En la madrugada de hoy, una
gran cantidad de panameños recibió, quizás un tanto sorprendidos, el anuncio
del fallo de la Corte Suprema de justicia, por medio del cual se autorizaba al
candidato apoyado por el convicto, prófugo de la justicia, asilado en la embajada
de Nicaragua, ex presidente de la república, quien desde muy temprano compartió
en sus redes un pírrico supuesto triunfo.
Llamó la atención que en esta
ocasión la justicia (la misma que lo condenó y ratificó su condena) ya no
estaba ni parcializada ni politizada, sino que por el contrario había actuado
de manera justa y correcta. O sea, ¡la doble moral en su máximo apogeo!
Para una significativa
mayoría, el fallo no fue apegado al derecho y mucho menos a los parámetros establecidos
por la carta magna de Panamá. Para otros, fue apegado a las normas establecidas
y de práctica en Panamá y para otros, ni siquiera le prestaron la menor atención
ni esperaban con ansiedad ese pronunciamiento que podría perfectamente influenciar
en futuras elecciones.
Eso solo nos viene a reafirmar
la tremenda división que se esta viviendo en este pedacito de tierra que
llamamos Panamá.
He visto comentarios en redes
sociales que inclusive llegan a sugerir que para el año 2029, el exdiputado
Juan Diego Vásquez podría postularse para presidente de la república y, a pesar
de no contar con la edad requerida en la constitución nacional, la posible
prohibición podría perfectamente, demandarse y la Corte Suprema fallar
declarando constitucional la referida postulación.
Pero bueno, hoy estamos frente
a una realidad con 8 candidatos de diferentes partidos y alianzas, que buscan
disputarse el derecho a ocupar el solio presidencial por los próximos 5 años. De
estos hay 3 que son de libre postulación y a los cuales no les veo la mínima
opción de obtener el triunfo el próximo domingo 5 de mayo.
De los 5 siguientes, postulados
por partidos, hay uno que, a pesar de contar con la base partidista más grande,
ha perdido el apoyo de muchos de los dirigentes de su partido y principalmente
de sus bases, por lo que se considera que sus oportunidades de triunfar son
casi nulas.
El que le sigue, inició la
carrera con mucha fortaleza, pero por sus relaciones comerciales y
empresariales, así como por algunas infortunadas declaraciones en que se
refirió a los manifestantes que adversaban la mina, como que estaban hablando
paja, su pobre participación en los debates y el hecho de haber querido
utilizar la figura del prófugo convicto como su mentor en anuncios
publicitarios, ha ido perdiendo fuerza y por ende el apoyo popular que tanto se
necesita. Irónicamente su fortaleza esta localizada en ciertas regiones donde
han apoyado a algunos candidatos de dudosa trayectoria y estos a su vez han
intentado promover la candidatura del candidato a presidente.
El siguiente, según el orden de
las encuestas mas recientes, es uno que, durante toda la campaña, se mostró
agresivo, descalificando a todos los demás, promoviendo agrandar las divisiones
sociales que estamos viviendo; ha tenido diferencias inclusive con personas con
quienes había trabajado desde que trató, infructuosamente de llegar al Palacio
de las Garzas por la libre postulación. Éste ha venido recibiendo el apoyo de personas
de un grupo social bastante focalizado, pudientes y de esos que, junto a él,
aplauden la división social, y que están convencidos que, solo los que están
con ellos son buenos y decentes. Esto y el hecho que ha presentado pocas
propuestas y, siguiendo un patrón como preestablecido, no ha sabido reconocer
sus equivocaciones y que trata de defender lo indefendible, lo han llevado a ir
perdiendo el apoyo, principalmente de las clases media y baja.
Le sigue en el orden
mencionado, el candidato que, si bien salió de las entrañas del partido
mayoritario, se vio forzado a no solo alejarse, sino a desconectarse totalmente
del partido que fuera fundado por su padre. Fue postulado por un partido aliado,
quizás de los mas pequeños y ha recibido el apoyo de movimientos, grupos organizados,
movimientos sindicales, profesionales y principalmente de grupos juveniles, que
ven en él a la única persona que puede recuperar al país, del descalabro donde
nos han sumido los actuales dirigentes de la nación.
Culmino el análisis con quien supuestamente
lidera las encuestas que, si bien es cierto, no es el convicto prófugo de la
justicia, su popularidad la ha basado en el apellido del sinvergüenza y no en
el suyo. O sea, su identidad y sueños de ganar, estarían sujetos a que se identifique
con un criminal corrupto, que le ha hecho mucho daño a este país.
Se quien gobernaría, pero no me extrañaría que
invite a sumarse a su gabinete a los mismos sinvergüenzas que han acompañado al
maleante. O podría distanciarse de ellos y enemistarse con el dueño de la
finca, negociar el salvoconducto para sacarlo del país y vivir en una
confrontación innecesaria con hasta su propia bancada que no respondería a él
sino al asilado.
En realidad, no me quisiera
imaginar regresar a vivir en la zozobra e incertidumbre que vivimos unos años
atrás. Donde no habrá el dinero que se requiere para poder cumplir la promesa
de regalar lo que no es de ellos, pues este gobierno que sale no dejará los
millones que recibieron en 2009.
Panameños: Esto va mas allá que
un simple análisis de carácter político. Es un llamado a la conciencia
nacional. Es una llamado a emitir un voto pensado, que nos lleve a elegir al
mas capacitado y con experiencia y no al que apoya y ayudaría (nadie sabe cómo)
al que tanto daño causó a la institucionalización de nuestra querida patria,
cuyas consecuencias seguimos pagando todos los días.
Para concluir, los exhorto a
que seamos responsables y amemos a nuestros hijos y nietos. Por ellos, llegó el
momento de tomar las riendas de nuestro destino como nación. Llegó el momento
de llegar a ese Panamá Posible que tanto anhelamos.
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