lunes, 26 de junio de 2017

¡La hora de empezar es ya!

Artículo que escribí en mi calidad de Presidente de la Comisión Nacional Pro Valores Cívicos y Morales, se publica en el diario La Prensa de hoy. 
(http://www.prensa.com/opinion/hora-empezar_0_4788271245.html)


¿Cuántas veces ha entrado a una oficina (pública o de empresa privada)) o a un elevador y saluda con un cortés “buenos días” o unas “buenas tardes” y nadie le responde el saludo?

Los funcionarios están muy ocupados viendo sus celulares, hablando por teléfono o comentando el capítulo de la serie o telenovela que vieron la noche anterior.

Igual sucede con las nuevas tecnologías, donde una persona envía un correo o “chat” y a quien se lo envió, ni siquiera le envía una breve respuesta dejándole saber que fue recibida o leída, aunque aparezcan los dos “ganchitos azules” del gigante Whatsapp.

Siempre se dice que “es que los valores y la cortesía se enseña y se aprende en los hogares”, pero pregunto Yo: ¿En cuál hogar? Hace tiempo alguien me comentó que hasta un 60% de los muchachos en las escuelas provenían de hogares donde no había papá y mamá o donde en un momento los hubo, pero se habían divorciado.  ¡Como si esta situación eximiera a los padres de sus responsabilidades!

Comprendo que hay familias donde, aunque haya padre y madre viviendo juntos, por razones económicas ambos deben salir a trabajar desde muy temprano y regresan ya entrada la noche. Por ende los niños y jóvenes quedan al cuidado de una abuela, una nana o hasta de la vecina que “cuida a todos los pelaos de la calle”.

A pesar de todas éstas situaciones, los padres deben enseñar y forzar a sus hijos a pedir y a agradecer utilizando “las palabras mágicas” por favor y gracias. A saludar correctamente con un “buenos días” o “buenas tardes” y hasta el “buenas noches”. A pedir permiso para levantarse, salir de un salón o para pasar a lado de otra persona.

El respeto a los mayores no debe pasar de moda. Alguien en mi generación le vendió la idea a muchos otros que había que “ser amigos” de nuestros hijos y por ende permitirles faltarnos el respeto, no saludar ni practicar aquellos valores que nos habían enseñado a nosotros. ¡Que equivocados que estaban! Los amigos de nuestros hijos son sus pares de la misma edad y así será siempre. Eso no quita que uno les pueda imprimir la confianza que necesitan para hablarnos abiertamente, sin perjuicios y sin tapujos, pero nunca sacrificando nuestra posición de padres.

Los maestros deben entonces recoger la batuta de enseñarles a los niños y jóvenes a practicar la cortesía, el respeto, la puntualidad, la honestidad y la solidaridad, entre tantos otros valores que terminarán construyendo sus caracteres y fortalecerán su don de gente.

No desfallezcamos en la educación de nuestros hijos y de los hijos de nuestros vecinos. Mi mamá decía que “el niño malcriado encuentra a sus padres en la calle”, significando que si criabas un “niño malcriado” en la calle encontraría quien lo corregirá y no siempre de la mejor manera. Por qué no ahorrarles esa pena y retomar la enseñanza y práctica de estos valores, que ojalá nuevamente vuelvan a caracterizar a los que tanto amamos este pedacito de tierra que unió un continente y sigue uniendo los mares, el comercio y a los pueblos del mundo.


¡La hora de empezar es ya!

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