lunes, 30 de marzo de 2009

Paciencia o ineficiencia

Ante los terribles incidentes del pasado martes 11 de septiembre, han surgido varias formas y perspectivas desde donde analizar el mismo problema. Por un lado, las reacciones oficiales de funcionarios del Gobierno de Estados Unidos que, como el secretario de Estado, llegaron a sugerir que había que tomar represalias, inclusive aunque hubiera que pasar por encima de las leyes. También tenemos las reacciones tardías del presidente norteamericano, que pareciera que esperó a consultar con su padre antes de empezar a tomar acciones. Ahora se alega que no lo habían dejado actuar antes, pues era uno de los blancos previstos. ¿De verdad ustedes piensan que si los terroristas hubieran querido estrellar el avión que impactó contra El Pentágono, contra la Casa Blanca hubieran fallado?
Hay que empezar por reconocer los errores: los servicios de inteligencia de los norteamericanos fallaron. Inclusive han surgido detalles de avisos y llamados de atención previos a los ataques, que aparentemente no fueron tomados en consideración, quizás porque no venían de ciudadanos norteamericanos.
Nadie en su sano juicio podría justificar los atroces y cobardes ataques de que fueron objeto las torres gemelas del WTC de Nueva York. Estos son la muestra más ruin de que aún existen personas que tienen la tolerancia como un adorno más en sus casas. Las personas que sufrieron y siguen sufriendo son en su inmensa mayoría civiles que cumplían con un deber: trabajar. Lo acontecido, iniciando por los secuestros de los aviones, es un reflejo de un comportamiento común entre los terroristas mundiales: todos son unos cobardes, pues en lugar de enfrentarse cara a cara contra su enemigo, prefieren atacar a una población indefensa.
Nadie puede justificar este tipo de acciones, por más razones que quieran darse. Es cierto que Estados Unidos ha fallado en su política exterior, y lo más triste es que aparentemente no aprenden de sus errores. Por ejemplo, parte del entrenamiento que recibió el probable autor intelectual de los ataques, Osama bin Laden, fue pagado por todos los contribuyentes de impuestos norteamericanos a través de la CIA. Igual camino tomaron con otros nombres de dictadores mundiales tristemente famosos como Noriega, Somoza, Stroesner, Reza Palevi, Pinochet, etc.
Los fundamentalistas alegan que Estados Unidos (América para ellos y en el nombrecito nos involucran a todos) defiende a Israel en su guerra contra los palestinos, y que estos están violando las resoluciones de la ONU.
A esas acusaciones habría que sumar los alegatos de que EU ha mantenido un cerco comercial contra Cuba, alegando que el gobierno comunista viola los derechos humanos del pueblo cubano, ya que en realidad el pueblo es quien sufre pues Fidel y su camarilla viven muy cómodamente. Y lo que no entienden los expertos, es que el Gobierno chino viola de igual manera los mismos derechos, sin embargo EU no dice ni esta boca es mía (quizás porque los negocios en China son muy buenos).
Ojalá y la paciencia prevalezca sobre las reacciones viscerales de los primeros momentos y que el mundo entero se pliegue detrás de la razón y la justicia. Si se llega a probar que el líder bin Laden es el responsable de las masacres, que se le capture, se le lleve a juicio y se le condene a la pena máxima posible. Ojalá y Estados Unidos de América no caiga al mismo nivel que los terroristas del mundo y tengan que morir inocentes para lograr su cometido. Ojalá y aprendamos que hay que practicar lo que predicamos y que se realice una operación “quirúrgica” de remoción de uno de los tantos cánceres que azotan a la humanidad. Solo entonces confirmaremos si lo que hizo el Gobierno norteamericano fue tener paciencia o simple ineficiencia.
En esta operación, deberán encontrar en fila y respaldándolos a todos los que hemos luchado y seguimos creyendo fielmente en un mundo libre, más justo y democrático para el bienestar de nuestros hijos.

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