Recientemente vi un escrito en redes sociales que decía, mas o menos,
que la próxima vez que alguien me dijera que Yo venía de un "banana
republic" les iba a mostrar un extracto del segundo debate presidencial de
la nación "mas poderosa del mundo".
Igualmente, ante el cuestionamiento que se le hizo a J.K. Rowling, por
opinar sobre la política estadounidense siendo británica, hace poco comenté en
redes sociales que el día en que las decisiones que toman los presidentes de
Estados Unidos, dejen de afectar al resto del mundo, ese día el resto del mundo
dejará de opinar sobre las elecciones y candidatos en esas elecciones.
En esta vuelta, muchas personas pensantes del resto del mundo, tenemos miedo de acercar a uno u otro candidato a los código nucleares que podrían desatar una guerra nuclear, por el simple hecho que no le gustó un tuit de alguna otra persona.
Efectivamente la campaña presidencial ha sido la mas seguida o vista en
la historia estadounidense, lo cual ha dejado en evidencia una decadencia
notoria en la forma de hacer política en una nación que por muchos años fue el
faro de la democracia y la libertad en el mundo.
La política de Estados Unidos siempre se ha caracterizado por la
descalificación del contrincante, pero este ejercicio, creo Yo, nunca había
caído tan bajo como ha sucedido en esta ocasión.
La diferencia en esta ocasión fue que uno de los candidatos llegó a
descalificar a los propios residentes del país, enfocando su discurso
principalmente en los denominados “wasp”, personas anti-establishments, wanabes,
antidemócratas y mas recientemente en personas con fuertes y estrechas convicciones
religiosas.
Hoy vi un video de una señora Gloria Álvarez de Prager University, quien
llegó a comparar a los demócratas de estados Unidos, con los gobiernos de
países centro y suramericanos; interesante comparación dado el hecho que,
excepción hecha de Ronald Reagan, han sido los demócratas quienes han rescatado,
económicamente hablando, los desastres que dejan sus contrapartes republicanas.
Yo sigo convencido que es necesario preparar candidatos que se preocupen
por el país (no caigo en el populismo de comprar la trillada frase que alguien
quiere hacer para el pueblo). Que sean estadistas y no solo gobernantes. Que
promuevan y practiquen valores cívicos, éticos y morales. Que sepan rodearse de
gente que quieran trabajar para fortalecer la economía del país y por ende de
sus ciudadanos, donde haya oportunidades y obligaciones para todos y no sólo
para un grupo especial.
Ya en Panamá tenemos la experiencia de votar por le menos malo, de hecho somos expertos en ese tema y créanme que en varias ocasiones, no nos ha ido tan bien.
Ojalá en todos los países se pueda escoger entre los mejores candidatos
con las mejores propuestas y no como sucederá el 8 de noviembre próximo, donde
los estadounidenses tendrán que escoger entre los menos malos y los que no van
a ganar. Entre quienes están acostumbrados a fracasar en los negocios y quienes
no han sido honestos ni con ellos mismos.
¡Hay que aprender a votar a favor de alguien y
no en contra de todo!
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