viernes, 4 de marzo de 2016

Trump no puede (debe) llegar a ser presidente


Le he dado mucha vuelta a escribir esta opinión, pues hasta la fecha, no he fallado en mis predicciones que sobre política regional he formulado en mas de dos lustros.

El fenómeno Trump (o Bernie para los efectos) no es mas que un reflejo hasta cierto punto peligroso del hastío al que llegan las masas por el clientelismo y la corrupción en la que, tan cómodamente se mueven muchos de los partidos políticos que nos han gobernado por décadas.

El pre candidato presidencial por el partido republicano Donald Trump ha pasado por varias facetas políticas y económicas en su vida. Podría llamarse un camaleón político, de hecho durante la presente campaña ha cambiado o “ajustado” su discurso en varias ocasiones. Pasó de no conocer la diferencia entre un chileno, un chapín y un mexicano a ser gran amigo de los latinos, por ejemplo. Pasó de respetar a sus oponentes a descalificarlos ácida e irrespetuosamente. Me imagino que igual irá haciendo con cada una de sus propuestas.

Trump es un comerciante o empresario que de la misma manera, se mueve desde exitoso hasta fracasado (se ha declarado en bancarrota  en varias ocasiones). Dice lo que piensa y ha aprendido a decir lo que la gente quiere escuchar. No necesariamente con la sensatez que un candidato a dirigir la nación mas poderosa del mundo debería expresarse, pero que podemos esperar de ese tipo de persona. ¿Les suena familiar?

El populismo de izquierda o de derecha no es ni nunca será bueno. Si utópicamente ganara la nominación de su partido y eventualmente la presidencia de Estados Unidos de América y cumpliera solo 3 de sus promesas de campaña, en menos de 10 años, esa gran nación podría estar en el listado de los países tercermundistas. Con una deuda casi impagable, desbalances económicos con sus contrapartes de intercambio y negocios y con una inestabilidad que asustaría al vaquero mas valiente.

Por su parte el partido republicano, no ha querido reconocer que gran parte del problema es su culpa y su responsabilidad. La era de W Bush le hizo tanto daño a la nación de las barras y las estrellas y de paso al mundo, que todavía casi 8 años después seguimos pagando las consecuencias. El surgimiento del Tea Party, de donde provienen los dos candidatos que le siguen a Trump en los resultados parciales, es de un radicalismo que de por sí asusta a mas de cuatro.

La extrema derecha, al igual que su equivalente en la izquierda, esta mandada a guardar, cosa que no hemos entendido ni nosotros ni nuestros vecinos del sur. Pero lo mas triste es que este problema sobre las elecciones en “el coloso del norte” ni siquiera es un problema de izquierdas o derechas, es un problema de rebelión contra el “establishment” tradicional y rancio que ha gobernado y se ha alternado el poder en Washington, DC. ¿Les suena familiar a los venezolanos?

La pregunta que cabe entonces es: ¿Por qué habría quienes votarían por este tipo de candidatos? En que se diferencian éstos de los que venden sus votos en nuestros países por una bolsa de comida o $20 en efectivo?

Son las masas de jóvenes adultos y los que no tienen mucha educación, que han iniciado una “revolución” la cual ellos no tienen la menor idea de cómo terminará. Trump no tiene un sostén político ni mucho menos lo tiene Sanders y los jóvenes que hoy los respaldan puede que terminen tan frustrados que se alejarán aún mas de la política tradicional.

Hace algunos años un gran escritor latinoamericano enunció que en las elecciones de los Estados Unidos de América, deberían dejar votar a todos los ciudadanos del mundo, pues las estupideces que a veces hacen sus mandatarios efectivamente nos afectan  al resto de mundo.

Los republicanos tienen un dilema, llevan casi 8 años fuera del poder ejecutivo en la capital norteamericana y una elección de Trump en la convención de julio de este año, podría sencillamente producir uno de los abstencionismos mas grandes que se hayan registrado en sus elecciones de noviembre (que de por sí ya es alto), sino que podría ayudar a catapultar a una Hillary Clinton que, efectivamente tiene vínculos muy comprometedores con Wall Street y los círculos de poder de Washington.

El partido esta haciendo y hará todo lo que pueda para que quien se podría perfilar como un ganador sólido, no gane la nominación del propio partido por el que esta corriendo y del cual están convencidos no podrían controlar.

Que triste que el único de los Bush que sirve, no hubiera conseguido el respaldo necesario para llevarse la nominación y haberse enfrentado en unas elecciones mucho mas reñidas que lo que se prevé serán las de finales de año.

Dicho esto, me atrevo a predecir que Trump no será el candidato que será electo en Cleveland a mediados de año y que por el contrario veremos un enfrentamiento entre el ala conservadora extrema del partido republicano (Cruz o Rubio) y una fortalecida Hillary que presumo irá arrasando poco a poco hasta llegar a la nominación.

Hay un dicho que dice que si en Washington truena, diluvia en América Latina. No nos desconectemos de los resultados de las elecciones, pues así como las bestialidades del mayor de los Bush nos afectaron, nos impactarán las decisiones que tomen esos jóvenes frustrados, que no se diferenciarán mucho de sus pares acá y que les tocará tomar decisiones cruciales en Panamá en el 2019.


A los políticos, la corrupción ya no corre rampante en Latinoamérica. No la dejaremos y no lo podemos permitir. Nos ha hecho mucho daño. 

Para finalizar... A los jóvenes, instrúyanse y prepárense para trabajar por nuestra bella nación, que bien vale la pena.

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