lunes, 13 de junio de 2016

“TIENES CÁNCER”


En octubre del año pasado escuché una de esas frases que uno nunca se podrá preparar para escuchar y menos aún nunca aprenderá a digerir: “Tienes cáncer”.

Desde julio se me había detectado un incremento poco usual del nivel de PSA (Antígeno Prostático Específico), el cual se me incrementó en exámenes posteriores de agosto y septiembre. Como se me había dicho que existía la posibilidad que éste incremento fuera una combinación de tener mas de 50 años o una posible caída o de hasta una inflamación de la próstata, nunca se me pasó por la cabeza, que el diagnóstico se inclinara hacia la peor opción.

Cualquiera de estos resultados hubiera sido mejor que el que realmente escuché del urólogo en esa mañana de sábado del mes de octubre, cuando después de un ultrasonido con biopsia, se me diagnosticó que tenía un cáncer en etapa incipiente.

Esos momentos iniciales no fueron fáciles… Compartir con mis hijas el resultado de la biopsia no fue tarea sencilla ni para mí ni para ellas. Pero doy gracias al Todopoderoso, quien nos concedió la fortaleza que el momento demandaba.

En ese momento inicié un “interesante” camino, el cual desde el primer momento, decidí recorrer de la mano de mi Divino Niño, con quien tengo una relación muy especial hace ya varios años. Es una realidad que sin mi querida compañera Lily, este empedrado camino nunca hubiera sido fácil de atravesar. Hoy, mirando hacia atrás, no sé qué hubiera pasado sin su compañía permanente.

Desde el mismo mes de octubre, cuando me dieron el fatídico resultado, inicié a leer todo lo que pudiera encontrar en la internet sobre el cáncer prostático. Igualmente me reuní con varios oncólogos amigos míos quienes me orientaron sobre las diferentes opciones de tratamiento que tenía. Es una realidad que estos consejos me ayudaron a apenas empezar a tener una mejor panorámica de estas opciones. Sin embargo sus comentarios fueron claves en mi decisión final.

Gracias a mi hermano Tito Ducruet y al profesionalismo del personal de su firma de corretaje de seguros, pude agregar opciones fuera de Panamá, las cuales igualmente ampliaron la visión y las opciones que iba a tener para el tratamiento. Es verdad que los seguros son necesarios y que bueno es tener a Unity Ducruet en la esquina de uno.

Me entrevisté con médicos y clínicas en Estados Unidos de América y Colombia, quienes me enviaron cotizaciones para el tratamiento que ya había escogido, que fue la cirugía prostática radical, asistida por robot. La principal razón de haber buscado otras alternativas fue el precio tan elevado que me solicitaron por hacérmela aquí en mi país. No hay sentido ni razón para los precios que quieren cobrar las clínicas o médicos aquí.

Gracias a Dios por haberme dado estas opciones que al final me sirvieron para escoger la Clínica de Marly y las manos del Doctor Camilo Giedelman, para que éste dirigiera el equipo que en el pasado mes de febrero me interviniera quirúrgicamente en Bogotá, en mi querida Colombia.

Es como que si el Divino Niño me llamaba y me quisiera tener por ahí cerca de el, ¿verdad?

La recuperación de esta cirugía no es fácil. Tiene un componente sicológico y otro físico, que si no lo controlamos de la mejor manera, le puede pegar a uno de una manera que no se espera. 

Afortunadamente, Yo tuve la suerte que no sólo tuve a mi “enfermera privada” 24 horas al día en la figura de Lily, sino que Andrea, mi bebé chiquita se iba para Barcelona a estudiar una maestría y adivinen qué: Su vuelo hacia una parada de un par de horas en Bogotá. Que rico fue compartir ese par de horas con mi piojito. Muchos le llamarán coincidencia, Yo lo sigo llamando Diosidencia…

Y para rematar, mi bebé grande, Nicole en complicidad con Lily, me sorprendió viajando en el mismo vuelo y quedándose unos días rellenando el tanque de fortaleza y esperanza que tanto necesitaba.

La incomodidad y el dolor fueron desapareciendo poco a poco y con el nuevo estado, pude empezar a socializar y a compartir con algunos buenos amigos que tengo en esa, mi segunda ciudad. Gracias a todos ustedes que de una manera u otra me apoyaron, soportaron y me dieron el ánimo que tanto se necesita.

De la misma manera, mis visitas a la parroquia del 20 julio, me daban aliento y me reconfortaban, tanto como los cuidados del Dr. Giedelman o de la jefa Luly quienes me hicieron sentir como si Yo fuera el único paciente que tenían.

Hacia finales de febrero regresé a Panamá, con el mismo espíritu y dedicación a mi familia y a mi trabajo que me ha caracterizado. Me he convertido en un vocero de quienes hemos luchado contra este flagelo y lo hemos superado. Le he dicho a cuanto amigo o conocido me encuentre, que por favor se hagan ambos exámenes el PSA y el tacto rectal.

A quienes no me he encontrado para llamarles su atención para que se lo hagan, les comento: Créanme que esto no afecta su hombría ni su actuación sexual. Son simples y rápidos exámenes que los puede ayudar a salvar su propia vida.

Hoy, 4 meses y medio después de haberme realizado la cirugía, les comparto que en dos ocasiones que me hecho el examen de PSA, hoy fue el segundo, los resultados han sido muy inferiores a los previstos.

Doy gracias a Dios, a Lily, a Nicole y Andrea, a mis hermanos, familiares, amigos, compañeros de lucha y a todos los que de una forma u otra me han ayudado a recorrer este ni muy corto ni fácil camino. Me siento curado y declaro que gracias a mi Divino Niño estoy libre de cáncer y exhortándolos a todos a que se examinen y se pongan en manos del Todopoderoso. 

No se arriesguen a que también tengan que escuchar esas fatídicas palabras: “Tienes cáncer”.




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