jueves, 25 de agosto de 2016

PRESIDENTE: EL NOBEL ES PARA EL PAÍS…


El pasado 24 de agosto, quedará fijado en los anales de la historia como un hito a favor de la paz y el entendimiento. El gobierno colombiano y el grupo guerrillero FARC anunciaron desde La Habana, el fin de las negociaciones que por varios años se han venido dando, en búsqueda de la tan anhelada paz del hermano país.
Al igual que para tantos otros países, aunque muchos colombianos piensen que es una situación única, en un acuerdo de paz, que no sea producto de una rendición, ninguna de las partes en conflicto podrá reclamar una victoria completa, pues precisamente por eso se llama una negociación. Había que negociar…
Es una realidad que dicha guerrilla, que ha venido delinquiendo dentro y fuera del país por más de 50 años, ha logrado lo inimaginable en beneficios, pero es que también es una realidad que ni en sus peores momentos, el gobierno logró que éstos claudicaran ni se logró el total sometimiento de los miles de guerrilleros que aún hoy la componen. Ni siquiera en los 8 años que gobernó el ex presidente Uribe, que hizo de la aniquilación de éste movimiento insurgente, una de sus principales metas de gobierno.
Hoy, el pueblo colombiano se encuentra dividido entre los que están a favor o en contra, a pesar que los acuerdos apenas concluyeron su negociación el pasado miércoles 24 de agosto. Esto debido a la cantidad innumerable de especulaciones que, de lado y lado, circulan diariamente en las redes sociales y a través de los medios de comunicación.
Hay muchos a los que no importa lo que les digan, ni siquiera que les muestren el acuerdo pactado, ya ellos tienen en sus cabezas lo que escucharon de voz ya sea del ex presidente y de su partido o bien del presidente Santos y quienes lo apoyan. En los noticieros locales, el día siguiente al anuncio final, a una señora le preguntaron por qué no estaba de acuerdo con el pacto y respondió que ella no quería que a los guerrilleros les dieran una pensión equivalente a USD$600 mensuales, cuando en la realidad solo se pactó que recibirían cerca a USD$200.
Al igual que hice con la controversia suscitada ante la presentación en 2° debate del anteproyecto de Ley 61 en Panamá, es imprescindible que a quienes les toque votar el 2 de octubre, en el plebiscito convocado para ratificar lo actuado en La Habana, lean, lean y vuelvan a leer el acuerdo. No opinen sin haber leído, por favor.

Hay a quienes nos molesta (por decirlo decentemente), que se les aseguren 5 cupos al congreso colombiano por dos períodos y mas todavía, que no usen sus propios fondos para resarcir a quienes tanto sufrieron por razón de la guerra, así como  tantas otras cosas no perfectas en el acuerdo.
Cosas importantes es que habrá una verificación internacional, supervisada por las Naciones Unidas. Que habrá dejación de armar y suspensión permanente del conflicto. Pero lo más importantes es que habrá PAZ. Que hay otros grupos en armas, es cierto. Pero si tienen 2 dedos de frente se alinearán para negociar su propia paz.
Es imposible que el Papa, los líderes de las grandes naciones, la ONU, la OEA, los países vecinos y el resto del mundo vean con buenos ojos el proceso de paz y que una sola persona haya logrado convencer a tantos de lo contrario. No creo que pueda haber tanta gente equivocada, ¿verdad?
No hace mucho me comentaba un muy buen amigo que trabaja con las víctimas del conflicto armado, que es impresionante que en las zonas donde mayor se sintió los abates de la guerra y en las zonas rurales y mas pobres de Colombia, de donde salen la mayoría de los soldados y policías, casi la totalidad de las poblaciones apoyan los actos de paz. Irónicamente, es en las ciudades mas urbanas y donde están los que pagan por una “libreta militar” para no ir a prestar el anacrónico servicio militar obligatorio,  donde más se siente la división.
Yo estoy seguro que si mas colombianos conocieran Timbío, Montes de María, o Toribío, menos oposición habría al fin del conflicto armado que tantas vidas ha cobrado. Nada de lo que Yo escriba aquí convencerá a algunos excelentes amigos míos, personas pensantes, inteligentes y de gran trayectoria pública y de servicio comunitario, quienes a favor o en contra, siempre tendrán mi respeto y admiración, pero si mis frases sirven para cambiar la forma de pensar a un solo colombiano y que por ende vote a favor de la paz de Colombia, me sentiré complacido.
Los que hemos vivido la injusticia, las dictaduras y los abusos, sabemos lo impotentes que se sienten los que hoy se manifiestan en contra. No estoy en contra de ninguno de ustedes. Siempre estaré en contra de quienes utilizan una plataforma como la lucha por la paz, para su beneficio personal o político. ¡No importa de qué lado esté! Nunca estaré a favor de la sinvergüenzura.
Pero soy consciente que no existe la paz perfecta…

Hace algunos años escribí un artículo que intitulé: Me encanta este país, refiriéndome a ese bello país vecino, con el que tanta relación he tenido, tengo y seguiré teniendo. ¡Mi segunda patria! Pues, les cuento que me sigue encantando y estoy seguro que con la paz instituida me encantará aún más.
Ojalá el 2 de octubre salgan a votar todos los colombianos que lo puedan hacer y que le demuestren al mundo que son gente de bien, que no se dejan amedrentar y que quieren paz para ustedes y para sus vecinos. Una Colombia en paz significa progreso para muchos, incluyendo a quienes hemos sido testigos de lo buena que es su gente.
Paz para Colombia hoy, significa progreso para todos mañana. Ánimo hermanos colombianos, la paz se acerca; no vean el vaso medio vacío, como en los últimos 50 años, echémosle agua para terminar de llenarlo y ver a una Colombia grande, próspera y en paz.


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