Por regla general después de una
comilona, bebidas incluidas, uno amanece “engomado” o con resaca. Esa fue la
sensación que muchos tuvieron la noche del pasado domingo, al conocerse el
resultado de las elecciones en Panamá.
Como dije en artículos
anteriores, aceptar una derrota, nunca es fácil, sin embargo, por el bien de
Panamá, es necesario deponer intereses y promover esa unidad nacional de la que
tanto se habló en campaña; bueno, no todos, pero si un significativo grupo.
La realidad es que el candidato
proclamado ganador, obtuvo el respaldo del 35% de los casi 2 millones y medio
de personas quienes salieron a ejercer su derecho al sufragio, lo cual indica
que salió a votar una cantidad superior a lo que había sido el promedio de
personas que votan en un proceso que se da cada 5 años.
Tratando de hacer un análisis un
poco mas profundo de los resultados, debemos reconocer que hubo grandes
ganadores, ganadores, grandes perdedores e igualmente perdedores simples.
Yo diría que el gran ganador de
la jornada es Juan Diego Vásquez, que sin contar con un partido, logró
amalgamar un grupo de candidatos a alcaldes, diputados y representantes de
corregimiento, que lo hacen ver como un fenómeno de la política criolla y
abanderado indiscutible de la oposición en Panamá. Inclusive, su grupo Vamos
quedó a muy pocos diputados de tener ese tercio que le garantiza ser el fiel de
la balanza y nos garantiza a los ciudadanos esa protección en contra de los
desmanes políticos a los que estamos acostumbrados.
Ganadores creo que hay varios;
destaco el triunfo de una joven alcaldesa en Arraiján que había sido postulada
por el Partido Popular luego de haber obtenido su candidatura por la libre
postulación. De igual manera se destaca el triunfo de algunos candidatos en
áreas donde antes habían sido dominados por el clientelismo de partidos
tradicionales. Otro ganador, por carambola, es el partido popular que, sin
tener candidatura de dentro de sus entrañas, se alza con curules en el PARLACEN
y un considerable subsidio electoral.
El título de grandes perdedores
es disputado por varios. Iniciando por el candidato del PRD, que no solo perdió
estrepitosamente, como se había previsto, sino que porcentualmente, sacó mucho
menos que el que obtuviera el candidato panameñista, cuando perdió en el año
2004. Los otros dos perdedores fueron los candidatos de la fórmula presidencial
de la alianza CD/Panameñismo. Considero que con esta elección el candidato del
CD perderá todo el caudal político que le quedaba. Igualmente, su compañero de
fórmula, que cedió la candidatura presidencial, pierde toda la fuerza que le
quedaba y considero que muy pronto verá su liderazgo frente al partido
eliminado totalmente.
Perdedores también podemos
señalar a la actual dirigencia del PRD, que no solo apenas si salieron electos,
sino que han perdido alcaldías y representantes de corregimiento a diestra y
siniestra. Su poder político dentro del partido se ve seriamente afectado.
Pero pasada la “goma”, hay varios
caminos. Uno, es hacer lo que hacen muchos, mirar para el otro lado,
despotricar contra todos en las redes y esperar a que, dentro de 5 años, vuelva
un mesías a ganar con menos del 40% de los votos.
Otra opción es que nos activemos
en una organización política y desde ahí empezar a construir nuevas
alternativas que redunden en beneficios para este bello país.
Una tercera opción que pudiera
ser desarrollada por muchas personas, es la de crear lo que pudiera denominarse
“escuela de vecinos” las cuales pudieran servir de salón de clases para, suplir
la ausencia de las materias “cívica” y “lecciones de gobierno”, y compartir
nuestros conocimientos para ir educando a muchos ciudadanos que están ávidos de
recibir estos conocimientos que al final, rendirá grandes beneficios cívicos al
país.
No podemos seguir siendo tan
pasivos como lo hemos estado practicando en años recientes. Lo que le espera a
Panamá en los próximos años no es fácil. Requerirá de sus mejores hombres y
mujeres que, con su mejor disposición, le busquen soluciones a los graves
problemas que nos lega la actual administración.
Hay que reformar el sistema
educativo, el sistema pensional de la CSS, la planilla estatal abultada, la
construcción y mantenimiento de infraestructuras a nivel nacional, incluyendo
los caminos de producción, el sistema de disposición de desechos y promover los
incentivos a la industria agropecuaria de manera que podamos competir en
igualdad de condiciones con nuestros vecinos, entre otros.
Se deben hacer reformas a la
constitución que contemplen el modelo de elegir a autoridades, las alternativas
para reformarla y quienes podrían hacerlo.
En fin, hace falta mucho por
hacer. Ojalá los “líderes” del país se sienten a pensar, no en egos o
descalificaciones innecesarios, sino en como componemos el deterioro social y
cívico que todos percibimos, pero pareciera que a pocos nos preocupa. Debemos
aportar para construir esa nueva nación que, basada en valores se requiere para
tener un mejor Panamá.
Artículo publicado originalmente en e Diario La Prensa de Panamá.
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