Al final de la noche del pasado lunes 4 de marzo, se marcó un
antes y un después en la historia política de nuestro querido país. Quedó
demostrado que por mas dinero que uno pueda tener (o decir tener), la justicia
por mas que la hagan demorar, puede y debe llegarles a todos.
Después de muchos meses o años de lucha por la justicia y por
le honor del sistema judicial en Panamá, muchos panameños vemos con
beneplácito, el que haya quedado en firme la condena contra un expresidente de
la República, el cual ya había sido encontrado culpable de delitos tan graves
como lavado de dinero para, con recursos del estado, haber adquirido bienes que
posteriormente sirvieron para atacar contrincantes políticos.
En el camino queda atrás los ataques personales proferidos
contra, quienes, actuando dentro del marco de la legislación panameña, nos
atrevimos a poner al país por delante del dinero o de intereses personales. Por
coincidencia, fueron dos distinguidas damas quienes fueron víctimas de esas
afrentas que provenían de un ser que ha demostrado poco o nulo aprecio y
respeto por el sexo femenino.
Estoy seguro de que, la gran mayoría de los panameños vemos
con buenos ojos que se inicie recuperación de la credibilidad en la justicia y
en sus principales actores. Digo la mayoría de los panameños, pues no podemos
seguir montados en ese barco en el que muchos quisieran montar a los que por
muchos años hemos venido luchando por la decencia y la promoción de los valores
cívicos, éticos y morales.
Habrá quienes ahora querrán iniciar campañas de
descalificación contra todos los que levantamos la bandera de la democracia,
libertad y justicia que tanto nos costó recuperar. Estoy convencido que los
ataques arreciarán y empezarán a sugerir epítetos, falsedades y medias verdades
disfrazadas de mentiras y descalificaciones, para desvalorar no solo a quienes,
impartiendo justicia, han procurado adecentar no la política sino la sociedad
panameña.
Hoy, los panameños de bien, en especial quienes hemos venido
trabajando en favor de la democracia y de los valores, recibimos un espaldarazo
a esa labor que no pocas veces hemos dudado si valía la pena seguir,
arriesgando familia, negocios y hasta su propia credibilidad.
La transparencia con la que se ha actuado en este caso debe
marcar una nueva forma de actuar. Cónsona con los nuevos métodos de anunciar
justicia. Si para ello deben actualizarse normas y leyes, pues que se haga.
Pero creo que debemos arropar a esas magistradas que, desde la Corte Suprema de
Justicia, se atrevieron y emitieron “en nombre la república y por autoridad de
la ley” a confirmar que lo actuado por dos cortes inferiores.
Ojalá todos los funcionarios fueran como por ejemplo la
Magistrada Maribel Cornejo B., quien ha compartido un resumen de su actuación
en el año anterior anualmente desde su designación. El pueblo tiene el derecho
a saber como actúan sus funcionarios, sin importar lo alto de su cargo.
Este triunfo de la justicia debe atribuirse no solo a las
cortes, pues vale la pena mencionar la lucha incansable de varios medios de
comunicación como éste, que ha sido vilipendiado y atacado, por el simple hecho
de defender lo que había que defender y hacer público lo que muchos sabían y no
se atrevían a decir.
A finales del año 2022 y en enero de 2023, este servidor
previó que el lavador de activos, hoy condenado, no sería candidato a la
presidencia de la República. Así quedó plasmado en artículos de opinión
publicados en este medio y en intervenciones que, como analista político,
expresé. En su momento se me formularon descalificaciones como a las que me
refiero más arriba, fui comparado con la famosa canción de Rubén Blades que
habla de “Madame Kalalú” o donde se cuestionaba el lugar donde había adquirido
la “bola de cristal”.
Cuando se hace análisis político de forma desapasionada y sin
remuneración económica, uno estudia, lee y hace las evaluaciones que se
requieren para formular los comentarios y evaluaciones que se ofrecen. En lo
personal me alegro de haber acertado y poder así demostrar que estamos en el
camino correcto.
Hoy en Panamá la mayoría celebra, no una descalificación,
sino a la justicia, a la razón y por ende a la democracia. ¡Gracias Panamá!
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