Recientemente tuve la oportunidad de vacunarme en el Colegio Belisario Porras; el proceso fue tan sincronizado, atento y efectivo, que me da una bocanada de esperanza que los panameños podemos si lo queremos. Una atención de 1er mundo, con el cariño y la candidez típica de nuestros paisanos.
Una primera muestra fue nuestro comportamiento
durante la Jornada Mundial de la Juventud, realizada en nuestro país hace un
par de años, donde todos los que vivimos en Panamá, salvo alguna excepción
aislada, mostramos nuestras mejores caras y comportamientos, que me hicieron
pensar que la urbanidad de Carreño había pasado por nuestras aulas.
La pandemia de Covid-19, por su parte ha sacado
a asolear, lo peor de nuestro comportamiento, del vocabulario y de nuestros
valores. Solo debemos recordar hace un año cuando se anunciaron los primeros
casos, una significativa cantidad de personas corrieron a adquirir papel
higiénico; a la fecha aún no se sabe que harían con el mismo, pues el Covid
afecta los pulmones no el estómago. No les importó si con su exagerada compra,
dejaban sin ese vital “recurso” a cientos detrás de ellos.
Hizo que personas que se habían distinguido por
su entrega y compromiso cayeran en la tentación de salirse del camino correcto
para practicar un “juega vivo”, que infortunadamente se ha encarnizado en lo más
hondo de nuestra idiosincrasia, agravado ahora con un “mientras no me cojan,
está bien”. Evidentemente, esto va ligado a una serie de desaciertos que vienen
cometiendo algunas de nuestras autoridades, electas y no electas, cuando, cual
equinos de carrera, solo saben ver en una sola dirección, sin detenerse a
evaluar en las consecuencias de sus acciones.
Todo se suma para abonar a una falta de
comunicación o peor aún, una comunicación tan defectuosa que el nuevo chiste es
“cuando saldrá la aclaración de lo aclarado antes de lo dicho”,
popularizándose, más aún las llamadas “bolas mediáticas” y las noticias “fake”
que nacen y se distribuyen en las redes sociales y los malos ciudadanos que las
ayudan a popularizarse.
Pecamos de la maldita generalización en todo
sentido, lo cual deteriora imágenes, reputaciones y enloda la trayectoria de
mucha gente buena y que aún practica los más altos valores cívicos éticos y
morales, por los que muchos en Panamá hemos trabajado y luchado por décadas.
Es importante que todos hagamos un alto,
pidamos “parada” y empecemos a caminar por un rato, para “tomar un poquito de
aire”, pensar qué queremos y hacia dónde queremos ir. No podemos seguir en esta
carrera desenfrenada, donde algunas autoridades del gobierno pretenden gobernar
a través del miedo, algunos agentes del orden público están convencidos que son
la autoridad competente y abusan de un privilegio que no tienen; pareciera que
las autoridades judiciales siguen, por un lado durmiendo el sueño eterno en
algunos fallos y por el otro fallando alejados de lo que dice la ley y lo que
anhelan sus conciudadanos. A veces prefiero ni meterme en lo que algunos
denominan “la cueva” o “nido de víboras” y tantos otros “apodos” que les han
puesto. Los supuestos legisladores, pareciera que emiten leyes para su propio
beneficio o para beneficiar a quienes los ayudaron a financiar sus campañas.
Exhorto a todos a detenernos, reflexionar e
iniciar una nueva forma de vida, antes que el país se nos quiebre y, como la
cuña que promueve el regreso seguro a clase, se nos venga encima.
Artículo aparecido originalmente en el Diario La Prensa. Marzo 16, 2021
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