Muchos vimos con un asombro poco
acostumbrado, el homicidio de un alto ejecutivo de la industria de seguros en
los Estados Unidos de América. Cuando escribíamos este artículo de opinión,
quien le disparó, casi que a quemarropa y de una manera totalmente premeditada,
acababa de ser detenido.
Este pudo haberse considerado un
acto de violencia más, en una de las ciudades mas grandes del mundo y donde se
jactan de tener la mejor policía del mundo que si cree en “proteger y servir”.
La realidad es que en menos de 5
días desde sucedido el incidente, se detuvo a quien, todo parece indicar, fue
el autor del asesinato. El sujeto estaba comiendo en un restaurante de comida
rápida y cuando fue detenido, tenía en su poder un arma “fantasma”, de las que
se fabrican en impresoras de 3D y hasta un escrito que lo involucra.
Hasta aquí hubiera sido un caso
resuelto mas sucedido en “la gran manzana”; sin embargo cuentan los
investigadores del caso que el joven de 26 años se tomó el trabajo de utilizar
unos casquillos que tenían impreso 3 palabras negar, defender y deponer, muy
similares a las que de manera reiterada utilizan los abogados de este tipo de
compañía cuando tienen que atender demandas contra las compañías que, o se
demoran o niegan los reclamos de quienes pagan sus respectivas pólizas: retrasar,
negar, defender.
Esta acción por parte del acusado
pudiera dejar entrever que el homicidio no solo fue premeditado, sino que
quería enviar un mensaje, el cual pudiera interpretarse como que mientras los
altos ejecutivos, sus abogados y las compañías aseguradoras devengan altísimos
salarios y bonificaciones, el porcentaje de negaciones a reclamos es de igual
manera demasiado alto.
Desde el punto de vista
comunicacional, desde el primer momento en que fue anunciado el asesinato y la
historia de los casquillos, en las redes sociales más utilizadas, empezaron a
aparecer mensajes de personas condenando y aplaudiendo la acción del
“vigilante”, cuya identidad aún no se conocía. Inclusive se comenta que de los
primeros 100,000 mensajes que aparecieron en cuestión de minutos, casi el 90%
eran solidarizándose con el presunto asesino.
Esta acción que dejó sorprendidos
a muchos pudiera leerse desde varias orillas. Por un lado, es un reflejo del
abuso que las personas sienten que es cometido por las compañías aseguradoras,
no autorizando o negando muchos de los procedimientos que se reclaman apegándose
a sus pólizas. Por otro lado, pudiera interpretarse como una profundización de
la división entre pobres y ricos que ya se está sintiendo en países del primer
mundo. Y la tercera y, quizás la mas preocupante, la que implica tomarse la
justicia por sus propias manos.
Las recientes elecciones muestran
a una sociedad estadounidense dividida casi que, por la mitad, donde abunda el
fanatismo de ambos lados. Recordemos que esta, es una nación donde la “la ley
del revolver” ayudó a la conquista de gran parte de por lo menos de la mitad
del país. Donde es legal el porte de armas y donde se espera que se
flexibilicen aún mas las leyes para su porte y uso.
Desde mi balcón, sea cual
sea la génesis y el final de este episodio, veo las cosas muy preocupantes. New
York es una de las ciudades donde residen grandes cantidades de nacionales de
casi todos los países del mundo. No en vano es la sede la Organización de las
Naciones Unidas. Si se convierte en “época de cacería” veremos muchos mas
ejecutivos de altas corporaciones y sus abogados que, a juicio de muchos,
abusan de a quienes deberían servir.
Lo que sucede allá, muchas veces
lo sufrimos de igual manera en nuestros países cuando, inclusive bajo el ojo y
aprobación de quien debería defender los intereses de los asegurados, las
pólizas siguen incrementando su costo, pero reduciendo la cobertura que
ofrecen. Se excusan detrás del costo exorbitante de los servicios de médicos y
hospitales, quienes igualmente abusan con los precios que cobran. Pero este
podría ser perfectamente tema de otro artículo.
Las grandes corporaciones deben
empezar a dejar de pensar solo en el cuanto ganarán este año y pensar más en el
bienestar de quienes están supuestos a servir. La salud es una necesidad
humana, no es un lujo y no debería ser un privilegio exclusivo de unos cuantos.
Si las autoridades no cumplen su papel, pasará como después de la pandemia en
que las escuelas oficiales estaban sobrecargadas, con alumnos que venían de las
particulares y sus padres no podían hacerles frente a las mensualidades de
estas.
Los mismo podría terminar pasando
aquí con el servicio que ofrece la Caja de Seguro Social, tan mentada recientemente,
que tras que no es muy bueno que digamos ahora mismo, imagínense que muchos
miles de los asegurados dejen sus pólizas y tengan que ir a atenderse en ese
suplicio que padecen los que no pueden pagar dichos seguros privados.
No permitamos que la ley del mas
fuerte o de quien tiene las armas se tomen las ciudades y los países. Los
valores deberían prevalecer por sobre el vil metal. Tomemos conciencia y no
sigamos ensanchando esa gran brecha que sinvergüenzas han venido construyendo
por muchos años. No queremos ese tipo de cacería.