Artículo de mi autoría que apareció publicado en la edición de El Venezolano de Panamá del viernes pasado:
Lo que sucede en Venezuela es casi
que inédito en nuestro continente americano; digo casi, pues los panameños
tuvimos nuestra propia época negra, no tan grave como la que viven los hermanos
venezolanos, pero igual nuestra nación se vio impactada por algunas malas
decisiones, algunas indecisiones y muchos egos y actitudes por conveniencia.
De esa experiencia vivida, como comunicador
y como ciudadano, pienso que el final de la pesadilla que se vive en un país que
posee la reserva petrolera más grande del mundo, sin embargo su gente no tienen
comida para comer, está muy cerca. El deterioro del régimen, pues ya no siquiera
se les puede considerar un gobierno, los ha llevado a tomar decisiones que
afectan la imagen internacional y la poca credibilidad que les quedaba. Los
supuestos y a todas luces manipulados resultados de la votación del pasado
domingo, han producido un repudio internacional hacia éstos y hacia el gobierno
de facto en el poder.
La inclusión en la lista de OFAC y las
otras acciones anunciadas por el gobierno de Trump y replicadas por varios
otros países, tienen un impacto directo sobre ciertos personajes de triste
reconocimiento en Venezuela. La presión que miles de personas, especialmente
jóvenes, en las calles, ha surtido el efecto deseado y esto sumado a las
víctimas de estos “plantones” han forzado que varios de sus suplidores hayan
decidido suspender el envío de material bélico y represivo al gobierno de
Miraflores.
El ala radical del chavismo, en
cabeza de Diosdado Cabello, seguirá presionando a las fuerzas armadas y al
títere que ocupa la silla presidencial, a seguir confrontando a las masas y
esto se podría mantener mientras se sienta respaldado por el gobierno de La
Habana.
Siento que el próximo paso podría
ser, el no pago de la cuenta del petróleo que compran los Estados Unidos de
América y la posible suspensión del envío de la gasolina que es refinada en
suelo estadounidense, de vuelta a Venezuela.
Venezuela aún no ha entrado en la
etapa del cierre “oficial” de las instituciones bancarias, “apagones” eléctricos
programados, ni el cierre de aeropuertos y puertos que no servirían para otra
cosa que para restringir el libre movimiento de quienes quieren escapar de la
tristeza y la escasez que hoy privan a nivel nacional.
Siempre pensé que un movimiento
respaldado por los mandos medios de las fuerzas castrenses, podría ser la
solución, sin embargo ante la inacción de éstos en favor de la democracia y la
saña con la que atacan a sus compatriotas en las calles, no me queda otra que
pensar que un gran bloqueo continental, respaldado por la UE, podría precipitar
la inminente caída de la dictadura que ha usurpado las funciones
gubernamentales de la tierra de Bolívar y que confía en destronar al último
vestigio de la democracia que aún prevalece, la Asamblea Nacional.
No podemos corrernos el riesgo de
abandonar a Venezuela en estos momentos en que la dictadura da sus últimos
respiros. Debemos respaldar y aunar todo tipo de esfuerzos para apoyar a
quienes diariamente gritan y lloran clamando por las mismas “Libertad, Justicia
y Democracia” que a los panameños nos costó una invasión que golpeó nuestra
economía y hasta cierto punto nuestro orgullo nacional.
Ojalá los políticos venezolanos
hayan aprendido la lección y puedan comprender que el país que se recuperará ni
siquiera se asemeja al que recibió Hugo Chávez en 1999. Ojalá no se cometan los
mismos errores que empujaron a una significativa parte del pueblo a respaldar
la “socialización” de un país muy próspero pero muy desigual.
Habrá mucho que reconstruir,
mucho que perdonar y mucho que sanar. Sigo confiado en que el “Bravo Pueblo”
será sabio y recuperará la alegría, la humildad y la tenacidad que siempre lo
ha caracterizado y que muy pronto podremos regresar a la bella Caracas y
compartir con familiares y amigos como acostumbrábamos hacer no hace mucho.
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