viernes, 18 de abril de 2014

Se repetirá la historia?

Los invito a leer este artículo escrito por mi amigo Roberto Alfaro que aparece publicado en el diario La Prensa.

18/04/2014 - No quiero hacerles perder su tiempo escribiéndoles sobre las ya gastadas ofertas politiqueras y, además, porque decidí dejar de ver los canales locales para mantener la cordura. Me quiero referir, otra vez, a una realidad que vivimos en nuestro país y que será el inicio de una era de decrecimiento económico y explosión social.

En Estados Unidos y Europa, en la década de 1990 se vivió un auge económico proporcionalmente similar al nuestro. Las empresas invertían a manos llenas, los bancos ofrecían créditos al 100% para propiedades sobrevaloradas, las obras públicas se otorgaban de forma indiscriminada, el empleo crecía al igual que los salarios, el consumo de bienes suntuosos era parte del estatus, y los gobiernos, tanto locales como centrales, se endeudaron más allá de sus capacidades.

Llegué a residir a Italia en 2000, y a Estados Unidos, en 2003. En ambos países viví un par de años, durante los períodos finales de la bonanza que, por efectos de la inflación y la especulación, golpeó mi presupuesto de diplomático. Como muestra les doy un botón, cuando llegué a Roma el alquiler del apartamento costaba 4 mil 500 euros ($5 mil 500 al cambio actual) y cuando salimos se incrementó a 6 mil euros ($8 mil), una bicoca de 30% de aumento. Los economistas juiciosos advertían a los políticos y a los ciudadanos del descontrol del gasto, el aumento de subsidios y los efectos del endeudamiento. Otra cosa que golpeaba muy fuerte las finanzas públicas en los países europeos era la inversión de la pirámide poblacional, o sea que cada año nacían menos niños y los viejos vivían más. El efecto de esta ecuación es catastrófico, menos ciudadanos pagan cuotas e impuestos y más reciben retiros y subsidios, no existe a corto o mediano plazo fórmula financiera que pueda resolver esto.

¿Otro botón, como muestra? En Estados Unidos una de las ciudades más prósperas era Detroit, cuna de la industria automotriz y por muchas décadas una ciudad modelo. Lo que sucedió allí fue patético, hubo una secuencia de alcaldes corruptos como Coleman Young, que se dedicaron a hacer campañas, ofreciendo viviendas gratuitas, estampillas de alimentos y subsidios por cada dependiente. Regalar dinero y comida por no trabajar, eran sus propuestas electorales. El resultado fue que los comercios comenzaron a cerrar, la industria automotriz se mudó a otros estados, y las personas trabajadoras emigraron. Para 2009, Detroit cayó de 1.8 millón de habitantes a 900 mil, de ese 50% el 29% estaba desempleado. Era triste ver cómo la cuarta ciudad de Estados Unidos cayó a la undécima posición.

Volvamos al plano local, en Panamá vivimos una década de gran crecimiento económico, en donde los efectos de una inflación, nunca antes vista, parecieran hacer mella solo en los bolsillos de los asalariados. Los bancos compiten en otorgar créditos para limpiar deudas, viajar y comprar bienes suntuosos; los inversionistas saturan las ofertas inmobiliarias y turísticas; el Gobierno aumenta los salarios, infla su planilla y asigna obras sin pensar en el costo beneficio económico y ambiental. La deuda pública, si incluimos los “llave en mano”, terminará en estos últimos cinco años, igual a la deuda acumulada en los primeros 100 años de República. Los subsidios ya golpean al fisco con cerca de mil millones por año y, por las ofertas electorales, auguro otro tanto en el próximo período.

A ninguno de los candidatos le he escuchado hablar de ordenar las finanzas y de preparar al país para un eventual decrecimiento económico. Para colmar mi preocupación, por primera vez escuché y vi, la semana pasada en el foro de la Cade, a un economista presentar una filmina que mostraba el inicio de la inversión de la pirámide poblacional de Panamá. En 30 años su proyección es que tendremos igual pensionados que nacimientos, y no habrá Caja de Seguro Social que pueda pagar tu jubilación. No observo mucha preocupación ni de los políticos ni de los ciudadanos ante la posibilidad de una depresión, después de todo, somos la envidia de la región y en nuestro país no se repetirán esas tontas historias

http://www.prensa.com/impreso/opinion/se-repetira-historia-roberto-alfaro-estripeaut/310834
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