lunes, 20 de enero de 2025

ÉPOCA DE CACERÍA

 

Muchos vimos con un asombro poco acostumbrado, el homicidio de un alto ejecutivo de la industria de seguros en los Estados Unidos de América. Cuando escribíamos este artículo de opinión, quien le disparó, casi que a quemarropa y de una manera totalmente premeditada, acababa de ser detenido.

Este pudo haberse considerado un acto de violencia más, en una de las ciudades mas grandes del mundo y donde se jactan de tener la mejor policía del mundo que si cree en “proteger y servir”.

La realidad es que en menos de 5 días desde sucedido el incidente, se detuvo a quien, todo parece indicar, fue el autor del asesinato. El sujeto estaba comiendo en un restaurante de comida rápida y cuando fue detenido, tenía en su poder un arma “fantasma”, de las que se fabrican en impresoras de 3D y hasta un escrito que lo involucra.

Hasta aquí hubiera sido un caso resuelto mas sucedido en “la gran manzana”; sin embargo cuentan los investigadores del caso que el joven de 26 años se tomó el trabajo de utilizar unos casquillos que tenían impreso 3 palabras negar, defender y deponer, muy similares a las que de manera reiterada utilizan los abogados de este tipo de compañía cuando tienen que atender demandas contra las compañías que, o se demoran o niegan los reclamos de quienes pagan sus respectivas pólizas: retrasar, negar, defender.

Esta acción por parte del acusado pudiera dejar entrever que el homicidio no solo fue premeditado, sino que quería enviar un mensaje, el cual pudiera interpretarse como que mientras los altos ejecutivos, sus abogados y las compañías aseguradoras devengan altísimos salarios y bonificaciones, el porcentaje de negaciones a reclamos es de igual manera demasiado alto.

Desde el punto de vista comunicacional, desde el primer momento en que fue anunciado el asesinato y la historia de los casquillos, en las redes sociales más utilizadas, empezaron a aparecer mensajes de personas condenando y aplaudiendo la acción del “vigilante”, cuya identidad aún no se conocía. Inclusive se comenta que de los primeros 100,000 mensajes que aparecieron en cuestión de minutos, casi el 90% eran solidarizándose con el presunto asesino.

Esta acción que dejó sorprendidos a muchos pudiera leerse desde varias orillas. Por un lado, es un reflejo del abuso que las personas sienten que es cometido por las compañías aseguradoras, no autorizando o negando muchos de los procedimientos que se reclaman apegándose a sus pólizas. Por otro lado, pudiera interpretarse como una profundización de la división entre pobres y ricos que ya se está sintiendo en países del primer mundo. Y la tercera y, quizás la mas preocupante, la que implica tomarse la justicia por sus propias manos.

Las recientes elecciones muestran a una sociedad estadounidense dividida casi que, por la mitad, donde abunda el fanatismo de ambos lados. Recordemos que esta, es una nación donde la “la ley del revolver” ayudó a la conquista de gran parte de por lo menos de la mitad del país. Donde es legal el porte de armas y donde se espera que se flexibilicen aún mas las leyes para su porte y uso.

Desde mi balcón, sea cual sea la génesis y el final de este episodio, veo las cosas muy preocupantes. New York es una de las ciudades donde residen grandes cantidades de nacionales de casi todos los países del mundo. No en vano es la sede la Organización de las Naciones Unidas. Si se convierte en “época de cacería” veremos muchos mas ejecutivos de altas corporaciones y sus abogados que, a juicio de muchos, abusan de a quienes deberían servir.

Lo que sucede allá, muchas veces lo sufrimos de igual manera en nuestros países cuando, inclusive bajo el ojo y aprobación de quien debería defender los intereses de los asegurados, las pólizas siguen incrementando su costo, pero reduciendo la cobertura que ofrecen. Se excusan detrás del costo exorbitante de los servicios de médicos y hospitales, quienes igualmente abusan con los precios que cobran. Pero este podría ser perfectamente tema de otro artículo.

Las grandes corporaciones deben empezar a dejar de pensar solo en el cuanto ganarán este año y pensar más en el bienestar de quienes están supuestos a servir. La salud es una necesidad humana, no es un lujo y no debería ser un privilegio exclusivo de unos cuantos. Si las autoridades no cumplen su papel, pasará como después de la pandemia en que las escuelas oficiales estaban sobrecargadas, con alumnos que venían de las particulares y sus padres no podían hacerles frente a las mensualidades de estas.

Los mismo podría terminar pasando aquí con el servicio que ofrece la Caja de Seguro Social, tan mentada recientemente, que tras que no es muy bueno que digamos ahora mismo, imagínense que muchos miles de los asegurados dejen sus pólizas y tengan que ir a atenderse en ese suplicio que padecen los que no pueden pagar dichos seguros privados.

No permitamos que la ley del mas fuerte o de quien tiene las armas se tomen las ciudades y los países. Los valores deberían prevalecer por sobre el vil metal. Tomemos conciencia y no sigamos ensanchando esa gran brecha que sinvergüenzas han venido construyendo por muchos años. No queremos ese tipo de cacería.

¿Cómo se llama tu maestra de primer grado?

 

El pasado domingo se celebró en Panamá el Día del Maestro, designado como tal por ser la fecha del natalicio de Don Manuel José Hurtado, ilustre educador que entregó su vida al mejoramiento de esa virtud que consiste en compartir conocimientos.

El himno al maestro, inspiración de Octavio Fábrega, reza en una de sus estrofas:

“El combate que mancha la tierra

no es el campo de su heroicidad

es la escuela su campo de guerra

y su espada mejor, la verdad”

Destaco esa estrofa, pues me da la impresión de que en ella radica gran parte de esa vocación con la que nacen algunos privilegiados, que tienen la dedicación y la paciencia de poder compartir lo que ya saben, pero principalmente, de seguir aprendiendo para enseñar más y mejor.

En algunas de mis conferencias que, sobre el rescate, promoción y práctica de valores cívicos, éticos y morales he dictado en los últimos años, reto a las audiencias a que recuerden el nombre de quien ganó el Miss Universo hace 3 años, el ganador de la fórmula 1 de hace 4 años o el ganador de la Copa del Mundo de hace 8 o 10 años atrás.

Como podrán imaginar, la mayoría no alcanza a recordar uno sólo de los 3 acertijos.

Sin embargo, los reto a que me digan el nombre de quien fue su maestra de 1er grado y el 95% de los participantes, no solo aciertan en mencionar el nombre completo de ésta, sino que lo hacen con una felicidad y entusiasmo, como si se acabaran de ganar la lotería.

¿Saben por qué sucede esto? Porque esa persona dejó una huella indeleble en esos niños, sin mayor interés que el de “poner la luz de la vida” en ellos, que les fueron confiados por unos padres llenos de esperanza y confiados de la clase de educación que recibirán sus vástagos.

Se que toda comparación es mala, pero lastimosamente no veo al gremio magisterial que tengan ese compromiso que en su época tuvo mi madre, que inició su periplo como educadora en Portobelo, Colón y luego de pasar por varias escuelas culminó una carrera de muchos años en la Escuela Puerto Rico de Carrasquilla. Cuando laboraba en la Escuela República de Cuba, si un niño no asistía a clases, cuando salía de la escuela ella visitaba el hogar de ese niño para ver por qué no había ido y si podía dejarle la tarea o simplemente ayudar. Asumo que en el fondo lo que buscaba era confirmar que ese pequeño no hubiera abandonado su educación.

Como hijo, sobrino y nieto de buenos educadores, siento que esta vocación se comparte a través de las generaciones y así también fui educador en los momentos más difíciles de nuestra historia y hoy mis hijas caminan por el mismo sendero y han heredado la pasión y la dedicación de sus abuelos. Esa es la clase de maestros y profesores que necesita Panamá.

A mi duele muchísimo cuando veo la cantidad de maestros que prefieren no dar clases o sencillamente escogen el protestar en las calles con letreros mal escritos, vestidos como si fueran a la playa y expresándose a veces hasta peor que los policías y algunos periodistas que todas las semanas inventan una frase nueva.

No con esto quiero generalizar y destaco la labor de algunos educadores comprometidos con la enseñanza a todo nivel. Lo malo es que la mayoría de estos abundan en las escuelas privadas y por ende seguimos hondando en esa terrible brecha que separa y condena a quienes asisten a los colegios oficiales.

Los maestros y profesores de hoy deben poder conocer y utilizar las distintas tecnologías que emergen casi que, a diario, enseñar y promover los valores cívicos y morales, estar al día de todo lo que sucede en el mundo y, tal como lo hicieron los hermanos Kuzniecky en el Instituto Pedagógico, culturizar y no solo educar a los hombres y mujeres del mañana.

En este desaparecido colegio de Las Cumbres, se enseñaba no solo la lengua de Cervantes, sino que se instruía en inglés, francés y hasta latín. Aprendimos a reconocer y diferenciar entre Vivaldi y Mozart, vimos todos los ballets clásicos que era posible ver y el teatro era un gran privilegio para todos. No en balde de este colegio egresaron grandes dirigentes políticos, músicos, actores, científicos, médicos, ingenieros y arquitectos, abogados, comunicadores, comerciantes y hasta la única Miss Universo panameña, por solo destacar algunos.

Hago un llamado a nuestros educadores para que, como lo hicieron muchos otros que les antecedieron en esta linda carrera, se sientan orgullosos de la misma y practiquen esos principios, valores y enseñanzas que el país necesita, hoy más que nunca. No se dejen enredar por seudo dirigentes que viven de su sufrimiento y que no aportan nada al país.

ÉPOCA DE CACERÍA

  Muchos vimos con un asombro poco acostumbrado, el homicidio de un alto ejecutivo de la industria de seguros en los Estados Unidos de Améri...