martes, 14 de marzo de 2023

¿Qué podemos esperar ahora los panameños?


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Recientemente, el expresidente Ricardo Martinelli fue incluido en una nefasta lista, que incluye otros “colegas” expresidentes de países que, según las instancias estadounidenses, han utilizado su posición para cometer actos de corrupción.

Hace unos días atrás, cuando compartí parte de mi análisis de la situación política en Panamá, fui tildado de adivino y, al no encontrar nada para rebatir mi análisis, trataron de descalificarme, como se ha convertido en costumbre en un país, donde el debate se ha ido debilitando (por no decir perdiendo) en los últimos tiempos.

El anuncio del secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, es un preaviso sobre medidas más severas que se le podrían imponer no solo al expresidente de marras y sus familiares cercanos, sino a los negocios donde tenga o se sospeche que tiene participación.

Este tema podría ser catastrófico para un pequeño país como Panamá, donde la riqueza está tan concentrada y donde se desconfía de todo el mundo.

Hoy, varios aplauden las medidas adoptadas por Estados Unidos de América, pues consideran que la propia justicia panameña no ha podido lograr sanciones en su contra. Creo que es justa esta preocupación porque, entre otras cosas, mientras el expresidente fue residente de un centro de reclusión allá, no se reportó que le diera ni un resfriado, pero apenas llegó a Panamá, supuestamente le cayeron todas las dolencias típicas de un hombre de su edad y algunas más, todas certificadas por galenos debidamente acreditados. Por esto, sus adversarios políticos y gran parte de la población aplaude la acción del gobierno estadounidense, tal cual lo han hecho en los otros países donde se han adoptado acciones similares con otros exmandatarios, algunos todavía privados de su libertad.

Yo estoy convencido que el exmandatario está consciente que no debe ser candidato en mayo de 2024, pero eso lo lleva a otra encrucijada; debe ceder su intención de liderar una alianza para proteger su principal interés: sus inversiones. También debe estar pensando que él no tiene un “heredero político” que pudiera ser apto para liderar esta alianza, la cual más que desear, necesita para poder tener alguna oportunidad de triunfo en las elecciones del 2024 y así “garantizar” un seguro que le permita no convertirse en residente de un “renacer”.

De ahí el lenguaje corporal que mostró la noche que llegaron sus hijos a Panamá, cuando salía apresurado de las instalaciones del aeropuerto de Tocumen. A mi juicio, ya conocía el contenido del mensaje del gobierno estadounidense. No me quiero ni imaginar lo que pasó en el automóvil en el que viajaba y lo que ocurrió después, cuando llegó a su residencia o a donde sea que se dirigía a esa hora.

La realidad es que la perspectiva y las opciones políticas en Panamá siguen tan oscuras como estaban al inicio del año. Aprovecho para reiterar un pensamiento que, si bien es cierto, no es mío y lo acojo totalmente: no discutamos con familiares y amigos por los políticos. Al final del camino, esos políticos se sientan todos juntos a tomar un trago y así arreglan sus diferencias.

Lo que debemos hacer es trabajar para fortalecer nuestra ya maltrecha democracia, cavilar sobre cuál es el futuro que queremos dejarle a nuestros hijos y nietos, pues el panorama y posibles resultados que se ven en este momento no son muy halagüeños.

Concentrémonos en fortalecer las instituciones y no a las personas.

Todos deberíamos querer tener ‘Sangre Azul’

 


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Inicio confesando que soy fanático del programa de la televisión estadounidense “Blue Bloods” que se traduciría literalmente como Sangres Azules al español, el cual trata sobre una familia de ascendencia irlandesa en Nueva York, en la que la gran mayoría de sus integrantes son o han sido parte de la policía o de la Fiscalía General de la ciudad.

Más que ser un programa de policías, de bomberos o de médicos, como los que se han popularizado últimamente, es un programa que combina magistralmente valores religiosos, cívicos y morales. Por encima de la violencia que pudiera percibirse en algunos capítulos de la serie, se destaca el valor de la familia que funciona, al igual que en la tradición escocesa, como clanes. O sea, familia extendida.

Dentro del programa, que se transmite desde la temporada de 2010, se detectan personajes como un abuelo viudo, un padre que es el actual comisionado de la policía y varios hijos con caracteres diferentes, así como sus respectivas parejas e hijos.

Si me preguntaran, tendría que resaltar el valor de la ética que imprimen todos los personajes. A diferencia de algunos de los criollos que detienen injustamente a conductores aduciendo exceso de velocidad, o los que improvisan retenes o “controles” o como los quieran llamar y donde la violación de la ley es un negativo tan grande, como el deseado por los que hemos sufrido del covid-19 en algún momento.

Varios de los capítulos del programa que he visto, muestran casos de narcotráfico, migración, abuso familiar, tráfico de personas y otros que hacen de la serie una divertida y relajante oportunidad de ver un programa sin abusos. A pesar de que las protagonistas mujeres son espectacularmente bellas, no se abusa del tema sexo ni se menosprecia a la mujer.

La verdad es que refleja una realidad de la ciudad que ha sido reconocida por ser la “capital del mundo”, donde residen personas provenientes de casi todos los rincones de un mundo “complicado”, pero una ciudad que siempre ha tenido ese encanto que hace que uno quiera regresar.

Si estos habitantes del mundo han logrado convivir en la “gran manzana” que también tiene sus altas y bajas, ¿por qué será que no logramos superar las barreras, el extremismo, la intolerancia, la falta de respeto y la deshonestidad que nos agobian en muchos de nuestros países, pero cuando vamos a estas exuberantes metrópolis nos ajustamos a sus reglas y condiciones?

Si hacemos un paralelismo con cosas que suceden en algunos países, en el programa vemos a un alcalde que le pide “favores” al comisionado, políticos locales que quieren abusar de la condición de su posición para darle la vuelta a un sistema que a veces permite que la sinvergüenzura prevalezca sobre la verdad y la integridad de funcionarios.

Sin embargo, vemos a los miembros de la familia Reagan que levantan la cara, afrontan sus responsabilidades con honor. No sucumben ante pandillas, políticos, amigos o vecinos, a veces pagando las consecuencias de esta rectitud. Me imagino que habrá quienes dirán que “igualito que en mi país”. Y eso me recuerda esa valiosa frase que reza: Integridad es hacer lo correcto cuando nadie nos está viendo.

A mí me gustaría ver un cuerpo de policía en Panamá que respete al ciudadano, que valore la vida, que proteja los derechos de los panameños y extranjeros que residen aquí; que valore a la comunidad que paga sus grandísimos salarios y que sobre todo practique esos valores cívicos, éticos y morales que deben regirnos a todos, pero mas a ellos que como “agentes del orden público”, porque no son autoridad competente (salvo ciertas excepciones en momentos específicos), deberían comportarse de manera ejemplar.

Los panameños no queremos regresar a la nefasta época de la dictadura militar que desgobernó a Panamá por tantos años. Queremos una fuerza policial con valores. Que pueda combinar la ética, el respeto y la honestidad, con la mano firme para luchar contra el crimen, no sumarse a él. Queremos tener el derecho de poder caminar en una ciudad segura y donde, los empresarios, no tengan que pagar una “cuota de seguridad”, ni regalar comidas, ni pagar adicional (como sucede en partidos de fútbol o conciertos), para que ellos y sus clientes se sientan seguros y podamos retomar el estilo de vida que se tuvo otrora en este bello país.

Casi todos los programas finalizan con la familia, cualquiera sea su composición, sentados, agradeciendo por los alimentos que van a recibir, mientras se felicitan o reprochan, con el respeto que todo “buen padre de familia” debería tener. Ojalá también, como buenos ciudadanos pudiéramos recuperar algunas de esas buenas costumbres que, como comer todos juntos, aprendimos de nuestros abuelos. Así también hacemos grande a Panamá.

¡Me quiero bajar ya!

 


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En casi todas las reuniones donde he coincidido con amigos, los tema del día son la política y el futuro de Panamá. En pocas ocasiones escucho a alguien hablando con optimismo del futuro del país. 

Esto es peligroso, pues de tanto decir que la cosa está mal, nos lo vamos a creer; así como se ha creído que puede repetir, el que decía que “tendría más plata que Stanley”, que pedía que logolpearan a él y que ojalá se encontrara con su “cuco” enfrente para “sacarle la ….” y adivinen qué: terminó lejísimo de la fortuna del patrón, cuando apenas lo “tocaron” corrió a esconderse y luego a “cubrirse” con cuanto certificado médico pudo encontrar y cuando tuvo a su “rival” enfrente, le salió huyendo, como el cobarde y charlatán que es.

En carnavales vimos a quienes no les importó las restricciones que había impuesto el Tribunal Electoral y vimos sus fotos y nombres hasta en los carros alegóricos de las reinas. Quiero confiar que el Tribunal Electoral (TE) y la Fiscalía Electoral, harán su trabajo y multarán ejemplarmente a quienes no respetaron las reglas del juego.

En otras esferas se habla de la economía en Panamá y la clase de finanzas que encontrará quien resulte electo en las elecciones de mayo de 2024. Hay preguntas sobre si perderemos el grado de inversión. ¿Qué va a pasar con el programa de IVM de la Caja de Seguro Social? y, si los pensionados seguirán cobrando o no. ¿Habrá que emitir más deuda y si esta nos costará más cara que antes?

También hay quienes preguntan que si no pudieron controlar la “inversión” de los políticos en los carnavales, que nos garantiza que lo podrán hacer para las elecciones y que se cumpla el código electoral.

Todo esto se suma a la incertidumbre que se ha sembrado sobre quienes serían los elegidos para convertirse en posibles candidatos presidenciales. Y digo posibles, pues los partidos tendrán luego de electos, unos 2 o 3 meses más para “negociar” alianzas, lo que pudiera significar que la oferta de candidatos pudiera verse reducida a un puñado de nombres.

Creo que en este momento nadie tiene nada seguro. Hay un candidato que, a pesar de que su partido le ha “garantizado” la candidatura, pudiera verse sorprendido, pues muchos de sus miembros han manifestado desconfianza en su capacidad de liderazgo real y pudieran considerar otro candidato, inclusive fuera del partido.

Otro de los partidos, pareciera que, como decía mi hermano Justo Fidel Palacios, debe superar una pelea inicial de 10 rounds, para luego ir a pelear otra de 12 rounds y finalmente buscar el campeonato en una de 15 rounds (ya sé que no existen más). Lo bueno es que todo parece indicar que una vez con el título en la cintura, se le sumarían un excandidato con un partido debilitado y posiblemente un par de las “bisagras”. La diferencia en esta ocasión sería que, una de esas bisagras pudiera estar más aceitada que las demás.

Entre los mal llamados independientes, lo más probable es que los 3 ganadores de la lotería a la que los ha forzado el TE, vengan de partidos políticos; un 4° podría ser sorpresa. La libre postulación se ha convertido en un calvario para quienes aspiran a una candidatura por esa vía, pero aún así, la cantidad de personas que han firmado, superó lo que muchos predecían; esto reafirma el hartazgo que existe hacia los partidos tradicionales de parte de un segmento importante de la población votante.

Tengo el “presentimiento” que de estos 3, lo más probable es que por lo menos uno o dos no terminen la carrera del 5 de mayo; en la forma como fue diseñado el sistema, llegar será casi como ganarse el “Megamillions” de la lotería de Estados Unidos. Paralelamente hay otro candidato que no lo veo haciendo alianzas y por ende con problemas para ganar.

Aún así, el año electoral llegó con el año nuevo y con incertidumbre por el futuro de nuestra querida Panamá. Y, la pregunta que tendríamos que hacernos es: ¿De verdad es necesario este desgaste?

No sabemos a ciencia cierta ni siquiera cuantos somos, gracias al que quiere meternos la mano en el bolsillo, pero les garantizo que la mayoría de los panameños en los 4 días de desenfreno previos a la cuaresma de los católicos, ni pensaron en quienes serán los próximos presidente, diputados, alcaldes o representantes, y que recibirán un país lleno de problemas y que estos deben regirnos en búsqueda de una mejor educación, una mejor salud y mejores oportunidades de empleo.

Panamá está como uno de los carruseles en que nos montábamos de chicos, con los caballitos dando vuelta velozmente y, sinceramente, como varios, ya me quiero bajar

En el mundo de la política

  Inicio advirtiendo que este artículo no pretende convencer a nadie sobre como debe ejercer el voto para las próximas elecciones. Todos p...