Hace muchos años, para no entrar
en detalles de la historia nacional, alguien hizo famosa la frase con la que se
intitula este artículo de opinión. Y no es que necesariamente asevero que es lo
que está pasando en la actualidad, muy por el contrario, pero…
Sin embargo, hay quienes
pareciera que están haciendo todo lo posible por lograrlo. Lo más triste es que
esas personas tienen audiencia y, como las focas, aplauden cada vez que hacen
una gracia.
Tratemos de hacer un análisis
que, aunque superfluo, nos debería poner a pensar hacia donde caminamos y hacia
donde nos están llevando un grupo de personas, que no buscan el bien o
beneficio común, sino engrandecer el bolsillo propio.
Estas son personas sin escrúpulos
que se han acostumbrado a vivir del famoso “que hay pa´mi” o del “que e lo que
e”, estribillos que cobran gran importancia durante las campañas políticas. Y
esta que estamos viendo se siente interminable. Son personas que no les importa
comprometer a sus familiares, cercanos o no y hasta sacrificarlos de ser
necesario, con tal de amasar fortunas, pensando que con esto adquieren
reconocimiento, prestigio y distinción.
La realidad es que, en gran
parte, somos nosotros mismos, quienes hemos propiciado esta conducta, pues ya
sea que votamos por estos sinvergüenzas o los invitamos a ser sus socios en los
negocios que nos ofrecen, porque “si no lo hacemos, nos quedamos por fuera” o
el “si no lo hago Yo, alguien más lo va a hacer”.
Es aquí donde mas recuerdo con
añoranza, las enseñanzas del famoso librito de la Urbanidad de Carreño y de las
clases de estudios sociales de las escuelas primarias, por lo menos de mi
época, donde los maestros y profesores nos hablaban de Valores y nos los
enseñaban con el ejemplo.
Y no estamos solos… Y no es por
ningún extraterrestre que nos viene a visitar o nos saluda desde la nave
espacial que vio el militar estadounidense recientemente. Si miramos a nuestro
alrededor y hacemos un conteo nos damos cuenta de que los problemas que estos
tipos de comportamientos acarrean, son la raíz de los gobiernos populistas que
rigen o han regido recientemente varias de nuestras naciones vecinas.
Para muestra varios botones:
Brasil, Venezuela, Colombia, El Salvador, Nicaragua, México y hasta los Estados
Unidos de América vivió su episodio recientemente. Gobiernos populistas y en
gran parte absolutistas. Ningún extremo es bueno, ya está súper comprobado.
Y aquí entonces entramos en que
si son de izquierda o de derecha. Quienes defienden los derechos de todos te
dirán que se alinean hacia la izquierda (desde la centro izquierda hasta
extrema izquierda). Los que defienden la forma de vivir “exclusiva” de cómo
hemos vivido hasta ahora, se alinearán en los diferentes matices que ofrece la
derecha (centro derecha hasta la extrema derecha). Unos acusan a los otros de
ser demasiado progresistas (descalificación que a mi juicio no ofende, mas que
a los que la profieren) por un lado y retrógrados, talibán y excesivamente
conservadores por el otro.
Me cuesta entender por qué la
nueva moda es descalificar a quien difiere de nuestra forma de pensar. Extraño
los buenos debates, no solo en la asamblea nacional y municipios sino hasta en
las plenarias de los clubes cívicos y gremios empresariales y laborales.
Los que no creen en la educación,
nos están llevando a un enfrentamiento permanente, que no nos conduce a ningún
lugar saludable, más allá de la intolerancia y la falta de respeto que vemos
constantemente en la calle, lugares de trabajo, parques, hospitales y hasta en
los restaurantes.
Contaba mi abuela que hace muchos
años, el primero de los 3 veces Presidente de la República, decía en un
discurso: “Pueblo Panameño, ustedes son un pueblo bruto” y quienes lo
escuchaban gritaban “Viva el Dr. Porras”. Se que los niveles de educación no
son muy buenos en Panamá y que seguramente la pandemia y las decisiones del
doctongo no ayudaron mucho a evitar que mas niños y jóvenes aprendieran lo que
debieron y pudieron haber aprendido, pero me niego a aceptar que somo un pueblo
bruto.
Como panameño que he dedicado una
vida a luchar por la libertad, justicia y democracia, que desde las filas del
club cívico y los gremios a los cuales pertenezco, he luchado por promover y
practicar los más altos valores cívicos, éticos y morales, me niego aceptar que
la decencia y éstos valores vayan a sucumbir ante la vulgaridad, la
chabacanería y las cosas que riñen contra las buenas costumbres (las de todos,
no solo las que Yo practico).
Desde esta trinchera los convoco
a no desfallecer y por el contrario a luchar con más ahínco, pues los grandes
ganadores serán nuestros hijos y nietos y por ende nuestra bella Panamá.
Este artículo aparece publicado originalmente en el Diario La Presa, del día 21/8/2023:
https://www.prensa.com/opinion/el-que-quiera-conocer-a-panama/
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