Se acabaron los carnavales e iniciamos la cuaresma, época del
año cuando el mundo católico se prepara para la Semana Santa.
La verdad no se ni por donde empezar a hacer un balance de
los días previos al carnaval hasta hoy cuando escribo este artículo de opinión,
pues hubo tantos acontecimientos a nivel nacional como internacional, que uno
no sabe si analizarlos o ponerse a llorar.
Si empezamos por las consecuencias de las medidas que esta
tomando el nuevo inquilino de la Casa Blanca, éstas han producido un sismo de
gran impacto no solo en su tradicional área de incidencia directa, léase el
continente americano, en singular pues solo hay uno, sino que en sus
tradicionales socios y aliados en la Europa occidental.
Los países europeos, muchos de los cuales lucharon juntos
durante la II Guerra Mundial, hoy no están alineados con los estadounidenses y más
bien, pareciera que constituyen en un nuevo bloque o grupo de naciones
democráticas que no comulgan con la forma de hacer negocio y mucho menos cómo
lidiar diplomáticamente con algunas naciones del oriente, África y el Medio
Oriente. Digo un nuevo bloque pues no
solo quieren ampliar la Organización del Tratado Atlántico Norte (OTAN) sino
que están dispuesto a que los Estados Unidos de América continúe por otro
camino.
Suena irónico, pero es un camino totalmente distante del que
tanto se alejaron grandes líderes estadounidenses como Eisenhower, Reagan,
Kennedy, Obama y tantos otros a quienes el mundo los veía, no solo como al
representante de la nación mas poderosa del mundo, sino como a una persona que
gozaba de mucho respeto y dignidad.
Lo que se está viendo actualmente, es como si el “pelao malo”
de la escuela, el mismo que trató varias veces de hacerse el mas notorio de la
escuela y nunca lo lograba, hubiere regresado y, luego de haber acusado a todos
de mal portados, abusadores y ladrones, quiere ahora demostrar que si puede
llegar a ser el mas malo de la escuela.
Hace muchos años aprendí que el respeto es algo que no se
puede comprar ni imponer. Uno tiene que ganárselo. Ese derecho no es fácil,
pues muchas veces uno debe salirse del camino retorcido, por el que “todo el
mundo pasa” y construir un nuevo camino, lo cual no es fácil ni libre de
controversia.
El tema de la operación de los puertos, porque no se ha
vendido ninguno, huele como a rancio y desde mi balcón me parece que es un
“cuento chino” donde solo un grupo no estábamos enterados de lo que se venía.
Hay que comprar pop corn y sodas, para ver si aplaudimos o nos preocupamos.
Mientras tanto en Panamá se sigue en el proceso de discusión
y aprobación de la nueva ley que deberá regir una de las mas importantes
instituciones de todo el país. No se como es tan difícil para algunos
diputados, que aparte de ser desmemoriados, sufren de ese falso síndrome de
popularidad, que se ha generalizado con el uso de las redes sociales. O al
menos así lo piensan ellos.
Anteriormente se les había sugerido a esta nueva generación
de diputados que, si emitían su voto para calmar las aguas turbulentas causadas
por un par, repito unos cuantos seudo líderes alborotadores profesionales, que
han venido perdiendo el poco poder de convocatoria real del cual gozaron en
algún momento o por supuestos líderes políticos, los votantes les pasaremos la
factura en el 2029.
La propuesta que entró a la Asamblea no es la mismo que salió
del primer debate y menos saliendo del segundo debate. Esto, lo mas probable es
que pudiera llevar al presidente de la república a vetarlo y ojalá haya el
porcentaje necesario dentro de la Asamblea, para que tengan que regresarlo al
primer debate y ser un poco más sensatos y aprobar una ley que le sirva al
país. Esto no se trata de servir de árbitro y mucho menos de complacer a un
grupo específico o al otro; esto es como salvar a las CSS de una catástrofe
económica inimaginable.
No hemos hablado de los carnavales, pero si ya la situación
económica de gran cantidad de panameños era precaria, con las fiestas de Momo
antes del colegio, presagio unos “problemitas” adicionales que si no se manejan
como debe ser, nos puede explotar el globo en la cara, aunque las calificadoras
han reducido sus preocupaciones por Panamá, la recomendación sigue siendo que
no bajemos la guardia. Esto es solo un comentario, pero no se necesita una bola
de cristal para adivinar lo que se nos viene encima. A ponernos los pantalones
largos, porque lo que viene, no es fácil.
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