viernes, 26 de julio de 2024

No es solo criticar

 Los panameños somos expertos en criticar y como decimos en el título de este escrito, debemos empezar a cambiar no sólo nuestra forma de pensar, sino nuestras actuaciones. Este es uno de los casos en que no podemos seguir siendo espectadores, sino que tenemos la obligación de involucrarnos y participar de los cambios que nos gustaría ver.

Dicho esto y gracias a la experiencia adquirida a través de muchos años de participar, desde diversas plataformas, en actividades cívicas, me atrevo a proponer algunos cambios que, estoy seguro de que podrían redundar en grandes beneficios para nuestro proceso electoral. Para que estos se puedan cristalizar, se deben hacer algunos cambios a nuestra Carta Magna y otros en el Código Electoral que rige el proceso de selección de nuevas autoridades.

Quienes me conocen, saben que no estoy muy de acuerdo con la famosa segunda vuelta. Esto, porque la experiencia me dice que, en el ámbito latinoamericano, salvo en contadas ocasiones, este método no ha cambiado el resultado original y por el contrario se ha prestado para negociaciones “bajo mesa” y una inversión millonaria que no necesariamente va a generar el cambio deseado por quienes la proponen.

Por el contrario, me inclino mucho mas al modelo colombiano donde se ha practicado unas elecciones “Inter partidarias” donde varios partidos o candidatos, aceptan el participar en una elección donde se podría votar para elegir un candidato de consenso en una fecha previa, suficientemente separada a la que está establecida por el código electoral para las elecciones generales del primer domingo de mayo. Esto nos pudiera generar un candidato presidencial con una mayor fortaleza.

Otra de mis propuestas sería cambiar el sistema de elección de los diputados que integran el Órgano Legislativo. Yo sugeriría una combinación de diputados nacionales con diputados provinciales. Por ejemplo, tener unos 15 o 20 diputados nacionales que se sumarían a unos 40 diputados electos proporcionalmente a su población representada, por provincias y comarcas.

Esto nos generaría una mejor y menos clientelista asamblea nacional. Se podría convertir en un real balance, tal y como sugiere nuestra constitución, tan necesario para la gobernabilidad del país. La idea es que los del primer grupo sean personas que sean conocidas y que su reputación camine por delante de ellos y que se hayan distinguido por su actuación a nivel nacional.

Otro cambio que debo sugerir es que se debe cambiar las alternativas que contemple la propia constitución para ser reformada. Debe incluirse una alternativa que permita una real y mas efectiva participación ciudadana, o sea, que no sea tan dependiente de la misma Asamblea Nacional que se pretende modernizar. Igualmente, debe revisarse quienes pueden aspirar a ser constituyentes. En mi cabeza no hay espacio para considerar que los actuales diputados puedan ser juez y parte. En este rubro, sugeriría que quienes aspiren a ser constituyentes, no hayan sido diputados en los últimos 2 períodos, o sea en los últimos 10 años. 

Hay que encontrar la fórmula para reforzar y hasta blindar el proceso para elegir o desginar ciertas figuras de control, como lo son el Contralor General de la República, el Defensor del Pueblo, el Procurador General de la Nación y el Procurador de la Administración, quien dirija la ANTAI, los magistrados de la Corte Suprema de Justicia, los magistrados del Tribunal Electoral y los del Tribunal de Cuentas al igual que el Fiscal de Cuentas y el Fiscal Electoral.

Estas son solo algunas de los elementos básicos y fundamentales que requiere nuestro proceso electoral. Ojalá la comisión de reformas electorales que se debe reunir pronto las tome en consideración y de serles posible, las mejore; pero mas importante que los diputados reconozcan el esfuerzo que se realiza y el tiempo invertido en preparar las propuestas que eventualmente terminan en la comisión respectiva y en el pleno de nuestra asamblea.

De igual manera los nuevos diputados comprendan que las propuestas que reciben son el reflejo del sentir de un pueblo que quiere cambios productivos que redunden en grandes beneficios para todos y no solo para un puñado de políticos, que solo sirven para “cuidar” sus puestos en ese hemiciclo legislativo.

Nuestro país requiere de una cantidad significativa de personas que quieran a Panamá y lo pongan sobre sus intereses personales. Siempre he creído que todos debemos aportarle al país que nos vio nacer, un tiempo significativo como servidores públicos, tal y como lo hizo uno de los mejores embajadores de nuestra nacionalidad, Rubén Blades.

Podemos y tenemos la obligación de imitar lo bueno y rechazar lo malo. Tenemos que participar y aportar a nuestra vida política, desde el balcón que escojamos, pero con la responsabilidad de un buen ciudadano.

 

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