miércoles, 20 de noviembre de 2024

POR UN MEJOR PANAMÁ

 


Día de la Patria. Todo es contento y

alegría. Hasta el mismo sol, desde el balcón de

Dios, ríe a carcajadas: carcajadas de luz.

Así inicia el poeta panameño Guillermo McKay su “Supremo Anhelo” donde retrataba el diálogo entre un patriota que había luchado por nuestra independencia en 1903.

Quiero pensar que se inspiró en su padre Don Oscar M. McKay quien, en su calidad de concejal, firmante del Acta de 1903, le había tocado inclusive esconderse durante los días previos al pronunciamiento de independencia y su posterior reafirmación popular en Cabildo Abierto, ante las posibles persecuciones y retaliaciones por parte del gobierno de Colombia.

Lo que se percibe del poema es ese amor que el patriota en lecho de muerte tiene por la tierra que lo vio nacer y por sobre todo su bandera, cuando le pide a su madre…

Si es cierto que me quieres tanto, tanto,

júrame por tu Dios glorioso y santo,

madrecita mía, que cuando muera

envolverás mi cuerpo en la bandera!

Este es el tipo de ciudadano que se ha ido perdiendo con el tiempo. Hemos sacrificado nuestro nacionalismo por elementos banales que ni nos representan, ni ofrecen valor alguno a nuestra nacionalidad, que tanto nos costó obtener.

Hoy nos toca vivir en una sociedad que prefiere bajar la cabeza a quien se cruza en la calle o en un elevador, antes de desearles unos buenos días. O el que solicita un favor como quien da una orden. En donde no se respeta el valor del ser humano, si no viene calificado gracias a la marca de un automóvil, un celular o de un animalito en la tetilla de una camisa.

Muchos dicen que se han perdido los valores, pero ¿hacen algo ponerlos en práctica ellos mismos? ¿Se toman el trabajo de enseñarle a sus hijos el valor de solicitar algo con un por favor? o, ¿dan las gracias cuando reciben algo?

Aprovechemos el mes de la patria, para conversar con nuestros descendientes sobre el significado de nuestra bandera, el valor del escudo nacional y resaltar la belleza de nuestra flor nacional, la flor del Espíritu Santo.

Pero los valores van mucho más allá que solo el promover un nacionalismo de conveniencia, que no debe confundirse con un “patriotismo de los bobos”. La lista de valores también incluye cosas tan esenciales como la honestidad, la puntualidad, la ética, la tolerancia, la lealtad y algo tan básico como debería ser el respeto.

Hoy 4 de noviembre se celebraba el Día de la Bandera, cosa que luego cambió al día de los símbolos patrios, ojalá a ningún diputado se le ocurra regresar y promover que se reconozca uno solo de nuestros símbolos. Hoy es un día para repasar esas enseñanzas que debimos haber recibido en las aulas de clase y complementarlas con valores cívicos y morales que tanta falta nos hacen.

En educación y en esto incluyo a los valores, se debe enseñar con el ejemplo. Ojalá pudiéramos recuperar el uso de la Urbanidad del maestro Carreño y que las lecciones de Cívica y las de Gobierno regresaran al currículo de nuestros estudiantes a todo nivel.

Quizás por allí pudiéramos iniciar la recuperación de una sociedad que anhela por el retorno de esos valores que nos enseñaron nuestros padres y abuelos y los mas jóvenes a conocerlos y ponerlos en práctica.

Necesitamos regresar a tener una sociedad más justa, donde haya certeza del castigo, donde no prevalezca la situación económica ni familiar de nadie por sobre cualquier otro y donde todos nos enorgullezcamos de esa patria por la que tantos hemos luchado desde 1821, cuando decidimos separarnos del Reino de España.

Panamá es de todos, no solo de los políticos. Es una tierra de libertad y de oportunidades, de la cual todos debemos sentirnos orgullosos de pertenecer.

Defendamos nuestra patria y como dijo el poeta Gaspar Octavio Hernández…

¡Bandera de la patria! Sube... sube

hasta perderte en el azul... Y luego

de flotar en la patria del querube;

de flotar junto al velo de la nube,

si ves que el Hado ciego

en los istmeños puso cobardía,

desciende al Istmo convertida en fuego

y extingue con febril desasosiego

¡a los que amaron tu esplendor un día!  

Y miramos para el otro lado…

 

Así como el religioso alemán Niemöller durante la 2a guerra mundial, que enunció:

Primero vinieron por los socialistas, y guardé silencio porque no era socialista.

Luego vinieron por los sindicalistas, y no hablé porque no era sindicalista.

Luego vinieron por los judíos, y no dije nada porque no era judío.

Luego vinieron por mí, y para entonces ya no quedaba nadie que hablara en mi nombre

en Panamá nos hemos acostumbrado a que, cuando nos damos cuenta que algo malo está pasando, preferimos mirar para el otro lado para no “meternos en problemas”, pero cuando regresamos a nuestra zona de confort, nos convertimos en expertos “opinólogos”, inclusive repitiendo las mismas imprecisiones que leen o escuchan en redes, aunque estén conscientes que pudieran ser falsas.

Esta es una mala costumbre que hemos venido practicando hace mucho tiempo y que nos hemos llegado a convencer que todos debemos crear y defender una republiquita.

Por ejemplo, sabíamos ha habido diputados que se han enriquecido desmedida e injustificadamente, pero decidimos mirar para otro lado.

Sabemos que hay quienes cobran sin acudir a laborar y preferimos mirar para el otro lado.

Sabíamos que había gobernantes que aspiraban a ser “los hombres mas ricos de Panamá” a costa del erario, pero preferimos mirar para el otro lado.

Estamos conscientes que había gobernantes que ganaban comisiones de las obras públicas, pero preferimos quedarnos callado y peor aún, mirar para el otro lado.

Sabemos que hay comerciantes o empresarios que explotan a sus colaboradores, pero preferimos mirar para el otro lado.

Vemos como hay “juegavivos” que se cuelan en las filas de pensionados en bancos y otros establecimientos u oficinas, pero preferimos mirar para el otro lado.

Sospechamos que había jurisconsultos que “vendían” fallos en perjuicio de las grandes mayorías, pero seguimos prefiriendo mirar para el otro lado.

Vemos cotidianamente a conductores que están convencidos que tienen más derechos que los demás, se pasan por encima de líneas viales que indican prohibición, para pasar por delante de quienes hacen la fila de manera ordenada, como sucede a diario en la esquina de Niko´s Café sobre la Vía Israel, por poner solo un ejemplo, pero preferimos mirar para el otro lado.

Nos topamos con personas que están convencidas que, no están para ofrecer un servicio a quienes les toca atender en restaurantes, almacenes u oficinas públicas, sino que están convencidos que le hacen un favor a quienes indirectamente, pagan su salario. Pero seguimos mirando para el otro lado.

Nos disgustamos cuando un oficial de policía nos ofrece “resolver” antes de imponer una multa, que sabemos que nos merecemos, pero antes de pasar por el suplicio que el protestar por eso acarrea, preferimos caer en las malas prácticas y mirar para el otro lado.

Es ilegal que una persona se ponga un chaleco color naranja o verde y con un palo en la mano te exija pagarle una suma elevada por “cuidar tu vehículo”, pero a pesar que sabemos que no está autorizado para hacerlo, miramos para el otro.

Sabemos que no existe razón justificada para que una medicina en Panamá cueste 3, 4 o hasta 10 veces lo que cuesta el mismo medicamento en países vecinos pero, aunque nos duela el bolsillo, preferimos mirar para otro lado.

Habrá quienes justifican su actitud permisiva y excesivamente tolerante, al hecho que somos “una sociedad pequeña” y todos somos familia, por ende, nos hemos acostumbrado en que nos molesta la corrupción mientras no nos incluyan en los negocios.

Apenas nos tiran el hueso que quedó luego que se comieron la carne, nos vestimos de carnaval y bailamos en una alegre comparsa. En ese momento decidimos mirar para el otro lado.

Del otro lado, hay organizaciones, como el capítulo de Panamá de Transparencia Internacional, Espacio Cívico, La Comisión Nacional Pro Valores Cívicos y Morales y otras más, que llevan mucho tiempo denunciando lo mal habido, las patrañas para ganarse contratos, la sinvergüenzura, los juega vivo y toda la falta de valores que sabemos que existe. Pero, en vez de sumarnos a ellos, es preferible criticarlos o no ayudarlos, o mejor aún, mirar para otro lado y que “siga el fiesto”.

Ser ciudadanos implica no solo salir a votar cada 5 años. La democracia requiere de personas que quieran a su país. Que escojan denunciar lo que hay que denunciar y no seguir siendo parte de la corrupción que nos tiene empobrecidos y rodeados de una miasma que cada día se dificulta más en erradicar.

Dejemos de mirar para el otro lado para que después no nos tengamos que lamentar, como hoy lo hacen otros países vecinos de nuestro continente.

sábado, 26 de octubre de 2024

Una ciudad de conos

 En varios artículos anteriores, he comentado que a veces siento que vivimos en una anarquía, casi imposible de superar. Luego llego a mi casa y me doy cuenta que, en gran parte, para develar a los culpables de que tengamos las ciudades que tenemos, tendríamos que pararnos frente a un espejo colocado en cualquier lugar de, por ejemplo la ciudad capital de Panamá o en otras ciudades, muchos concordarán con esta forma de pensar.

No quiero ser negativo, pero hagamos un análisis de lo que diariamente vemos en las calles de esta metrópoli, a quienes muchos vemos como una gran ciudad, otros la ven como con ganas de mudarse para acá, otros como la telaraña a la que tengo que entrar y salir todos los días, otros como la gran oportunidad de ganarme una platita para mantener a mi familia y otros como la forma de amasar una fortuna mayor de la que ya tienen.

Todos, repito, todos tienen razón, pues nuestra ciudad es como un “porfiao”, esos muñecos inflables a los cuales tu le pegas y no importa que tan duro le des, el siempre regresa. Esta es una ciudad, multicultural, que al igual que otras grandes capitales en el mundo se creó, creció y se engrandeció gracias al aporte de propios y extraños. Todos los que hoy la vivimos o nuestros antepasados, emigraron de algún lugar del mundo.

Pero esta gran amalgama de gente que hoy llamamos Panamá, ante el desorden, la falta de acción, la no certeza del castigo y del “mientras no me cojan es legal”, han hecho de las leyes municipales y nacionales, un pasquín de antaño, como los de Archie o Hermelinda Linda.

Hace algunas semanas se anunció que se eliminarían los mal llamados “bien cuidaos” del Casco Antiguo y de varios otros lugares donde florecen cual maleza y nos preguntamos: ¿se acabaron o siguen ahí todavía, extorsionando y amenazando a cuanto conductor se ve en la necesidad de un estacionamiento, de los que no hay suficientes en esas áreas?

Hemos sido varios que hemos denunciado hechos donde ya sea supermercados, restaurantes de comida rápida o escuelas, no cuentan con espacio suficiente espacio para que sus clientes entren y salgan y estos conductores de manera irresponsable, “bloquean” las calles mientras entran o mientras esperan a que sus hijos entren o salgan de las escuelas. ¿Han visto alguna vez a un agente de la policía haciendo cumplirla ley?

De igual manera hay quienes han tratado de ayudar avisándole al municipio y a la policía cuando las construcciones de nuevos edificios literalmente bloquean las calles para que los camiones despachadores de concreto, entreguen este producto para los “nuevos vecinos” del barrio. Lo mas interesante es que dentro del perímetro de estas construcciones están estacionados los vehículos de ingenieros y de los propios obreros, despachadores de otros materiales y hasta de uno que otro agente de la autoridad del tránsito que esta muy ocupado viendo su celular, mientras el desmadre esta frente a sus ojos, pero ¿alguna vez han escuchado que les han puesto alguna multa ejemplar?

Y ¿qué decir de los despachadores de bebidas gaseosas, gas en tanque y cuanta cosa toque despachar a tiendas de abarrotes y similares? En varios de estos casos, los policías hasta los acompañan para violentar el mismo reglamento de tránsito que deberían hacer cumplir.

De igual manera los dueños de locales en áreas muy visitadas, donde estos se han apropiado de no solo las aceras sino de las calles frente a sus respectivos locales. Por regla general esto viene acompañado de “asistentes” que recolectan un “salve” por cuidarle el espacio a los dueños de estos establecimientos comerciales. ¿Alguna vez han visto a algún policía defender los derechos de la mayoría de los ciudadanos?

Lo más interesante de casi todos los casos mencionados y en varios otros que se quedan por mencionar, es el uso de los muy populares conos color naranja, que en diferentes dimensiones utilizan los “dueños de las vías” involucrados.

Estos parecieran ser la nueva patente de corso, de la cual se han adueñado algunos en perjuicio de la mayoría. Considero que hay que cumplir y hacer cumplir las leyes, ya sea locales o nacionales. Al principio nos costará acostumbrarnos, pero al final estoy seguro que nadie quiere vivir entre conos, ¿verdad?


Publicado originalmente el miércoles 25 de octubre en el Diario La Estrella de Panamá

Cuando por allá truena, por acá nos inundamos...

 El próximo 5 de noviembre, se celebrarán unas elecciones que muchos han considerado como inéditas en los Estados Unidos de América. Algunos sentirán que esta contienda electoral no los afecta y puede que tengan razón, sin embargo, hay un número significativo de personas que sienten, cada uno por razones diferentes, que el resultado puede incidir en el futuro del mundo.

 Como docencia y de una manera muy breve, pues siento que son muy pocos los que no saben quienes son los candidatos, paso a compartir información general de ambos y quizás algo más importante todavía, cómo funciona el sistema electoral estadounidense, pues funciona bastante diferente a lo que conocemos.

El partido republicano ha postulado al expresidente Donald Trump, un empresario estadounidense, hijo de un estadounidense de padres alemanes y de una inmigrante escocesa, que se desenvuelve en el mundo inmobiliario y empresarial y que fungió como el 45° presidente de estados Unidos de América entre el 2017 y el 2021. Se ha casado 3 veces y es padre de 5 hijos.

El partido demócrata ha postulado a Kamala Harris, una abogada estadounidense, hija de padre de origen jamaicano y de una madre de origen indio. Casada con su actual esposo y tiene dos hijastras. Es la actual vicepresidenta de Estados Unidos y ha fungido como fiscal general de la Ciudad de San Francisco y luego electa fiscal general del estado de California; fue electa como senadora por California al Senado de Estados Unidos y luego se convirtió en la vicepresidenta de Estados Unidos bajo la presidencia del actual presidente Biden.

El sistema electoral de Estados Unidos difiere radicalmente a lo que estamos acostumbrados en la mayoría de los países de América Latina, pues esta es una nación “federada”, cuyos padres crearon un sistema que debía servir para que la voz de todos fuera escuchada y valorada. En este sentido, en todas las elecciones presidenciales, hay dos resultados, la del voto popular y la del voto por colegio electoral.

El voto popular, consiste en cuantos votos consigue cada candidato, pero no es el determinante para saber quien “ganó” las elecciones o, dicho de otra forma, un candidato puede ser el más votado en la contienda, mas no resultar ser electo como presidente. El mas reciente ejemplo fue precisamente cuando la candidata demócrata Hillary Clinton ganó el voto popular, mas no por colegio electoral y así Donald Trump resultó ser electo presidente.

El voto “calificado” es lo que se conoce como de elección indirecta, proporcional a la población; cada estado tiene una cantidad específica de votos posibles, que se traducen en delegados a una convención donde es finalmente electo y proclamado quien habitará en la Casa Blanca por los próximos 4 años.

Así las cosas, faltando escasos 20 días para que millones de personas salgan a votar, el país sigue dividido casi a la mitad. Las encuestas (que al igual que acá, dependen de quien las paga) nos dicen que hay un virtual empate, así unas dan por ganador al expresidente y otras a la actual vicepresidenta. Desde mi perspectiva, todo dependerá de quien “saca” a sus seguidores a votar.

Todo parece indicar que las mujeres y los afroamericanos, se inclinan un poco hacia la candidata demócrata, mientras que los hombres “wasp”, los latinos y los más religiosos, se inclinan hacia el candidato republicano. La juventud, en tanto, está bastante dividida. He escuchado a líderes del mundo de los negocios expresar su apoyo a Trump, mientras varios de quienes lo acompañaron en su gestión anterior, han advertido del peligro que representaría volverlo a tener en la silla presidencial.

Como decía un gran escritor latinoamericano, en las elecciones de Estados Unidos, nos deberían dejar votar a todos, pues el resultado nos afecta a todos. La realidad es que la economía será uno de los determinantes del resultado final. La inflación producida por la impresión de papel moneda durante la pandemia, iniciada por Trump y que se multiplicara en la presidencia de Biden, ha producido una inflación que aún no se ha controlado. Sin embargo, el desempleo sigue en franco receso y los mercados estadounidenses han venido marcando un crecimiento sustancial durante el último período.

No creo que nadie tenga la bola de cristal para predecir una elección que pudiera tener resultados impredecibles, pues si volviera a perder Trump, podría repetirse el incidente del “6 de enero” cuando este sugirió lo que se ha considerado un atentado contra la democracia.

En este momento, veo a una Harris obteniendo una victoria, ajustada pero lo suficiente cómoda para poder gobernar sin mayores sobresaltos. Es obvio que aún no podemos entrar a analizar como quedará el balance de poder que emana del Congreso, pero eso lo dejamos para otro artículo.

El resultado de esta elección pudiera tener grandes impactos en nuestro continente, pues como dice el dicho “cuando por allá truena, acá nos inundamos”.


Publicado originalmente el martes 22 de octubre en el Diario La Prensa

Con permiso, por favor

Hace mucho tiempo, se decía que una de las cosas por la cual se distinguía Panamá era su amabilidad y cortesía. Hace un poco menos tiempo, muchos nos sentimos agradados por un comercial donde se presentaba a un agente de tránsito, que si mal no recuerdo se le conocía como “muñeco” por su, no solo agilidad y eficiencia con la que dirigía el tránsito en la intersección de la Vía Transístmica con la Pedro J. Sosa, sino con el agrado con lo que lo hacía.

Mas recientemente, nuestro Rubén Blades, con una excelente campaña publicitaria sobre Panamá, donde se veía a turistas esposados a puertas de hoteles, por ejemplo, trató de venderle al mundo que, si venían a Panamá, “las sonrisas eran gratis” y se destacaban supuestas personas que atendían en los sitios que por regla general vistan o donde se hospedan los turistas.

La realidad es que con el pasar del tiempo, el servicio se ha venido deteriorando y hoy, muchos turistas se quejan del mal trato que reciben en Panamá. Esta queja, no solo es de los turistas, sino de quienes residimos aquí también.

Pero como a mi no me gusta quejarme y dejarlo sólo en una queja más, siento que debemos, primero analizar como debemos revertir esta mala costumbre. Si lo analizamos fríamente, podríamos achacar esta mala actitud a varios elementos, pero les garantizo que al final la gran mayoría tendrían una misma génesis, la mala educación. Y con educación no solo me refiero a aprender a sumar y restar, o el nombre del descubridor de nuestro país. Educación debería ir mas allá. Si, ya se que me estoy metiendo en un saco totalmente diferente, pero dejo ese pereque para otro artículo, ¿ok?

Por ahora me ciño al sentido del artículo. Educación es también enseñar valores; si esa palabra “aburrida” que nos enseñaban nuestros educadores de hace algunos años atrás, de la mano del señor Carreño. (si no saben quién fue Carreño, se los dejo de tarea y como un buen punto para iniciar).

Quienes vivimos en esta tierra bendecida por Dios, deberíamos sentirnos cómodos en desearle unos buenos días o tardes a quienes nos encontremos en la calle, elevadores y demás, sin tener que bajar la cabeza para no devolver el saludo. Esta actitud nunca le he podido atender.

No es posible que la actitud de quienes atienden al público en un restaurante sea la de “estoy aquí porque necesito la plata” en lugar de recibir a los clientes con una sonrisa, darles la bienvenida y resaltar alguna de las cosas buenas que están por descubrir ya sea en un menú o en el pasillo de una tienda.

Pero para lograr esto, los dueños de los establecimientos y oficinas deben invertir en “culturizar” a estos colaboradores, que al final de cuenta son quienes los representan a ustedes. ¿Es ésa la cara que desean presentarles a quienes los visitan?  No creo que todo debe ser el dinero que se pueden ganar en una tarde o noche.

Pero la amabilidad no debe detenerse ahí. Quienes conducen autobuses y taxis, también deberían recibir esa capacitación de atención al cliente a la cual me refiero. No solo los de turismo, sino los que a diario le brindan ese servicio esencial a un grupo de usuarios, que no necesariamente les entretiene demorar 2 o 3 horas llegar desde sus casas a sus lugares de trabajo.

Pero también a quienes conducen sus propios vehículos así como los mal llamados “deliveries”. Uff, pero aquí entramos a otro capítulo de la historia. Solo tocaré este punto muy por encima. Aquí debemos resaltar, por ahora, que se tiene que acabar el mal llamado “juega vivo”, que no es mas que la sinvergüenzura de pensar que por ser conductor de taxi o tener un auto de lujo, tienen mas derecho que el resto de los mortales que también tienen la obligación de salir montados en un vehículo.

Si somos más estrictos en los exámenes de manejo, hacemos la fila que debemos hacer, cedemos el paso a quienes no se sienten seres superiores y conducimos de manera cortés, tendremos una mejor ciudad y un mejor país.

En su momento sentía que habíamos aprendido esta cortesía de los hermanos extranjeros que llegaron a nuestro país buscando una mejor calidad de vida y, esto sucedió por un espacio muy corto de tiempo. Lo malo que ellos terminaron aprendiendo de nuestras marrumancias, en lugar de haber sido al revés.

¿Qué tal si volvemos a empezar? ¿Qué tal si le damos una nueva oportunidad a nuestro querido Rubén y demostramos que en Panamá podemos sonreír y ser amables, sin dejar a un lado esa esencia que nos hace únicos? Yo estoy seguro que si podemos. Invirtamos en cortesía, invirtamos en amabilidad. Invirtamos en educación. Invirtamos en Panamá.

 

Publicado originalmente en el Diario La Prensa

Con la "viga" en el ojo

 

En Panamá, así como en gran parte del continente, sobran expertos, o sea hay “todólogos”. Esto sería muy positivo, en caso en que efectivamente supieran de algo, pero en realidad lo que hay es una excesiva cantidad de “opinólogos”.

Esto es así desde hace algún tiempo, aunque empeoró durante la pandemia, donde cualquier imbécil hace un vídeo o un audio, donde según “la University of Water Planes” en Australia, se han hecho estudios donde encontraron que los cachos elefantes son fuente de vitamina D56. Y que, si toma esta “vitamina”, podrá tener las mejores erecciones de su historia.

Pero resulta que no existe esa universidad, ni Australia, ni en ningún lugar del mundo y que, si bien existen las vitamina D5 y B6, pero nada que suene a D56. Increíblemente, hay algunas personas en sus grupos de WhatsApp, no solo aseverarán que se graduaron de esa “prestigiosa universidad” sino que tienen años probando la famosa vitamina y que es  buenísima.

Igual encontrarán expertos en todos los deportes, (aunque nunca hayan practicado alguno), en inversiones (pero viven del día a día), en música (pero no saben reconocer la diferencia entre Maluma y Vivaldi), pero lo importante es que emiten su opinión de manera que impresionan a cualquiera.

Triste situación, pues los que escuchan no se toman el trabajo de investigar ni siquiera a la señora Google, que todo lo sabe. Y peor aún, van corriendo a otros grupos de WhatsApp a tratar de impresionar a alguna otra cándida persona que tampoco ha leído o escuchado del tema pero eso sí, puede desmentir a quien afirma la premisa inicial, aunque no tiene la menor idea de lo que habla, pues obviamente resulta muy fácil rebatir al generador de opiniones sin fundamento.

Así sucede en nuestra vida cotidiana y somos expertos basados en el “yo tengo un primo que” o “a la hija de mi vecina le pasó tal o cual cosa” perpetuando así la nueva ciencia de la “opiniología”. Así, recientemente ha sucedido con situaciones de gobierno, juegos olímpicos, la NFL, las elecciones en el mundo, los descubrimientos de nuevos elementos en el espacio, ingesta de licores y hasta de las vigas que recientemente caminaron fuera de un lote donde las tenían guardadas hace 14 años.

Así las cosas, la situación en Venezuela es tema de conversación en cuanta reunión participan, pero si les hablas de Caldera, piensan que les estás hablando de aquellos elementos que producen calor. Algunos te contarán que sus padres lucharon con Fidel en la Sierra Maestra y si te descuidas, los abuelos cabalgaron con San Martín o Bolívar.

Siento que la desinformación ha hecho que efectivamente “el tuerto sea rey en el país de los ciegos”. Vivimos en una sociedad donde rechazamos la opinión calificada, mesurada y estudiada de quienes, luego de haber estudiado y/o tenido la experiencia que el caso amerita, pueden emitir una opinión balanceada, informativa y sin apasionamientos sobre, por ejemplo, las elecciones de noviembre en Los Estados Unidos de América. Recordemos  que, “cuando allá se resfrían acá en nuestros países decimos salud”, pues las decisiones que se toman allá nos afectan a todo el continente.

También existen los que, sin fundamento, objetan cualquier opinión, calificada o no, sobre casi cualquier tema ya sea por desconocimiento o sencillamente por el arte maravilloso de llevar la contraria, aunque igualmente, no se hayan “educado” sobre el tema. Y muchos de estos vienen de otros países (por múltiples razones), sin experiencias, pero con una talla de “expertos opinólogos”.

En lo personal, disfruto el debate de altura, de aquel que aprendimos en el club cívico donde me enseñaron a expresarme sincera y claramente dentro de un tiempo medido y donde, si no tenía conocimiento me agarraban a “palo limpio”, pues allí había que estudiar y saber de lo que se hablaba o por lo menos íbamos con la mente abierta para escuchar y aprender.

De esto necesitamos mucho en Panamá. No es descalificar como arma de debate. Es debatir con altura, sin arrogancia y sin ínfulas de “sabelotodo”. Es aprender a hablar sin gritar y a callar con sabiduría. Es reconocer que podemos equivocarnos y que, aunque con quien debatamos esté equivocado, lo podamos corregir con respeto.

Reitero que, si vivimos y nos comportamos dentro del marco de los valores cívicos, éticos y morales, tendremos una mejor calidad de vida y perderemos mucho menos amigos. Dejemos de ver la paja en el ojo del vecino y empecemos a reconocer que tenemos una viga dentro del nuestro, literalmente.


Publicado originalmente en el Diario La Prensa

¡Que enredo de continente!

 

El libertador Simón Bolívar, entre estudios y batallas, podría ser considerado un ciudadano de América y del mundo, por decir lo menos. Por sus estudios en la Europa del siglo XIX y su influencia masónica, tenía una perspectiva global, envidiable para esa época, donde prevalecían las monarquías, imperios, colonias y esclavos.

Si bien es cierto el mundo ha cambiado en estos mas de 2 siglos, aún se mantienen varias de las ideas feudales que eran el pan de cada día de ese entonces. Solo por mencionar algunos ejemplos, un grupo de colonias británicas se independizaron y luego de agregar otras “adquisiciones” se conformaron en lo que hoy conocemos como Los Estados Unidos de América. Algo similar se vivió con su vecino de “arriba”, con la diferencia que, en el Canadá de hoy, se hablan dos idiomas y está mucho menos poblado que su vecino.

Bolívar previó que la influencia del hermano mayor debía ser balanceada en el resto de continente y concibió que las naciones del sur debíamos convertirnos en una sola gran nación, para poder hablar de tu a tu, no solo con los mayores, sino con todas las naciones.

La verdad es que ese sueño hacía mucho sentido y más si introducimos los nuevos vocablos como la famosa “geopolítica”. El resto de la historia la conocemos y, desde las peleas con otros libertadores, el sabotaje que sufrió el anfictiónico y la muerte del libertador, ese proyecto naciones unidas, fracasó.

Estoy seguro de que hoy Bolívar miraría con tristeza lo que está sucediendo, no solo en lo que se ha convertido su propio patio, sino casi todo el continente.

Vemos a ese hermano mayor inmerso en una disputa entre una amarga extrema derecha que, basa sus principios en supuestos extremismos religiosos, en el color de la piel y en el “hace cuanto tiempo llegaste”. Lo irónico es que en el único segmento donde marca crecimiento es en el de los nuevos votantes que se consideran superiores a sus familiares que viven debajo de la famosa frontera del sur.

Un poquito mas abajo, vemos a una supuesta izquierda moderada, que ha decidido convertirse en imperio y que, al igual de varios de sus vecinos del sur, han hecho que cambie el balance de poderes que se requiere, para imponer su criterio. El grave peligro es que esta es la segunda potencia del subcontinente. Pero a veces me parece que el resto no quiere darse de cuenta de esta espada de Damocles que cuelga sobre el resto del continente.

Siguiendo hacia abajo, tenemos una mezcolanza, a la cual pocos le prestan la atención que se requiere. Centroamérica se ha convertido en guarida de sinvergüenzas, en cárcel para los luchadores de la democracia y hasta con las iglesias se han metido, al mejor estilo del desaparecido barbudo del caribe. Lo malo es que buscan y encuentran a ignorantes que los aplauden y hasta quieren imitarlos.

Ya el sur, tenemos un zoológico. Por un lado, de arriba hacia abajo, tenemos a un personaje que pareciera sacado de las cómicas, con una boca mas grande que la del “señor bocón”, el cual todavía no ha puesto a su nación a andar el camino correcto. Líderes que otrora navegaron (o quisieron navegar) en la izquierda y ahora se han corrido un poco hacia el centro. Estas son dos de las más importantes naciones del continente, no solo por su tamaño sino por su poder económico.

Luego tenemos otra serie de naciones andinas que, si se sumaran sus golpes de estado y presidentes rotados, serían expertos aportando presidentes al resto del mundo; por la cantidad que han tenido, digo.

Ya casi acabando, llegamos a lo mas triste que he visto en una nación. Tuvieron un dictador con inteligencia (para lo malo diría mi madre) que se aprovechó del desastre en el que tenían a esa próspera nación sus antecesores, para dar un pronunciado giro de timón. Lo malo es que luego de su inesperada muerte, el supuesto heredero es tan tarado, que da es tristeza. El famoso “maburro”, los tiene metidos en dilemas tras dilemas, porque es tan escaso, que pareciera que no logra ni siquiera repetir las instrucciones de su padrino ni del que definitivamente no lo mandó Dios.

Sus vecinos, imitaron las mismas tácticas y eligieron a un guerrillero inteligente, pero totalmente desubicado que tiene a esa bella nación totalmente enredada, donde evidentemente no ha podido cumplir las promesas fantásticas que la gente quería oír.

Tenemos a una América herida, con varios espectadores ya sea aplaudiendo o esperando a que tal águila, espera para comerse los pollitos.

Don Simón, ¡en que enredo está su continente!


Publicado originalmente en el Diario La Prensa

POR UN MEJOR PANAMÁ

  Día de la Patria. Todo es contento y alegría. Hasta el mismo sol, desde el balcón de Dios, ríe a carcajadas: carcajadas de luz. As...