Como en Panamá últimamente hay que estar identificándose y
sacando su “pedigrí” para poder opinar, me adelanto y advierto que soy un
simple ciudadano, graduado de una de las 50 mejores universidades del mundo,
nieto de un firmante del Acta de Independencia de 1903 y de una chola de las
montañas de Chiriquí, hijo de un maestro de Calle 13 y de una profesora
colonense. Uff, hasta que quedé cansado de tanta referencia.
Pero bueno, la verdad es que no entiendo por qué cada vez que
alguien no está de acuerdo con otro o no tiene suficiente “cacumen” para
debatirle, inicia una tanda de descalificación que mientras más lo hacen, peor
quedan. Descalificar antes de debatir… ¡Que tristeza!
Las recientes cartas (y ahora vídeo) de Rubén Blades, han
disparado una serie de “correas de bombitas de carnaval”, destapando la
ignorancia de muchos de los que la escriben y otros sencillamente tratando de
desviar la atención de quienes los leen y escuchan por las estupideces que
defienden.
Hay que tener 2 dedos de frente para entender que uno de los
2 más grandes y exitosos cantautores de Latinoamérica no pueda vivir
permanentemente en su propio país si quiere seguir siendo exitoso. Eso no le
resta motivos ni razones para poder opinar sobre lo que aquí sucede (o se
esconde). Erika, Olguita y Danilo tampoco residen permanentemente en Panamá y
nadie puede decirnos que estos grandes artistas, que dejan el nombre de Panamá
en lo más alto, no saben o no están pendientes de lo que sucede en Panamá. Me
imagino que el día que lo opinen públicamente, también empezarán a ser personas
“non grata” para quienes o repiten como papagayos o son parte de la misma
corrupción que denuncia Rubén.
A algunos de lo que nos podemos dar el lujo de hacer análisis
político, nos toca leer mucho y no sólo de nuestro patio sino de todo el mundo
(aunque el maestro piense lo contrario). Con decirles que para poder opinar de
las elecciones de EE. UU. me tocaba ver y leer medios como por ejemplo la
cadena FOX, que evidentemente endiosaba al expresidente inmediato anterior.
Aquí, de vez en cuando me siento a ver hasta 21 veces los criollos o leer los
pasquines que nadie sabe a ciencia cierta como se adquirieron, para poder
enterarme del otro punto de vista.
Dicho todo esto, coincido con Rubén en que en Panamá se
necesita una transformación radical; lo que algunos han llamado una refundación
del país. Lo que el candidato sonriente llamaba un “revolcón”. Necesitamos
sacudirnos de encima la corrupción, la falta de valores cívicos, éticos y
morales que nos carcome, la falta de transparencia en el desempeño de la cosa
pública, la envidia, la desconfianza y las lenguas “viperinas”, unas a sueldo y
las otras por querer seguir viviendo en esas miasmas en que nos han sumergido.
Nos hace falta aprender a escuchar y a demandar de nuestros
líderes ideas sesudas, propuestas con soluciones a corto, mediano y largo
plazo.
Para ello, los ciudadanos de bien, los que queremos un mejor
país para nuestros hijos y nietos, los que luchamos para que hubiera libertad,
justicia y democracia, los que promovemos y practicamos valores, los que
quieren superarse a través de la educación, los que entendemos que no podemos
regresar al autoritarismo, pero que no queremos vernos reflejados en otros
países vecinos, tenemos la obligación moral de, al igual que lo hicimos hace 35
años, a participar, aunque sintamos algo de miedo porque sabemos que nos van a
atacar; a hablar, aunque nos vilipendien; a escribir, aunque nos critiquen,
porque este país es de nosotros.
No puede ser que nos sigamos vendiendo por una gorra, una
bolsa de comida que se acaba en menos de 1 semana, por unos bloques que no
sirven para edificar las bases de una familia sólida y con honor.
Necesitamos empoderarnos y ojalá no tengamos que llegar a lo
que mi generación se tuvo que enfrentar para que todos podamos vivir con algo
de tranquilidad. No podemos seguir siendo amenazados por la ineficiencia, el
“juega vivo”, el “mientras no me cojan es legal” y el descaro por un lado y por
el narcotráfico por el otro.
Al igual que muchos de ustedes, Yo quiero a este pedacito de
tierra que me vio nacer. Quiero a mi familia y a mis amigos. Quiero a esas personas
a las que por tantos años he servido de una manera u otra. Por estas es que
vale la pena luchar.
¿Qué más tenemos que esperar los panameños para reaccionar?
Nos están robando el país y muchos impávidos no dicen ni hacen nada y otros no
permiten que los que queremos proponer y aportar lo hagamos por miedo a perder
su “status quo” y sus prebendas. Llegó
la hora de no mirar para el otro lado. Llegó la hora de reaccionar y empezar a
actuar.
Al menos, así lo veo Yo…
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