Comparto este artículo que vale la pena leer:
ANABELLA DEX
opinion@prensa.com
Cada vez que llegamos a Panamá nos llama la atención no solamente cuánto se usa el idioma inglés aquí, sino cuánto se mezcla con el español. No creo haber visto nada semejante en ningún otro país que hayamos visitado, no a este grado.
La gente habla un spanglish muy curioso. Además, los edificios, centros comerciales, letreros que anuncian cualquier clase de mercancía o servicios, absolutamente todo, y por todos lados, está inundado de palabras y frases en inglés.
Me pregunto, ¿es que no nos liberamos ya del “colonialismo”, el 31 de diciembre de 1999? ¿Por qué pensamos que si le ponemos un nombre en inglés a algo, suena mejor o es mejor? Cada panameño debe sentirse orgulloso por haber recuperado la soberanía territorial, pero no nos damos cuenta de que aún seguimos colonizados mental y lingüísticamente.
No es por nada, pero el español es uno de los idiomas más ricos y bellos que conozco y no veo cuál es la gracia de mezclarlo con otro idioma, mucho menos el inglés.
Es normal que los niños que crecen con padres y madres de diferentes nacionalidades y que hablan varios idiomas e incluso viven en países distintos al de su nacionalidad, hablen de todo un poco. Pero esa etapa se empieza a desvanecer cuando crecen y van a la escuela. Llega un momento en que distinguen perfectamente bien cada idioma y con quién se habla qué.
El orgullo nacional implica muchísimas cosas, una de las principales es el idioma. En Panamá la lengua madre es, por suerte, el español. Este se ha convertido en uno de los preferidos, como segundo idioma, en muchas escuelas alrededor del mundo, al igual que el mandarín.
El otro día asistimos a una fiesta en Luxemburgo, en la que había cerca de 35 personas de todas las nacionalidades imaginables. Al final, terminamos riéndonos en una esquina por lo menos 20 que hablábamos español, y no todos éramos latinoamericanos o españoles, sino de otras nacionalidades que, simplemente, se interesan por nuestro bello lenguaje. Esa es la parte simpática de la globalización.
Hablar un idioma correctamente denota cultura. Mezclarlo con un poco de todo es más bien infantil y poco elegante. Además, hablarlo correctamente abre las puertas para aprender otros, también, correctamente.
En este mundo de pocas fronteras culturales en que nos ha tocado vivir es muy importante el dominio correcto de los idiomas. No todos queremos ser Premio Nobel de Literatura ni mucho menos, pero sí podemos y debemos cultivar nuestro idioma como algo precioso, en vez de degradarlo al nivel de dialecto poco inteligente. Debemos aprender en las casas y escuelas el uso correcto ya sea del español o de otros idiomas. En las televisoras también hay mucho por mejorar en este sentido, pero ya eso es tema para otro artículo de opinión.