Las últimas semanas han sido semanas que, debo confesar, me siento un tanto decepcionado. No importa desde o hacia donde se vea, hay falta de valores. Yo soy un optimista y siempre trato de ver el lado bueno de las cosas, pero el entorno en el que vivo me sigue empujando a dejar de ver la luz al final del camino.
A veces siento como que el mundo conspira contra la gente
buena; aquellos que queremos ver un mejor país. Se tiene esa sensación de estar
montado en un autobús del cual nos queremos bajar, pero entre la velocidad con
la que maneja el chofer y la cantidad de gente subiendo, pareciera que no hay
oportunidad de bajarse. Y peor aún, si lograra bajarme, ¿hacia dónde iría?
De solo pensarlo, termino agotado y frustrado, pues hay
quienes hemos venido abogando por un país mas decente, donde se permita
desempeñarme en la labor que así haya escogido y podamos escoger con quien
hacerla; no como pasaba en la época de la dictadura con los militares, o más
reciente de un expresidente, que, si no eras su socio, no sólo no te daban el
permiso para desarrollar tu negocio, sino que te robaban la idea y te dejaban
por fuera.
Yo no necesito que nadie me ponga dinero en mi bolsillo. ¿Por
qué? Porque prefiero ganármelo de manera honrada y como dice la Biblia “con el
sudor de tu frente”, en este caso con el de mi frente. Tal cual como me lo
enseñaron mis procreadores, humildes educadores de Calle 13 y Calle 14 San
Felipe, que estaban convencidos que en la educación está el futuro y así se lo
enseñaron a sus hijos y Yo a las mías.
Muchos critican a quienes cada 5 años, no necesariamente eligen
a los mejores, para los puestos de quienes están supuestos a dirigir esta
nación, que a muchos ha visto nacer y a otros los ha acogido, cuando en sus
naciones abusaron de la confianza que se les había concedido a sus dirigentes;
ojo, que las migraciones no empezaron hace 10 años, sino mucho tiempo más
atrás.
Los mismos que critican, no hacen nada por mejorar el
intelecto de a quienes critican, pues a muchos les conviene mantenerlos sin
educación y otros, están muy ocupados tratando ya de sea sobrevivir o
enriquecerse. Y con esto no estoy planteando una lucha de clases, como los
politiqueros acostumbran a hacer para pescar en río revuelto, sino que estoy
apelando a la conciencia de todos y cada uno de quienes queremos volver a ver a
un Panamá próspero, beligerante en la esfera mundial, educado y con ganas de
servir al prójimo.
No es con leyes como la que fuera aprobada recientemente por
nuestra Asamblea Nacional, donde se eliminan los valores cívicos como se va a
salvar a este país. Es que estos son los valores que deberíamos rescatar,
fortalecer y exhortar a practicar cada día en nuestro diario vivir. Por el
contrario, es recurriendo a las aulas de las escuelas donde deberíamos tener
educadores con mayor capacitación, para que puedan inculcarle, en la práctica
aquellos valores, los cuales se inician en casa, pero que deben reforzarse en
la vida cotidiana, fuera de esa casa.
No es con engaños, insultos, agresiones, persecuciones y
acusaciones como se va a poder rescatar a Panamá. Tenemos una posibilidad de
formular nuestra propia receta, donde se rescate la institucionalización de
todos los poderes del estado y consecuentemente del país, la cual tiene ya un
buen rato siendo mancillada a diestra y siniestra por quienes deberían estar
trabajando por el engrandecimiento del país.
Todos tenemos algo que aportar. TODOS. Pero no es viendo para
el otro lado, o confiando nuestra responsabilidad a un “líder salvador” o
mesías que vendrá con una varita mágica a rescatar a la nación de las fauces de
la izquierda o de la derecha o a través de un líder que promueva el populismo;
esto les ha sucedido a varios de nuestros vecinos y hoy, por ejemplo, tiene a
Colombia en la encrucijada de decidir entre candidatos que se asemejan hasta
cierto punto a un Richard Morales y a Ricardo Martinelli.
Aún tenemos tiempo de invertir en educar a nuestra gente. Que
sepan como funciona el gobierno, la estructura política del área donde reside o
trabaja y la calidad de persona que deben ser los candidatos y eventualmente
los elegidos.
Aún tenemos tiempo de demostrar el amor que sentimos por
nuestra querida Panamá y enseñarle al mundo que, si queremos, podemos. Que
somos esa amalgama de personas que juntos construimos un canal y luego lo
recuperamos; que juntos vitoreamos a Durán y cantamos Patria de Rubén con un corazón
henchido en orgullo patrio. Que la sangre de nuestras venas no es de un solo
color, pues corre esa combinación de blanco, azul y rojo, que nos dio el coraje
de librarnos de esa dictadura que tanto daño nos hizo, así como de las cadenas
que nos castigaron antes.
No permitamos que la política nos divida. Demostremos que
quedamos muchos de los buenos y que esos podemos más. Juntemos manos, corazones
y deseos para rescatar a Panamá de las garras de los que hoy usurpan las
voluntades clientelistas, que ningún bien le hace a ese pedacito de tierra que
sigue uniendo el Pacífico y el Atlántico y que con mucho orgullo llamamos
Panamá.
No hay comentarios:
Publicar un comentario