Ritter Aislán, Víctor Florencio Goytía, Ricardo J. Alfaro, José Dolores Moscote, Arquímedes “Fat” Fernández, “Chicho” Puga y tantos otros que daban gusto leer y aprender de sus escritos.

A los jefes de redacción, productores, directores de medios y correctores de prueba, hagan un trabajo más exhaustivo. A los profesores de escuela secundaria y de nuestras universidades les ruego que se tomen el trabajo de buscar y enseñar la excelencia como meta para un periodismo elegante y de categoría como en una época caracterizó a Panamá.


Segunda Parte:


Hace algunas semanas escribí un artículo en el que invitaba a mis colegas de los medios de comunicación y a los maestros y profesores a mejorar la forma como nos expresamos y como les enseñamos a quienes nos escuchan (y están en el proceso de aprender), a mejorar la forma como nos expresamos.

La verdad es que fui contactado por algunas personas para preguntarme que por qué era tan alarmista, que la verdad “no estaba tan mal la cosa”…

Infortunadamente (la palabra desafortunadamente no existe en el diccionario) no puedo estar de acuerdo con ellos. Para demostrar mi punto, trataré de hacer alguna compilación de algunas de las bellezas que se ven y escuchan diariamente en los medios escritos y hablados, aulas de clases de primaria, secundaria y hasta en las universitarias y como “la tapa del coco” en los escritos preparados y firmados por algunos de nuestros juristas.

¿Cuantas veces hay quienes traducen el “billion” del inglés a un billón del español? No es lo mismo ni se escribe igual. Traducción: Millardo. ¿Cuantas veces leemos en los periódicos el nombre de la nación más grande de Sur América escrita “Brazil” cuando su nombre correcto es Brasil?

Seguimos. No existe tal cosa como las “Exclusas de Miraflores”. Son las Esclusas de Miraflores, Pedro Miguel o Gatún. Tal vez (porque no debe escribirse talvez o talves) no son muchos en Panamá los que se toman el trabajo de decir ocho en lugar del famoso “osho” o sea que cambiamos el sonido de la “ch” por el de la “sh”.

Hay muchos que luego de haber estudiado o vivido en los Estados de Unidos de América hablan del famoso “llamar pa´tras”. Lo correcto debería ser llamar de vuelta. Igualmente hay quienes tienen la mala costumbre de olvidarse que las personas por regla general tenemos dos apellidos (no me refiero a los que tienen apellidos compuestos) y sencillamente hacen alusión a la persona por sólo su apellido materno (por ejemplo el Canciller Navarro en lugar del Canciller Lewis o en su defecto Lewis Navarro).

No termino de entender porque hay médicos que cuando quieren hacer referencia a que una persona sufrió de golpes en la cabeza en accidente de tránsito, dicen que “el paciente sufrió politraumatismos encefálicos”. Por regla general nuestra población no ha estudiado medicina y la primera forma de expresarse es más fácil y más entendible, no les parece?

Vale la pena mencionar que a nuestros discapacitados (mas del 10% de nuestra población), no deberíamos llamarlos minusválidos. Quien utilice la palabra “anuente” debe referirse a que una persona consiente o esta de acuerdo con que se haga algo, no significa que conoce de algún tema en especial.

Para terminar, ojalá podamos erradicar para siempre la utilización de los mentados “haiga”, “mas sin embargo” y el terrible “hubieron”. Por favor, empecemos a hablar como se debe.

¿Todavía somos bolivarianos?

El pasado fin de semana, culminó exitosamente la XIII Cumbre Presidencial de la Comunidad Andina de Naciones (CAN) en Valencia, Venezuela, donde se analizaron las estrategias para la lucha conjunta contra el narcotráfico, se aprobó un pasaporte común para los 110 millones de habitantes que integran esta región y se acordó acelerar los procesos para una real integración aduanera e incrementar el intercambio comercial entre los países miembros que este año debería alcanzar la envidiable suma de 6 mil millones de dólares.
Hace 10 años, el movimiento comercial entre las naciones miembros de la Comunidad Andina (Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia) era de escasos mil 797 millones de dólares y ya el año pasado había alcanzado los 5 mil 166 millones de dólares.
Históricamente, nuestro país ha estado vinculado más a Sur América que a Centro América. Veamos en qué sustento mi afirmación. Primero, los países centroamericanos se independizan del Imperio Español antes que Panamá y pasan a conformar las Provincias Unidas de Centroamérica. Panamá se independiza de España a finales de noviembre de 1821 y nos unimos a la Gran Colombia, en aquel entonces conformada por Colombia, Venezuela, Bolivia, Ecuador y Perú (¿coincidencia ?)
Los países centroamericanos comen (inclusive nuestras tortillas son totalmente diferentes), se visten y hablan muy similar entre sí; quizás por la gran influencia que tuvieron las culturas mayas y en parte la azteca que los habitó y/o conquistó. Los panameños comemos, nos vestimos y hablamos como caribeños y recibimos mucha influencia del tiempo en que estuvimos ligados a Colombia, principalmente a través de las ciudades costeñas de Barranquilla y Cartagena. Los únicos restos que hay de la cultura mexicana en nuestro país se aduce que fueron de indios aztecas que llegaron hasta Coclé en búsqueda de esclavos para ser sacrificados.
Nuestros principales clientes en la Zona Libre de Colón tradicionalmente han sido suramericanos; los usuarios del Canal son de esas regiones también; en fin, hemos tenido, tenemos y seguiremos teniendo muchos más vínculos con Sur América que con nuestros hermanos centroamericanos.
Me pregunto entonces, ¿no sería más efectivo el tratar de lograr un acercamiento y eventualmente una incorporación natural con los hermanos de las naciones bolivarianas que con los de Centro América? ¿Por qué seguir insistiendo en pensar en chiquito cuando deberíamos aprovechar que los miembros de la CAN ya se están preparando para el ALCA del 2005?
¿No será este un capricho personal para llevarle la contraria al gobierno anterior o peor aún, será que hay intereses personales de por medio que prevalecen por sobre los del resto de los habitantes de nuestra querida y abatida Panamá?
Llegó la hora de que en nuestra nación haya más estadistas que gobernantes, que piensen en lo que nos conviene a largo plazo y no solo en aquello que pueda solucionar los problemas coyunturales que pudieron haberse evitado si hubiese habido un poquito de planificación.
Luchemos para lograr esa integración total con la que soñó el Libertador de América, para que en el camino tengamos pueblos más libres y democráticos a través de una visión de pueblo grande y no de aldea. Eduquemos al niño hoy para ser el ejecutivo exitoso de mañana.

Bien gracias, ¿y usted?

Me gustaría ver una OEA más activa en los conflictos internacionales
De pequeño sentía una gran fascinación por los organismos internacionales como la ONU y la OEA, pues los veía como el gran ‘‘melting pot’’ del mundo. En aquel entonces me costaba entender su funcionamiento y hasta en qué idioma se entendían, cosa que finalmente comprendí cuando visité la sala de sesiones de la OEA en Washington. Allí empecé a comprender la grandeza de la Organización de Estados Americanos y asimilé su gran importancia.
Sin embargo, confieso que a veces me considero el estúpido más grande en cuanto a la ONU se refiere, pues no termino de entender por qué unos pocos países (léase el Consejo de Seguridad) ejercen un control omnipotente sobre los otros, gracias a su incuestionable veto sobre las decisiones que tomen, antojadizas o no.
Pero regresemos a nuestro propio y exclusivo patio y permítanme tratar de hacer un modesto análisis de algunas experiencias que, al final, son las que me han llevado escribir esta nota.
Hace algunos años, el Gobierno argentino decidió recuperar las Malvinas que, por más imperialistas que seamos, hay que reconocer que están mucho más cerca de Argentina que de Inglaterra. Varios países americanos se manifestaron solidarios con la reivindicación argentina, mientras que otros miembros de la OEA llegaron a violar acuerdos internacionales de defensa recíprocos, por compartir la opinión de la potencia británica. ¿Y la OEA?, pues bien gracias, ¿y usted?
Cuando a finales de los 80, el tristemente célebre general Manuel A. Noriega hacía y deshacía de las suyas en Panamá, atacando civiles, destruyendo empresas y repartiendo plata para sus amigos y plomo a sus enemigos, la OEA se limitó a realizar reuniones, consultas, misiones, y hubo que esperar la acción militar –la nefasta invasión– de la poderosa nación para podernos liberar del monstruo que ellos habían creado, entrenado, condecorado y pagado. Pero al final del cuento, la OEA... bien gracias, y ¿usted?
Uno se hubiera imaginado, por ejemplo, que por ser colombiano y expresidente, el secretario general de la OEA, César Gaviria, hubiera cobrado un interés especial por la guerra fratricida que por más de 40 años vienen librando la inmensa mayoría de habitantes de ese bello país, en contra de menos del 0.01% de la población colombiana (comprendidos todos los narcotraficantes, paramilitares y guerrilleros que viven dentro y fuera de Colombia), y que han causado desprestigio, luto, dolor y pena a los buenos hermanos colombianos. En este caso específico, uno pensaría que el Dr. Gaviria promovería más misiones de acercamiento, habría ofrecido becas a niños colombianos, se hubiera ofrecido a administrar la zona de despeje creada, hubiera ofrecido un patrullaje conjunto de fuerzas; en fin, tantas cosas que, como secretario general de la más grande organización diplomática del continente, podía promover. Sin embargo, una vez más la OEA... bien gracias, ¿y usted?
Hace unos meses, una misión de observación de la OEA viajó a Perú a observar las elecciones en ese país. Al concluir su participación y a través de un elocuente vocero guatemalteco, se dejó constancia de que no existían las condiciones ideales (léase democráticas y justas) para que hubiera elecciones libres en la tierra conquistada por Pizarro.
Y, ¿qué hace la OEA? Desautoriza a su misión y procede a conformar otra que acudiría a Lima para conversar con el mismísimo promotor de la desestabilización del sistema democrático peruano y gobernante de facto reelecto para un nuevo período constitucional, gracias a las decisiones de los mismos cuerpos electorales que designó y controló a su antojo.
La nueva misión se entrevista con los asesores (imagínense quién podría estar detrás de todo esto) del presidente, y entre ellos se acuerda la revisión de las infraestructuras democráticas del Perú y se retiran con el compromiso del ‘‘chino’’, en el sentido de que si lo dejan tranquilo, abriría su compás lo suficiente para que la oposición sintiera que participaba.
Me imagino que los embajadores debieron haber quedado anonadados cuando hace algunas semanas, y gracias a la existencia de pruebas innegables, el pueblo peruano pudo ver cómo se había fraguado un complot para permitir la corrupción de funcionarios y dirigentes. Y vuelvo a comentar, la OEA... bien gracias, ¿y usted?
Quiero regresar al tema de la timidez con la que actuaron y se manifestaron algunos de los países miembros de la OEA, ante la propuesta norteamericana de condenar la farsa montada en Perú. Lo que sucedió es que muchos de los gobernantes que se mantienen en el poder, gracias a estructuras democráticas tan frágiles como la cabeza de un recién nacido, se vieron reflejados en el espejo de Perú, y prefirieron no hacer lo que su conciencia les debió haber dictaminado: condenar el ejercicio de la dictadura civil del presidente Fujimori y promover unas nuevas elecciones, bajo la directa supervisión de un cuerpo colegiado nuevo o de un cuerpo multinacional que asegurara el libre ejercicio del sufragio universal.
Lo más triste es que ninguno de los embajadores ante la OEA trabaja gratis; todos gozan de altos salarios y privilegios que son la envidia de muchos profesionales. La OEA debería funcionar cuando sus miembros lo necesitan, no ‘‘después de los pavos’’, como hubiera dicho mi abuela. A mí, en lo personal, me gustaría ver una OEA que se pronuncie en contra de los abusos y violaciones de los derechos humanos que se dan en los países miembros (y esto implica el retorno al seno de la organización de todos los países del continente americano), con pronunciamientos enérgicos pero respetuosos. Significa la promoción de la educación tradicional y en valores que tanto necesitan nuestros niños y jóvenes. Me gustaría ver a una OEA más activa en los conflictos internacionales e inclusive en los que, como el colombiano, afecta a más de uno de los países vecinos. Me gustaría ver una OEA promoviendo y haciendo lo imposible por lograr una real y tangible integración americana, sin fronteras ni barreras políticas o económicas, con múltiples idiomas e idiosincrasias, con su tradicional gente buena y trabajadora.
Trabajemos pues para demandar –no solo solicitar– que sean nuestros presidentes los que hagan temblar el viejo árbol para que las nuevas raíces se acomoden, y se fortalezca el tronco que permita el florecimiento de nuevas hojas y flores que embellecerán ese suelo americano unido, con el que soñó el gran libertador Simón Bolívar.

En el mundo de la política

  Inicio advirtiendo que este artículo no pretende convencer a nadie sobre como debe ejercer el voto para las próximas elecciones. Todos p...