Desde anoche
he estado recibiendo mensajes y comentarios de varios países vecinos, sobre el triste
resultado del partido Panamá-México, que dentro del marco de la Copa de Oro, se
disputó la noche de ayer, 22 de julio, fecha que debe quedar marcada como el
hito en que todo un mundo, pues la prensa y dirigentes de Europa y América, han
criticado la actuación del árbitro, el estadounidense (por favor es de Estados
Unidos, no todos los americanos somos de ese país) Marc Geiger, se declare hastiado con lo ilegal.
Hoy he leído, visto y escuchado comentarios y críticas aparecidas en
diarios y redes sociales originados en Estados Unidos, Argentina, Costa Rica, Guatemala,
Honduras, Argentina, Gran Bretaña y hasta el propio México, donde todos
coinciden en que a la selección mexicana, conocida como el Tri, se le “ayudó”
por decir lo menos para llegar a la final de éste torneo regional, que se juega
desde el año 1991.
Detrás de toda la polémica
surgida por la actuación de quien nunca debió ser un protagonista, sino un
intermediario, del resultado final, surgen varias cosas que deberían
considerarse.
No existen en la región los equipos grandes y pequeños. El Caribe se
creció y fue el gran protagonista de la Copa en su versión 2015. Jamaica, Trinidad
y Tobago y Haití, impusieron un juego diferente, refrescante e innovador, que
impresionó y “dejó en la cancha”, como se pudiera decir en el béisbol, a
grandes y tradicionales potencias.
Centroamérica nos quedó debiendo. No vi a la misma y aguerrida Costa
Rica que tanto júbilo nos dio en el Mundial de Brasil el año pasado. La
inconsistencia de los otros países nos hace pensar que la sub región
centroamericana necesita de sangre fresca, partiendo desde la dirigencia,
pasando por la dirigencia técnica y llegando hasta los propios jugadores.
Mi pequeño pero gigante Panamá, volvió a demostrar que está entre los
grandes de la región. Siempre he sido crítico de ´”La Roja” y lo seguiré siendo
cuando vea o presienta que caminamos por el camino que no nos llevará a ocupar
mejores puestos. Lo dije y reitero que nuestra Federación se equivocó con el
Director Técnico contratado. Una persona que es abusador de mujeres, que no
sabe manejar su temperamento y que prefiere proferir insultos de grueso
calibre, en lugar de tomar las medidas que el equipo requiere no se merece ser
el capitán de esa nave.
Nuestros jugadores, fueron de menos a más. Sin embargo reitero que hay
varios a quienes hay que hacerles su merecido reconocimiento e invitarlos a que
den el paso a un costado para hacer espacio para las nuevas figuras que vienen
preparándose en las categorías menores. Nuestra sub 23 y Sub 17 han demostrado
con creces su superioridad en la cancha. Debo destacar la labor de algunas
nuevas figuras que, dentro de la selección mayor, han demostrado grandes quilates, entereza,
fortaleza y la pasión que éste noble deporte requiere.
En nuestra Federación Nacional hay figuras que han demostrado su
integridad y rectitud y debo respaldar sus actuaciones. Los exhorto a tomar las
medidas y correctivos, no solo elevando las protestas que van atadas al
resultado de anoche, sino los correctivos de manera que Panamá siga siendo de
las “nuevas potencias” de la CONCACAF, sino que tengamos un lugar en la visión
mundial.
El mensaje que mandó el organismo que rige el fútbol regional la noche del 22 de julio, es nefasto para el
deporte, para la juventud y para la afición. A quienes venimos trabajando por
el rescate y fortalecimiento de los valores cívicos, éticos y morales, nos
tiraron un balde de agua fría, peor que la que reciben los directores técnicos
de parte de sus jugadores cuando ganan un campeonato y esto no debe ser
tolerado por nadie.
Triste, por decir lo menos, fueron los comentarios del director técnico
y el jugador mexicano que cobró el polémico penal, donde justificaron la acción
del árbitro, diciendo que como a ellos se los habían hecho, era correcto que
ellos lo hicieran. ¿No les llamó la atención que les hubieran “regalado” dos
penales en 4 días? Pero al final, ¿no se le puede pedir peras al olmo, verdad?
No puede ser que el dinero y las componendas basadas en éste, que tanto daño
le están haciendo al Fútbol Asociación (no se llama soccer, por favor), sean el
ejemplo que vean los miles de niños que a nivel regional y mundial aspiran a un
mejor futuro, basados en la honestidad, integridad y “juego limpio”.
Hoy, la región, el continente y el mundo debemos elevar nuestra voz de
protesta y considerarse de luto, no por el resultado del partido, no por los
millones que se ganará la CONCACAF con los partidos sub siguientes o por los que le hubieran podido pagar al árbitro
Geiger, sino por el daño que, con el mal ejemplo, le están mandando a esos
jugadores que entregan todo en la cancha y por los miles de niños y jóvenes que vienen detrás.
¡No a la corrupción! ¡No a la intolerancia! ¡No a la discriminación!
¡SI AL JUEGO LIMPIO! ¡SI A LA HONESTIDAD! ¡SI A LOS VALORES!
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