domingo, 23 de agosto de 2020

¡ABRAMOS LOS OJOS!

 Hace más de un mes escribí un artículo donde, por un lado, me manifestaba preocupado por cómo se estaban manejando el tema de la pandemia que nos agobia y por el otro aportaba un par de ideas desde mi experiencia en el área de comunicaciones y en la de organización de actividades, imagen y manejo de instituciones.

Hablaba de temas que para mi eran lógicos y de puro sentido común; en ese momento varios amigos y conocidos me criticaron pues no estaban de acuerdo con mis ideas y propuestas y preferían basarse en los informes presentados por las autoridades de salud, que han oscilado desde la proyección del miedo, el regaño a infantes desobedientes, amenazas inconstitucionales hasta la justificación de los derechos inherentes a nuestro estatus de ciudadanos en una nación democrática.

Hoy varios de esos amigos y no tan amigos, ven el panorama desde otra perspectiva. Lo irónico es que nuestras autoridades siguen, tal caballos de carrera, mirando en una sola dirección, cómodos en oficinas con aire acondicionado, cobrando cada quincena, sin aceptar errores y por ende sin enmendar sus propias resoluciones y decretos que son tan ininteligibles como fue el libro de Baldor con el que todos estudiábamos en algún momento.

Lo que más me llama la atención es que hay muchas personas que se quedaron en la temporada del miedo y siguen repitiendo que la única forma de combatir el virus que nos aqueja es el guardarnos en la casa. Varios expertos a nivel mundial ya han aclarado que esa medida pudo haber sido muy útil a inicios de la lucha contra el Covid-19, mas no es funcional ahora mismo, pues no ofrece resultados para lograr el necesario balance entre la crisis de salud y la crisis económica, que viene de la mano a la crisis social.

Panamá se venía distinguiendo por ser uno de los países mas desiguales en el mundo. Esta pandemia ha logrado que esta desigualdad le brinque en la cara a algunos, infortunadamente, desde mi perspectiva, no tato así a quienes pudieran tener la responsabilidad, el poder y el deber de iniciar la solución para esa desigualdad.

El Covid-19 también desnudó lo que muchos venimos comentando hace años: Educación, Educación, Educación…. (si, todas en mayúsculas, con el permiso del Prof. Candanedo). Tenemos un sistema de educación anacrónico, con un presupuesto multimillonario, pero que sirve más para arreglar escuelas que no se cuidan y para pagar salarios que en algunas ocasiones no son merecidos.

Este virus, hizo que la poca eficiencia del capitalismo despiadado quedara al descubierto y que quienes predican un socialismo “a su propia conveniencia” no pudieran decir ni “esta boca es mía”. Es mas perdieron casi totalmente su poder de convocatoria.

Los gobiernos del mundo debieron aprender (bueno varios de ellos) que la corrupción no es buena compañía y que la falta de transparencia no es la mejor almohada. Me da la impresión que en algunos países, como el nuestro, el clientelismo político exacerbado cobró su cuota, pues la ineficiencia e incapacidad de algunos mandos superiores y medios, ha quedado tan en evidencia que hasta dan “pena de patria”.

Y, aun así, como los muñecos “porfiados” Panamá regresa a que le den mas. Los ciudadanos nos dividimos entre los que estamos preocupados porque se nos están violando los derechos individuales y colectivos, elevamos nuestra voz por vía de redes sociales y escritos como este e inclusive, con demandas de inconstitucionalidad y amparo de garantías, que pareciera que hay quienes prefieren que duerman el sueño eterno en el máximo organismo judicial del país.

Otros, aplauden rabiosamente y, como si fueran súbditos de un imperio, defienden cuanta ilegalidad es proclamada, en vía de la práctica de un autoritarismo ridículo en cualquier democracia que se aprecie.

A finales de los años 80, el pueblo unido, se lanzó a la calle invocando “Justicia, Democracia y Libertad”. Evidentemente no estamos en las mismas condiciones que durante la dictadura militar que tantos sufrimos en carne propia. Pero si no abrimos los ojos, los oídos y la boca, estaremos abanicando la instauración de un gobierno donde las opiniones de los ciudadanos no son escuchadas y mucho menos atendidas.

Donde algunos de los gobernantes piensan que se puede seguir gobernando a través de la intimidación y el oscurantismo, alejándonos cada día mas de la falta de transparencia y apoyados en la terrible corrupción.

Es hora de defender esos derechos por lo que luchamos contra esa cruel dictadura que tanta sangre y dolor provocó a todos en Panamá. Es hora de abrir la boca y de manera responsable, luchar por nuestros derechos. Que nunca mas un ministro nos regañe o amenace como si fuéramos chiquillos de 1er grado en franca violación a preceptos constitucionales que deberían ser velados y defendidos por el Órgano Judicial. Para eso es la armónica colaboración y ese balance que debe darse entre órganos del que tanto se habla.

Amigos, sigamos vigilantes, el país, nuestros hijos y nuestros nietos se merecen un mejor futuro, con valores cívicos, éticos y morales, con una educación de clase mundial y con un sistema de salud cónsono con la clase de vida que nos merecemos.

Amemos este terruño que nos vio nacer o que nos acogió y donde queremos que verdaderamente el “Beneficio sea para todo el mundo”.

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