miércoles, 17 de agosto de 2011

‘EL JARDÍN DE LAS CENIZAS’


ARTÍCULO ESCRITO POR MI AMIGA MARIELA SAGEL SOBRE MI OTRA AMIGA, GLORIA GUARDIA.

Culmina la trilogía
MARIELA SAGEL
Con esta tercera publicación, se completa el trabajo que la autora Gloria Guardia iniciara en 1976 con ‘El último juego’
Culmina la trilogía


Publiqué en este mismo diario una entrevista a Gloria recién había presentado su libro, con el compromiso de reseñarlo una vez que lo hubiera leído. Confieso que su lectura ha superado mis expectativas, y eran muchas, ya que cuando ella ganó el premio de novela centroa mericana con El Último Juego, en 1976, me leí la edición rústica con la que se estrenó, así que he esperado este desenlace por 35 años. Gloria tiene bien merecido su reciente inclusión en La Enciclopedia de las Novelas, que le otorgó la prestigiosa universidad de Oxford. La publicación ‘se remonta –al menos en Occidente- al siglo XVII, o sea a Cervantes y a los iniciadores de la novela moderna. Se trata de una enciclopedia que cubre cinco siglos en Occidente y muchos más cuando se incluye a la China, al Japón, y a los países árabes que forman parte del Mashreq’.

El Jardín de las Cenizas fue aceptado en esta prestigiosa publicación, tal como dice el dictamen ‘tras realizar múltiples consultas con autoridades universitarias. Ellos, enseñan la obra y la recomiendan a colegas de otras universidades’.

LA OBRA

El Jardín de las Cenizas se desarrolla en dos tiempos, lo que demuestra con creces el manejo de tanto la trama como de los datos históricos que la llevaron a culminar esta trilogía titulada Maramargo. Un tiempo es cuando nuestro país recibe el Canal de Panamá, las ceremonias celebradas en torno a ese hecho histórico, y lo que falta del año de fin de siglo. El otro inicia en 1925, girando en torno al surgimiento de movimientos como el de Acción Comunal y el Frente Patriótico de la Juventud y va desarrollándose de forma envolvente hasta 1931. El tiempo actual es el relato de un personaje que recuerda lo que pasó en los años veinte en el Panamá que se enfrentaba ante muchas disyuntivas, con toda serie de coyunturas mundiales y agendas políticas adversas a lo que debía ser una nación independiente y soberana.

La autora le da un tratamiento a toda la trama en forma íntima por parte de los personajes, rigurosa en cuanto a la historia y categórica en relación a su posición ante los hechos que marcaron pautas en nuestro devenir nacional. Aún cuando a algunos le asuste que el libro tenga 550 páginas, los relatos en sí se desarrollan en 400 de ellas y el resto es una referencia valiosísima no solo a las fuentes que consultó sino también un dramatis personae de la saga (lista de personajes), los protagonistas de la historia de Panamá que se convierten en ficticios al interactuar con los de la saga y un valioso cuadro cronológico que contrapone, desde el año 1817 lo que ocurrió en la historia y lo que acontece en la trilogía. Un trabajo de filigrana.

Desde que empecé a leer a Gloria, con El Último Juego recién obtuvo el premio, y posteriormente con su novela Tiniebla Blanca (en 1979) me cautivó sobre todo la manera refinada que le da a los personajes, la difícil descripción y hasta sublimación de los encuentros amorosos, manejando con maestría el tema erótico, y la agilidad que le imprime a los diálogos. Esta culminación de Maramargo no deja de sorprenderme porque en El Jardín de las Cenizas la autora demuestra que ha dedicado muchas horas tanto a armar la cartografía de un tema tan complicado como el manejar dos escenarios en dos tiempos, con coincidencias en sus orígenes y sus efectos, como en cuidar la exquisitez de que hace gala para estructurar cada personaje, al punto que uno se imagina los lugares que describe así como las circunstancias por las que cada uno de ellos atraviesa.

Uno de los más valiosos aportes que le veo a la historia, y que debe ser leída por todo el que pretenda ser expertos en política (y de esos ‘analistas’ hay muchos) es la forma en que desgrana la personalidad entreverada de Arnulfo Arias y cómo el partido que fundó es apenas un cascarón sin fundamento, que se apropió del himno de Acción Comunal, cuando no tiene nada que ver con los principios que perseguían los destacados forjadores de ese movimiento. No me alcanzaría el espacio de esta reseña para señalar todos los aportes que ofrece el libro. 

‘Pon tus neuronas en remojo’

ARTICULO ESCRITO POR MI AMIGA GERALDINE EMILIANI MUY BUENO!!!


GERALDINE EMILIANI
‘Pon tus neuronas en remojo’
  ESPECIALISTA DE LA CONDUCTA HUMANA.

Una de las debilidades del ser humano, es el sentimiento y el pensamiento de que es perfecto. Hay quienes por motivos de complejos de superioridad, autosuficiencia, prepotencia y soberbia, en otras palabras ‘personas con una gran falta de humildad’, requieren que se les vea como seres superiores y perfectos. Y, la persona que se cree perfecta y que todo lo sabe, se crea una aureola de autosuficiencia que daña el acercamiento que debe tener cuando de relaciones interpersonales se trata.

Un clásico ejemplo y que forma parte de la historia de nuestra República, son los acercamientos infructuosos de las autoridades que han dirigido la cartera de Educación ante la dirigencia y los gremios magisteriales. No voy a profundizar en materia educativa ni tampoco en los requerimientos de los educadores, ni a la falta de respuesta del Ministerio a sus aspiraciones, lo que quiero es profundizar en materia conductual. Veamos:

Una persona con razón o sin ella, las lleva de perder cuando se enfrenta a un conglomerado de personas. Tú jamás puedes darle la espalda o hacerte la ‘fuerte’ ante un grupo de personas, en este sentido la fuerza la tiene el grupo al que te estás enfrentando. Hay una operación emocionalmente computada de cohesión solidaria en el grupo muy difícil de romper. Al mismo tiempo, no es fácil negociar ni conciliar, estos elementos se aprenden y te enseñan que la humildad es la puerta de entrada para que logres una buena comunicación con tus adversarios, porque extralimitarte en autosuficiencia, se pierde la gran oportunidad de trabajar por el bien de tu país. Evita a toda costa los conflictos y situaciones incómodas. Hay que bajarse de esa nube que te mantiene distante del común de los mortales. Somos seres sociales y relacionales; esto implica que todo el tiempo estamos interactuando; y todas esas vinculaciones que realizamos en el día a día dejan huellas en ti y en los demás.

Aunque no lo quieras aceptar, lo primero que se piensa después de unas infructuosas negociaciones, es tirarse a la calle. Situación que no comparto. Hacerte ‘la brava de la película’ te lleva a un desgaste emocional, para ti, para el grupo y para todo un país. En estas circunstancias lo más saludable es poner tus ‘neuronas en remojo’, ellas, al salir del cautiverio, tendrán la capacidad de ayudarte a establecer una comunicación efectiva con tu entorno. Inténtalo y verás...

Fíjate en esta frase de gran significado: ‘Si no puedes con tu enemigo, únete a él’. Muchas personas se preocupan de cómo hacer amigos, otras se preocupan de cómo vencer al enemigo para decir quién tiene la razón o quién puede más. A los enemigos no se les vence, es mejor no tenerlos, porque en una guerra nadie gana. Hay que dedicarse a construir no a destruir.

Del mismo modo, se pueden tener los implementos y herramientas de primer mundo para la enseñanza—aprendizaje, pero si el que dirige la educación no tiene la buena voluntad de acercamiento con los gremios magisteriales y, los educadores no tienen la vocación necesaria para la enseñanza—aprendizaje y, los estudiantes no cuentan con el estímulo necesario para aprender y los padres de familia siguen viviendo el sueño eterno de la indiferencia para con sus hijos, seguiremos trasteando como un país indigente en materia educativa. El tiempo ha sido bastante benévolo y se cansó de esperar. Estamos ante un peligro inminente. Sólo nos queda la esperanza de un mañana mejor.

Tampoco voy a profundizar en los hechos acaecidos debido a la bacteria KPC. Lo que sí lamento, y con dolor, es por aquellas personas que confiaron en el Complejo Hospitalario de la Caja de Seguro Social y que jamás sospecharon que a las finales de su ingreso al hospital, el resultado sería nefasto, causándoles la muerte por una bacteria inevitable.

He de expresar que la autoridad de la Caja de Seguro Social, Ing. Guillermo Sáez-Llorens, en medio de esta tragedia, ha mostrado sentimientos de humildad y de preocupación, estos elementos no van a revivir a los muertos, pero al menos, su humildad es indicativo de calidad humana.

Aunque sean dos situaciones distintas, igualmente quedará en la historia de mi país las muertes de los envenenados por el dietilenglicol. Ambas tragedias advierten: ‘Pongan sus neuronas en remojo’: mirar, vigilar, supervisar y estar atento de cada rincón de la institución. Malicia ante todo. Desafortunadamente no hay marcha atrás. Los muertos por la bacteria KPC son nuestros HÉROES y, ellos desde un rinconcito del cielo, gritan a viva voz ‘¡Mejoren nuestro sistema de salud!’.

No sé cuál va a ser el destino de la actual dirigencia de la CSS, lo que sí sé, es que, el destino del Complejo Hospitalario, debe ser otro. Primero, el trabajo se debe centrar en los correctivos y evitar a toda costa que el asegurado tenga temor de usar sus instalaciones. Esto tomará su tiempo. No es fácil, pero lo lograremos.

Esta nueva tragedia deja un hueco profundo en el corazón de nuestro país y de seguro en las autoridades de la CSS. A los familiares de las víctimas, esta reflexión: ‘No hay palabras ni consuelos que alcancen a darle luz a la oscuridad que te envuelve el dolor de la muerte de ese ser querido. Quizás no encuentres la salida en mucho tiempo, quizá no superes su ausencia en muchos meses y aunque no puedas verlo, ni sentir su aroma, ni escuchar su voz, ni mirarle a los ojos, siempre le recordarás para decirle desde tu corazón: TE AMO’. 

¿Cuánto vale el tiempo?

Artículo escrito por Mireya Lasso, super interesante y tristemente cierto!

Aparecido en La Estrella de Panamá
MIREYA LASSO
¿Cuánto vale el tiempo?

EX DIPUTADA DE LA REPÚBLICA.

H ace unos días tuve necesidad de concurrir a un despacho público para realizar un trámite que, aunque bastante sencillo, resultó sumamente demorado. Mi experiencia —entonces y allí— me ha hecho reflexionar sobre el calvario que miles de panameños sufren igualmente. El problema no se resolverá de la noche a la mañana, pero al menos deberíamos albergar alguna esperanza, por débil que fuera, de que alguna autoridad se apiade de nosotros los mortales y trate de mejorarnos el trato. Algunas medidas se podrían tomar para hacer la vida menos azarosa a quien, como cualquier hijo de vecino, busque solución rápida y efectiva en algunos despachos públicos. Que conste: no los implico a todos.

Mi triste conclusión es que el tiempo no es factor relevante en los trámites que deban gestionarse en una mayoría de despachos públicos. Un trámite, que debería tomar a lo sumo una semana, siguiendo al pie de la letra el procedimiento requerido para garantizar la legitimidad del resultado, puede tomar el doble, el triple, hasta cuatro o diez veces el tiempo requerido. No hay apuro, con suerte ‘mañana’ se resuelve, o la próxima semana, o la siguiente, o el próximo mes. Quizás hasta haya que esperar al próximo gobierno.

¿Por qué la lentitud de la burocracia? En el mejor de los casos puede ser porque el funcionario que puede mover el asunto, tiene la seguridad de su salario los quince y los treinta de cada mes; como es independiente de su eficiencia, alimenta dejadez, holgazanería o negligencia. Pero en el peor de los casos, sería trágico si lo perseguido con la demora fuese que alguien se acercara para solicitar un favor especial y ofrezca un incentivo vergonzoso. Ese favor no dejaría huellas incriminatorias porque, en resumidas cuentas, consistiría en hacer finalmente lo ordenado por la Ley y el procedimiento.

En cambio el tiempo es oro para el ciudadano común o para el empresario que necesita llenar un requisito previo a un negocio o transacción. Cada minuto, cada día o cada semana cuenta; tan importante puede ser para aquel que necesite tramitar su jubilación, como para quien intente abrir una empresa que dará empleo a gente actualmente desempleada. Pero se encuentran con la barrera infranqueable de un funcionario que le responde que: (1) esos papeles todavía no le han llegado, o (2) vuelva la próxima semana, o (3) necesita el visto bueno de su jefe y tiene días de estar en su despacho para su firma, o (4) la persona que tiene que ver con eso está indispuesta y se retiró temprano, o está almorzando, o está en una reunión muy importante. Las excusas son tan infinitas como la imaginación del interlocutor en la ventanilla, pero las demoras aumentan el costo de producción del empresario o agobian el bolsillo del humilde trabajador que se ve forzado a regresar muchas veces hasta recibir la respuesta que le resuelva su asunto.

El valor del tiempo es, pues, relativo; para unos es oro, mientras que para otros no vale nada o, lo que es peor, ni siquiera existe. No abogo por sacrificar pasos necesarios para inyectar una inusitada rapidez a los trámites, a riesgo de aumentar la incidencia de errores lamentables. Lo importante es que se cumpla con cada trámite con honestidad y con eficiencia y, sobre todo, con lealtad al ciudadano que merece respeto. Los trámites deberían marchar en forma fluida en cada despacho, sin necesidad de tener que gastar más energías o más recursos de lo necesario ni pedir la intervención de terceros, para lograr que una burocracia razonablemente eficiente cumpla bien con sus obligaciones legales.

Las autoridades debían diseñar procedimientos claros en el sector público y ofrecer un programa sostenido de capacitación y motivación para que se eliminen las suspicacias que las demoras crean en la mente del resto de los mortales. Ese es el germen que siempre nos crea sospechas de que el tráfico de influencias es lo que se necesita para ‘destapar’ los tranques o demoras que muchas veces se nos imponen. En el país que todos queremos, eso no tendría que ser así. 

¿Y ahora, “pa´onde”?

  Soy un asiduo crítico de quienes mienten para salvar su pellejo, tergiversan la realidad con el ánimo de engañar o por lo menos confundi...