Hace no tantos años atrás, escuchaba a mi mamá y abuela decir que “había que ponerse la ropita de domingo” pues íbamos a la misa y luego a almorzar a un buen restaurante y si teníamos suerte, visitaríamos a algún tío y nos divertiríamos con los primos.
¿Qué
significaba ponerse la ropa de domingo? Usualmente, uno guardaba sus mejores
prendas para lucirlas el domingo o los días de “fiestas”.
Hoy pareciera
que estamos caminando exactamente hacia el otro extremo. Si bien es cierto
siempre he creído que utilizar el saco y corbata durante el día y durante la
semana, es una herencia extrapolada que no se compadece con el cálido y húmedo
clima del que disfrutamos en Panamá, también es cierto que en la época de mis
abuelos, era muy común vestirse con toda la ropa de blanco, excepto la corbata.
Las damas se vestían elegantemente pero con trajes largos o por lo menos debajo
de la rodilla.
Pinto todo
este escenario, pues me llama la atención que cada vez se relaja mas la forma
de vestir, de jóvenes y de los no tan jóvenes, hasta rayar en la falta de
respeto por el lugar y/o las personas con quienes nos reunimos. Es común ver a
personas de edad madura ir a misa en iglesias en las ciudades, en pantalones
cortos (a veces rotos), camiseta sin cuello y sandalias, como cuando uno va a
la playa o como si tuvieran 9 o 10 años.
Por otro
lado, me ha tocado ver a jóvenes llegar en blue jeans rotos (o rasgados) con
una camiseta manga corta y sin cuello a bodas, sepelios y quinceaños, eventos
estos donde anteriormente, uno debía guardar algún tipo de recato.
Igualmente
critico a las entidades o instituciones de carácter oficial donde prohíben el
ingreso de personas vestidas de una manera u otra. Si estas instituciones deben
servir a quienes les pagan su salario, ¿cómo se le podría prohibir el ingreso a
alguien que va a demandar un servicio en especial?
Ojalá en
Panamá la costumbre fuera el utilizar guayaberas o elegantes camisas manga
corta en lugar del tan impopular saco y corbata o trajes sastres. Inclusive he
visto escuelas secundarias que le exigen a sus estudiantes lucir una corbata y
manga larga. Por favor, vivimos en un país tropical, donde predomina el calor y
la humedad, donde nunca hace frío (excepto cuando uno se mete al cine o algunos
restaurantes).
Si los
banqueros quieren seguir usando la vestimenta que emula a sus pares de Europa y
Estados Unidos de América, pues allá ellos, pero que estudiantes se vean obligados
a ello, ¡hágame el favor!
Sintámonos
orgullos de nuestras costumbres y tradiciones. Luzcamos ropa holgada, fresca y
de manga corta, cuando sea posible y no encasillemos al grueso de la población
a tratar de parecer lo que no somos.
Y los
domingos, luzcamos con igual orgullo la ropita “de lujo” para visitar la
iglesia, el restaurante, el cine o a divertirnos en casa de los tíos o abuelos.
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