viernes, 26 de julio de 2024

Por un país de vecinos

 

Panamá acaba de concluir un proceso de elección de sus nuevos gobernantes. Nuestro país tiene la peculiaridad de escoger, cada 5 años, sus nuevas autoridades, todas en el mismo día y por el mismo período de tiempo. Nuestros procesos democráticos, aunque aún con sus peculiares precariedades, han venido fortaleciéndose con el devenir del tiempo.

Sin embargo, seguimos adoleciendo de una educación que coadyuve a que la selección de estas autoridades no tenga tantas falencias y deje tantos “huecos abiertos” para llamarlo de una manera mas elegante. Cada 5 años, mas del 70% de la población con la capacidad de hacerlo, sale a ejercer el derecho de votar, sin embargo, aún estamos muy lejos de tener un parlamento como el que disfrutaba escuchar en la radio junto a mi padre.

La semana pasada participé del acto en el  que la Comisión Nacional Pro Valores Cívicos y Morales, concede el título de Ciudadano Notable a algunas personas que se han distinguido por una carrera basada, no en ser exitosos económicamente, sino en ser personas de bien, desempeñándose en sus respectivas carreras con integridad, respeto y preocupados por sus pares, todos ciudadanos de este mundo.

Ese debería ser el espejo en que deberían verse todas las personas que quieran ejercer un cargo público. Como se dice, ser servidores públicos y no lo contrario. Sin embargo, si nos concentráramos en el Órgano Legislativo de los últimos años, pareciera que, en la gran mayoría, están muy lejos de estos parámetros, salvo raras excepciones.

En parte la responsabilidad recae sobre todos, sin embargo, seguimos señalando con el índice al resto de la humanidad, sin percatarnos que con la mano que señalamos, un solo dedo descubre a los demás, mientras que con 3 de los otros nos señalamos a nosotros mismos.

Hace muchos años, una muy buena amiga, me contó sobre un proyecto en el que ella participaba en un país vecino, denominado “Escuela de Vecinos”. Esta idea surge de la necesidad de crear conciencia ciudadana, promover valores y empoderar a los vecinos, ya sea de un condominio, una barriada o de todo un país. No es el reemplazo de la educación formal, que debe ser la responsabilidad de padres, estudiantes y el gobierno, propiamente dicho.

Las escuelas de vecinos, deberían ser la cuna de los líderes que necesita el país. De allí deberían salir los presidentes de las juntas de condominios, de los barrios, los líderes estudiantiles y por qué no decirlo: de esos mismos clubes cívicos y gremios profesionales que luego se encargan de galardonar a esas personas que escogieron servir en lugar de ser servidos.

Necesitamos empoderar a esa gran cantidad de personas para que, luego de aprender que no son los diputados los que deben solucionar los problemas comunitarios, puedan ejercer sus derechos y exigir que se les repare una calle o que se les provea de un agua por la que pagan y que solo reciben 2 o 3 horas al día o peor aún, que nunca les llega.

Esas mismas escuelas de vecinos podrían ser la génesis de candidaturas para todo tipo de cargos, que promuevan los valores y donde empecemos a generar esas responsabilidades de involucrarnos en los menesteres que nos afectan y que estoy seguro, tendríamos muchos aportes que hacer.

Ese mismo ejemplo podría emularse para generar este tipo de personal, que estoy seguro serviría para desarrollar los “soft values” que tanto están en demanda en las grandes corporaciones. La puntualidad, la responsabilidad, el respeto y la humildad son valores que, aunque pareciera que están en decadencia por su falta de uso, son altamente buscados por los más importantes reclutadores, de compañías nacionales y multinacionales, que persiguen, no solo grandes títulos, siempre valiosos, sino de personas en quien confiar.  

Cuando muchas de estas empresas se quejan de que no hay suficiente mano de obra “calificada”, esa calificación se refiere precisamente a esos valores. Debemos compartir lo que aprendimos en el famoso librito del amigo Carreño, con sus correspondientes actualizaciones, obviamente.

Estas empresas buscan a gente capaz si, pero que sean responsables, puntuales, empáticos y solidarios. No para abusar de ellos, sino para ser mas productivos y así generar mas confianza y réditos para todos.

Necesitamos un mejor país, pero necesitamos ciudadanos que quieran reconocer sus errores y estar dispuestos a enmendarlos. Necesitamos personas que quieran servir a su prójimo con eficiencia, conciencia y amabilidad. No todos nos hemos levantado con el pie derecho hoy y son ellos, precisamente, quien más paciencia y tolerancia demandan.

Trabajemos para convertirnos en esos “mejores vecinos” que nuestra comunidad y todo el país demanda. Por un país de vecinos, ¡trabajemos por Panamá!

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