Inicio advirtiendo que este artículo no pretende convencer a
nadie sobre como debe ejercer el voto para las próximas elecciones.
Todos pensamos que Panamá es un país único. Evidentemente a
veces el amor patrio enceguece la razón, por eso, siempre debemos tener los
pies sobre la tierra y ver las cosas como son y no como nos gustaría que fueran.
Los ganadores siempre tienen una explicación sobre el por qué
ganaron y los que no ganaron, siempre buscarán la forma de “justificar” el no
haber ganado (nunca una derrota).
De la misma manera, cuando conversaba de joven con quienes
fueron protagonistas de nuestra historia política, siempre había dos versiones
de la misma historia. Inclusive, de los golpes de estado y hasta del asesinato
del presidente Remón. En fin, como entre quienes protagonizaban siempre había abogados,
abundaban las versiones sobre el mismo hecho.
Hasta 1968, hubo un reducido grupo de familias que se
“alternaban” en el poder y con ello la riqueza, recursos y tantas cosas que
desde el nacimiento de la república ha tenido este pedacito de tierra. Los
golpes de estado no eran por ideología, sino que se convertían en un quítate
tú, para ponerme Yo.
Este año se han producido muchas situaciones inéditas que han
cambiado mucho el posible devenir de las elecciones de mayo y del país en sí.
No solo por la cantidad de candidatos, sino por la diversidad o similitud entre
ellos.
Así las cosas, tenemos candidatos que, a juicio de muchos, no
tienen mucha oportunidad de ganar, sin embargo, obtendrán una cantidad de votos
que, bajo otra situación, a lo mejor no se hubieran producido. La desproporción
en los recursos que reciben los candidatos por la libre postulación produce un
gran desbalance en las oportunidades que tienen estos candidatos de ganar. Cada
uno de ellos, está aspirando por razones muy diferentes, desde mi perspectiva. ¿Cuántos
votos obtendrán? no se sabe, pero desde mi balcón, me atrevería a asegurar que
ninguno superará entre el 2 y 5% de los votos emitidos.
Entre los postulados por partidos no se debe descartar a
ninguno, pues en el papel todos tienen una oportunidad de sentarse en el
Palacio de las Garzas el 1 de julio próximo. De estos hay algunos que quizás
por su estructura y/o tamaño tienen una fuente de financiamiento muchísimo mayor
que los demás. He aquí otra injusticia. Alianzas que reciben mas de 20 o 30 millones,
mientras otras no llegan a los 3 millones.
Aun así, cada campaña hace lo mejor con lo que tiene, pero el
desbalance se verá el día de las elecciones pues ese día se requiere una
logística muy peculiar.
Entre los otros candidatos restantes, hay uno que aparte que
recibe mucho dinero cuenta con el respaldo de varios medios amarillistas o
guerrilleros, como se les conoce y en pasillos se menciona que es el candidato
del bloque empresarial. Considero que pesa sobre su espalda el haber
desmeritado a quienes protestaban en contra de la mina o del contrato minero.
Aún así cuenta con un significativo respaldo.
El candidato oficialista que busca lograr una continuidad para
su partido, inédita en la historia electoral moderna, se percibe con un
deterioro paulatino en su imagen y en su campaña. Cuenta con un presupuesto
casi inagotable gracias al subsidio y al aporte de donantes que buscan seguir
en el “negocio”; esto le ha permitido un gran despliegue publicitario y de material
promocional, sin embargo no se le percibe como uno de los contendientes con
oportunidad real.
Luego viene otro que “heredó” la candidatura. Su caudal
político se limita a lo que le dejaron ya casi hecho, sin embargo, pareciera
que empezó a distanciarse de algunas de las figuras que no le aportan mucho.
Tiene una posibilidad real, aunque aún no se sabe si ésta le durará hasta las
elecciones de mayo.
También hay otro que se estrena como candidato partidista,
que pareciera que ha orientado su campaña, al estilo estadounidense, que se
basa en la descalificación de sus contrincantes. Sin embargo, no estoy tan
seguro de que le esté dando el resultado esperado, ni siquiera entre la
juventud que es la que más rechaza la confrontación irrespetuosa.
El último de los candidatos, postulado por un partido que no
ha tenido un candidato propio en las últimas contiendas electorales, se
proyecta apoyado por grupos que han migrado de otros partidos donde no se
sienten representados o de grupos independientes que se han ido consolidado.
Hijo de uno de los líderes tradicionales del país, goza de la solvencia que le
da su apellido, de su previa experiencia y de prestigiosos nombres que lo
apoyan.
Con esto en mente, aún no hay un claro ganador, a pesar de
que, según los encuestadores, vivimos en 3 o 4 diferentes países. Ojalá los
votantes no se dejen influenciar por estas y voten a conciencia, pensando en el
futuro de sus hijos y de Panamá.