El libertador Simón Bolívar, entre estudios y batallas,
podría ser considerado un ciudadano de América y del mundo, por decir lo menos.
Por sus estudios en la Europa del siglo XIX y su influencia masónica, tenía una
perspectiva global, envidiable para esa época, donde prevalecían las
monarquías, imperios, colonias y esclavos.
Si bien es cierto el mundo ha cambiado en estos mas de 2
siglos, aún se mantienen varias de las ideas feudales que eran el pan de cada
día de ese entonces. Solo por mencionar algunos ejemplos, un grupo de colonias británicas
se independizaron y luego de agregar otras “adquisiciones” se conformaron en lo
que hoy conocemos como Los Estados Unidos de América. Algo similar se vivió con
su vecino de “arriba”, con la diferencia que, en el Canadá de hoy, se hablan
dos idiomas y está mucho menos poblado que su vecino.
Bolívar previó que la influencia del hermano mayor debía ser
balanceada en el resto de continente y concibió que las naciones del sur
debíamos convertirnos en una sola gran nación, para poder hablar de tu a tu, no
solo con los mayores, sino con todas las naciones.
La verdad es que ese sueño hacía mucho sentido y más si
introducimos los nuevos vocablos como la famosa “geopolítica”. El resto de la
historia la conocemos y, desde las peleas con otros libertadores, el sabotaje
que sufrió el anfictiónico y la muerte del libertador, ese proyecto naciones unidas,
fracasó.
Estoy seguro de que hoy Bolívar miraría con tristeza lo que
está sucediendo, no solo en lo que se ha convertido su propio patio, sino casi
todo el continente.
Vemos a ese hermano mayor inmerso en una disputa entre una
amarga extrema derecha que, basa sus principios en supuestos extremismos
religiosos, en el color de la piel y en el “hace cuanto tiempo llegaste”. Lo
irónico es que en el único segmento donde marca crecimiento es en el de los
nuevos votantes que se consideran superiores a sus familiares que viven debajo
de la famosa frontera del sur.
Un poquito mas abajo, vemos a una supuesta izquierda
moderada, que ha decidido convertirse en imperio y que, al igual de varios de
sus vecinos del sur, han hecho que cambie el balance de poderes que se
requiere, para imponer su criterio. El grave peligro es que esta es la segunda
potencia del subcontinente. Pero a veces me parece que el resto no quiere darse
de cuenta de esta espada de Damocles que cuelga sobre el resto del continente.
Siguiendo hacia abajo, tenemos una mezcolanza, a la cual
pocos le prestan la atención que se requiere. Centroamérica se ha convertido en
guarida de sinvergüenzas, en cárcel para los luchadores de la democracia y
hasta con las iglesias se han metido, al mejor estilo del desaparecido barbudo
del caribe. Lo malo es que buscan y encuentran a ignorantes que los aplauden y
hasta quieren imitarlos.
Ya el sur, tenemos un zoológico. Por un lado, de arriba hacia
abajo, tenemos a un personaje que pareciera sacado de las cómicas, con una boca
mas grande que la del “señor bocón”, el cual todavía no ha puesto a su nación a
andar el camino correcto. Líderes que otrora navegaron (o quisieron navegar) en
la izquierda y ahora se han corrido un poco hacia el centro. Estas son dos de
las más importantes naciones del continente, no solo por su tamaño sino por su
poder económico.
Luego tenemos otra serie de naciones andinas que, si se
sumaran sus golpes de estado y presidentes rotados, serían expertos aportando
presidentes al resto del mundo; por la cantidad que han tenido, digo.
Ya casi acabando, llegamos a lo mas triste que he visto en
una nación. Tuvieron un dictador con inteligencia (para lo malo diría mi madre)
que se aprovechó del desastre en el que tenían a esa próspera nación sus
antecesores, para dar un pronunciado giro de timón. Lo malo es que luego de su
inesperada muerte, el supuesto heredero es tan tarado, que da es tristeza. El
famoso “maburro”, los tiene metidos en dilemas tras dilemas, porque es tan
escaso, que pareciera que no logra ni siquiera repetir las instrucciones de su
padrino ni del que definitivamente no lo mandó Dios.
Sus vecinos, imitaron las mismas tácticas y eligieron a un
guerrillero inteligente, pero totalmente desubicado que tiene a esa bella
nación totalmente enredada, donde evidentemente no ha podido cumplir las
promesas fantásticas que la gente quería oír.
Tenemos a una América herida, con varios espectadores ya sea
aplaudiendo o esperando a que tal águila, espera para comerse los pollitos.
Don Simón, ¡en que enredo está su continente!
Publicado originalmente en el Diario La Prensa
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