miércoles, 14 de abril de 2021

Es hora de hacer un ALTO

 Recientemente tuve la oportunidad de vacunarme en el Colegio Belisario Porras; el proceso fue tan sincronizado, atento y efectivo, que me da una bocanada de esperanza que los panameños podemos si lo queremos. Una atención de 1er mundo, con el cariño y la candidez típica de nuestros paisanos.

Una primera muestra fue nuestro comportamiento durante la Jornada Mundial de la Juventud, realizada en nuestro país hace un par de años, donde todos los que vivimos en Panamá, salvo alguna excepción aislada, mostramos nuestras mejores caras y comportamientos, que me hicieron pensar que la urbanidad de Carreño había pasado por nuestras aulas.

La pandemia de Covid-19, por su parte ha sacado a asolear, lo peor de nuestro comportamiento, del vocabulario y de nuestros valores. Solo debemos recordar hace un año cuando se anunciaron los primeros casos, una significativa cantidad de personas corrieron a adquirir papel higiénico; a la fecha aún no se sabe que harían con el mismo, pues el Covid afecta los pulmones no el estómago. No les importó si con su exagerada compra, dejaban sin ese vital “recurso” a cientos detrás de ellos.

Hizo que personas que se habían distinguido por su entrega y compromiso cayeran en la tentación de salirse del camino correcto para practicar un “juega vivo”, que infortunadamente se ha encarnizado en lo más hondo de nuestra idiosincrasia, agravado ahora con un “mientras no me cojan, está bien”. Evidentemente, esto va ligado a una serie de desaciertos que vienen cometiendo algunas de nuestras autoridades, electas y no electas, cuando, cual equinos de carrera, solo saben ver en una sola dirección, sin detenerse a evaluar en las consecuencias de sus acciones.

Todo se suma para abonar a una falta de comunicación o peor aún, una comunicación tan defectuosa que el nuevo chiste es “cuando saldrá la aclaración de lo aclarado antes de lo dicho”, popularizándose, más aún las llamadas “bolas mediáticas” y las noticias “fake” que nacen y se distribuyen en las redes sociales y los malos ciudadanos que las ayudan a popularizarse.

Pecamos de la maldita generalización en todo sentido, lo cual deteriora imágenes, reputaciones y enloda la trayectoria de mucha gente buena y que aún practica los más altos valores cívicos éticos y morales, por los que muchos en Panamá hemos trabajado y luchado por décadas.

Es importante que todos hagamos un alto, pidamos “parada” y empecemos a caminar por un rato, para “tomar un poquito de aire”, pensar qué queremos y hacia dónde queremos ir. No podemos seguir en esta carrera desenfrenada, donde algunas autoridades del gobierno pretenden gobernar a través del miedo, algunos agentes del orden público están convencidos que son la autoridad competente y abusan de un privilegio que no tienen; pareciera que las autoridades judiciales siguen, por un lado durmiendo el sueño eterno en algunos fallos y por el otro fallando alejados de lo que dice la ley y lo que anhelan sus conciudadanos. A veces prefiero ni meterme en lo que algunos denominan “la cueva” o “nido de víboras” y tantos otros “apodos” que les han puesto. Los supuestos legisladores, pareciera que emiten leyes para su propio beneficio o para beneficiar a quienes los ayudaron a financiar sus campañas.

Exhorto a todos a detenernos, reflexionar e iniciar una nueva forma de vida, antes que el país se nos quiebre y, como la cuña que promueve el regreso seguro a clase, se nos venga encima.


Artículo aparecido originalmente en el Diario La Prensa. Marzo 16, 2021

¿Somos parte de un sistema corrupto?

 Hace como un año escribí sobre el abuso que, de parte de algunos integrantes de la Fuerza Pública, hemos venido recibiendo ciudadanos, algunos más condescendientes que otros.

Muchas personas, al igual que el del famoso cuento del sacerdote protestante en la Alemania Nazi, prefirieron ver para otro lado; excepciones hechas de una amiga periodista y unos cuantos abogados que venía denunciándolo desde antes que Yo, sin embargo, la gran mayoría, como no los afectaba a ellos, guardaban silencio o miraban hacia el otro lado.

En mi caso personal, un agente de tránsito de la policía nacional estaba “cazando” cerca al cruce de Divisa, a incautos como Yo, que sufrí los embates de, desde mi perspectiva, de un sistema corrupto que inicia con la mala acción del policía, que inventa una falta para que se le proponga un arreglo y prosigue con un sistema que no protege al ciudadano sino al sistema corrupto.

Yo apelé (reconsideración como se le llama al procedimiento) y un mes después del supuesto incidente, cuando fui a las oficinas de la Autoridad de Tránsito y Transporte Terrestre (ATTT) a buscar el resultado, fui informado que como el incidente había sido fuera de la capital, entonces debió haberlo visto el juez de Santiago. Me dijeron que ellos enviarían por valija la reconsideración y que en un mes más, debía verificar nuevamente.

La Pandemia hizo que varias oficinas públicas cerraran u operaran en horarios reducidos, sin embargo, nunca dejé de verificar y me decían que no había regresado. Finalmente, luego de varios meses, fui informado que nunca lo habían mandado a Santiago y que lo verían localmente; este proceso tomó casi 2 meses más, mientras tanto se vencía el revisado de mi auto y mi licencia, que gracias a que su validez fue extendida, no caí en delincuencia.

Al final, casi 12 meses después de impuesta la injusta “boleta”, luego de haber visitado las oficinas de la ATTT 3 o 4 veces, fui informado que debía ir a buscar el resuelto. Cuando lo fui a recoger, me dijeron que podía pasar a pagar en la ventanilla y al solicitar mi copia del resuelto, como me resultaba lógico, me dijeron que la persona que imprimía no estaba y que debía esperar media hora más.

Cuando me dan mi copia del resuelto y aquí viene la mejor parte, de la Dirección General de la ATT me dicen que como Yo no había aportado ninguna prueba, la boleta se mantenía. Hago la pregunta: ¿Qué prueba podría aportar Yo? De ser así, ¿Qué prueba aportó el agente del tránsito de la policía nacional? No hubo fotos ni nada en el proceso de imposición de la boleta injusta; ¿Cómo se puede alegar esto sin consultar a las partes, sin verificar la cantidad de boletas que había impuesto el agente ese día, si todas las boletas tenían la misma infracción y la misma velocidad?

O sea, el ciudadano es culpable hasta comprobar lo contrario. Pareciera que las autoridades apuestan al cansancio de los ciudadanos, apoyándose en un sistema corrupto para engrosar las arcas ya sea del estado o del agente, lo cual efectivamente lleva a muchos a “proponer” acuerdos a estos últimos, para ahorrarse el engorro.

La verdad es que es una verdadera lástima que esto sea así y que se siga abusando de personas honestas y cumplidoras y peor aún que el sistema se preste para esto.

Tenemos que promover un cambio de actitud, tanto de los agentes de policía, como de las autoridades civiles que deben velar por el cumplimiento de las leyes y de los derechos de quienes vivimos en este bello país.


Artículo aparecido originalmente en La Estrella de Panamá (Feb.3, 2021)

En el mundo de la política

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