Día de la Patria. Todo es
contento y
alegría. Hasta el mismo sol,
desde el balcón de
Dios, ríe a carcajadas:
carcajadas de luz.
Así inicia el poeta panameño
Guillermo McKay su “Supremo Anhelo” donde retrataba el diálogo entre un
patriota que había luchado por nuestra independencia en 1903.
Quiero pensar que se inspiró
en su padre Don Oscar M. McKay quien, en su calidad de concejal, firmante del
Acta de 1903, le había tocado inclusive esconderse durante los días previos al
pronunciamiento de independencia y su posterior reafirmación popular en Cabildo
Abierto, ante las posibles persecuciones y retaliaciones por parte del gobierno
de Colombia.
Lo que se percibe del poema
es ese amor que el patriota en lecho de muerte tiene por la tierra que lo vio
nacer y por sobre todo su bandera, cuando le pide a su madre…
Si
es cierto que me quieres tanto, tanto,
júrame
por tu Dios glorioso y santo,
madrecita
mía, que cuando muera
envolverás
mi cuerpo en la bandera!
Este es el tipo de ciudadano
que se ha ido perdiendo con el tiempo. Hemos sacrificado nuestro nacionalismo
por elementos banales que ni nos representan, ni ofrecen valor alguno a nuestra
nacionalidad, que tanto nos costó obtener.
Hoy nos toca vivir en una
sociedad que prefiere bajar la cabeza a quien se cruza en la calle o en un
elevador, antes de desearles unos buenos días. O el que solicita un favor como
quien da una orden. En donde no se respeta el valor del ser humano, si no viene
calificado gracias a la marca de un automóvil, un celular o de un animalito en
la tetilla de una camisa.
Muchos dicen que se han
perdido los valores, pero ¿hacen algo ponerlos en práctica ellos mismos? ¿Se
toman el trabajo de enseñarle a sus hijos el valor de solicitar algo con un por
favor? o, ¿dan las gracias cuando reciben algo?
Aprovechemos el mes de la
patria, para conversar con nuestros descendientes sobre el significado de
nuestra bandera, el valor del escudo nacional y resaltar la belleza de nuestra
flor nacional, la flor del Espíritu Santo.
Pero los valores van mucho
más allá que solo el promover un nacionalismo de conveniencia, que no debe
confundirse con un “patriotismo de los bobos”. La lista de valores también
incluye cosas tan esenciales como la honestidad, la puntualidad, la ética, la
tolerancia, la lealtad y algo tan básico como debería ser el respeto.
Hoy 4 de noviembre se
celebraba el Día de la Bandera, cosa que luego cambió al día de los símbolos
patrios, ojalá a ningún diputado se le ocurra regresar y promover que se
reconozca uno solo de nuestros símbolos. Hoy es un día para repasar esas
enseñanzas que debimos haber recibido en las aulas de clase y complementarlas
con valores cívicos y morales que tanta falta nos hacen.
En educación y en esto
incluyo a los valores, se debe enseñar con el ejemplo. Ojalá pudiéramos
recuperar el uso de la Urbanidad del maestro Carreño y que las lecciones de
Cívica y las de Gobierno regresaran al currículo de nuestros estudiantes a todo
nivel.
Quizás por allí pudiéramos
iniciar la recuperación de una sociedad que anhela por el retorno de esos
valores que nos enseñaron nuestros padres y abuelos y los mas jóvenes a
conocerlos y ponerlos en práctica.
Necesitamos regresar a tener
una sociedad más justa, donde haya certeza del castigo, donde no prevalezca la
situación económica ni familiar de nadie por sobre cualquier otro y donde todos
nos enorgullezcamos de esa patria por la que tantos hemos luchado desde 1821,
cuando decidimos separarnos del Reino de España.
Panamá es de todos, no solo
de los políticos. Es una tierra de libertad y de oportunidades, de la cual
todos debemos sentirnos orgullosos de pertenecer.
Defendamos nuestra patria y
como dijo el poeta Gaspar Octavio Hernández…
¡Bandera
de la patria! Sube... sube
hasta
perderte en el azul... Y luego
de
flotar en la patria del querube;
de
flotar junto al velo de la nube,
si
ves que el Hado ciego
en
los istmeños puso cobardía,
desciende
al Istmo convertida en fuego
y
extingue con febril desasosiego
¡a
los que amaron tu esplendor un día!