Los panameños somos expertos en
criticar y como decimos en el título de este escrito, debemos empezar a cambiar
no sólo nuestra forma de pensar, sino nuestras actuaciones. Este es uno de los
casos en que no podemos seguir siendo espectadores, sino que tenemos la
obligación de involucrarnos y participar de los cambios que nos gustaría ver.
Dicho esto y gracias a la
experiencia adquirida a través de muchos años de participar, desde diversas
plataformas, en actividades cívicas, me atrevo a proponer algunos cambios que,
estoy seguro de que podrían redundar en grandes beneficios para nuestro proceso
electoral. Para que estos se puedan cristalizar, se deben hacer algunos cambios
a nuestra Carta Magna y otros en el Código Electoral que rige el proceso de
selección de nuevas autoridades.
Quienes me conocen, saben que no
estoy muy de acuerdo con la famosa segunda vuelta. Esto, porque la experiencia
me dice que, en el ámbito latinoamericano, salvo en contadas ocasiones, este
método no ha cambiado el resultado original y por el contrario se ha prestado
para negociaciones “bajo mesa” y una inversión millonaria que no necesariamente
va a generar el cambio deseado por quienes la proponen.
Por el contrario, me inclino
mucho mas al modelo colombiano donde se ha practicado unas elecciones “Inter
partidarias” donde varios partidos o candidatos, aceptan el participar en una
elección donde se podría votar para elegir un candidato de consenso en una
fecha previa, suficientemente separada a la que está establecida por el código
electoral para las elecciones generales del primer domingo de mayo. Esto nos
pudiera generar un candidato presidencial con una mayor fortaleza.
Otra de mis propuestas sería
cambiar el sistema de elección de los diputados que integran el Órgano
Legislativo. Yo sugeriría una combinación de diputados nacionales con diputados
provinciales. Por ejemplo, tener unos 15 o 20 diputados nacionales que se
sumarían a unos 40 diputados electos proporcionalmente a su población
representada, por provincias y comarcas.
Esto nos generaría una mejor y
menos clientelista asamblea nacional. Se podría convertir en un real balance,
tal y como sugiere nuestra constitución, tan necesario para la gobernabilidad
del país. La idea es que los del primer grupo sean personas que sean conocidas
y que su reputación camine por delante de ellos y que se hayan distinguido por
su actuación a nivel nacional.
Otro cambio que debo sugerir es
que se debe cambiar las alternativas que contemple la propia constitución para
ser reformada. Debe incluirse una alternativa que permita una real y mas
efectiva participación ciudadana, o sea, que no sea tan dependiente de la misma
Asamblea Nacional que se pretende modernizar. Igualmente, debe revisarse
quienes pueden aspirar a ser constituyentes. En mi cabeza no hay espacio para
considerar que los actuales diputados puedan ser juez y parte. En este rubro,
sugeriría que quienes aspiren a ser constituyentes, no hayan sido diputados en
los últimos 2 períodos, o sea en los últimos 10 años.
Hay que encontrar la fórmula para
reforzar y hasta blindar el proceso para elegir o desginar ciertas figuras de
control, como lo son el Contralor General de la República, el Defensor del
Pueblo, el Procurador General de la Nación y el Procurador de la
Administración, quien dirija la ANTAI, los magistrados de la Corte Suprema de
Justicia, los magistrados del Tribunal Electoral y los del Tribunal de Cuentas
al igual que el Fiscal de Cuentas y el Fiscal Electoral.
Estas son solo algunas de los
elementos básicos y fundamentales que requiere nuestro proceso electoral. Ojalá
la comisión de reformas electorales que se debe reunir pronto las tome en
consideración y de serles posible, las mejore; pero mas importante que los
diputados reconozcan el esfuerzo que se realiza y el tiempo invertido en
preparar las propuestas que eventualmente terminan en la comisión respectiva y
en el pleno de nuestra asamblea.
De igual manera los nuevos
diputados comprendan que las propuestas que reciben son el reflejo del sentir
de un pueblo que quiere cambios productivos que redunden en grandes beneficios
para todos y no solo para un puñado de políticos, que solo sirven para “cuidar”
sus puestos en ese hemiciclo legislativo.
Nuestro país requiere de una
cantidad significativa de personas que quieran a Panamá y lo pongan sobre sus
intereses personales. Siempre he creído que todos debemos aportarle al país que
nos vio nacer, un tiempo significativo como servidores públicos, tal y como lo
hizo uno de los mejores embajadores de nuestra nacionalidad, Rubén Blades.
Podemos y tenemos la obligación
de imitar lo bueno y rechazar lo malo. Tenemos que participar y aportar a
nuestra vida política, desde el balcón que escojamos, pero con la
responsabilidad de un buen ciudadano.
Este artículo fue publicado originalmente en el Diario La Prensa el 20 de mayo de 2024
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